Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Cuando la corrupción cambió el ladrillo por la eficiencia energética de la mano del PP
La historia de Deborah, que rehace su vida tras años de maltrato
OPINIÓN | 'Belén sin refugio en Badalona', por Alberto Garzón

Volver a casa no es tan fácil después de una guerra: por qué muchos refugiados aún no pueden regresar a Siria

Mona y su hija Maya miran como los operarios meten las maletas dentro del bus que les llevará a Siria

Ana López

Amán (Jordania) —
24 de diciembre de 2025 21:10 h

0

Ataviada con un burka negro que solo deja entrever sus ojos marrones, Mona Mahmoud Al-Khadr, de 36 años, sube al autobús hacia Siria con su pequeña de 13 años, Maya. Sus otros dos hijos se quedan en Amán, Jordania. “Realmente quiero volver, pero no ahora. Quizás en uno o dos años”, afirma Marwan (nombre ficticio), el segundo hijo de Mona, quien acaba de cumplir la mayoría de edad. El joven despide a su madre con la esperanza de encontrar un empleo en Jordania, aunque no tiene permiso para trabajar en el país.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el 75% de los sirios residentes en Oriente Medio quieren regresar algún día a su patria, pero solo una minoría, el 18%, planea volver en el próximo año. La mayoría duda y, por el momento, prefiere esperar en vez de regresar a corto plazo por diversas razones, principalmente ligadas a la mala situación económica y de seguridad en Siria.

Tras la derrota de Bashar Al-Assad y su huida del país, millones de sirios pensaron que una nueva era comenzaba y que podrían, por fin, poner fin a su destierro. “Hubo algunas personas que incluso fueron a la frontera el 8 de diciembre”, explica Hannah Patchett, directora de Norwegian Refugee Council en Jordania. Desde diciembre de 2024, 924.007 refugiados procedentes de países de Oriente Medio han regresado a Siria tras la toma del poder por parte de Ahmad Al-Sharaa. Buena parte lo hizo en los primeros meses, empujada por la emoción de volver a ver a los suyos, con el deseo de poner fin al exilio.

El impulso inicial de una parte de la población siria se enfrió al cabo de unos meses, al darse cuenta de que la situación de inseguridad e inestabilidad económica no cambiaría pronto. Los que regresan desde Jordania no lo hacen porque el Estado sirio esté listo para acogerles en condiciones dignas, sino porque en muchos casos el exilio se ha vuelto invivible. “Había personas que querían irse a casa, estaban desesperadas por irse”, comenta Hannah. Pero la realidad con la que muchos se encontraron fue muy diferente a la idealizada durante años de espera.

Un año después de la caída de Bashar Al-Assad, la situación en Siria sigue siendo inestable, y las recientes hostilidades han causado aún más daños a infraestructuras ya frágiles y han exacerbado las necesidades humanitarias, advierte Acnur.

Un país aún en ruinas

El marido de Mona emprendió el viaje hacia la ciudad siria de Hama para buscar un piso de alquiler, antes de que el resto de la familia llegase, ya que la guerra les dejó su casa en ruinas y los alquileres están disparados por la escasez de bienes inmuebles. La mayoría han sido dañados por la metralla, al igual que los hospitales o los colegios. “Mi marido me ha dicho que no hay agua, ni electricidad, ni internet, ni transporte. Las calles están vacías. No hay limpieza. Regresó la semana pasada y se arrepintió de haber vuelto”, explica Mona. Quienes viajaron a Siria tras más de una década de exilio se encontraron con un paisaje desolador, con un nivel de devastación y precariedad que superaba con creces lo que esperaban.

Su esposo perdió su trabajo en Jordania y no pudo renovar el permiso de trabajo, que tiene un alto coste. Sin empleo, decidió volver con la esperanza de encontrar trabajo en su patria. Antes de la caída del régimen, existía un visado que permitía circular entre ambos países. Ahora la decisión es definitiva, ya que el Gobierno jordano ha endurecido los requisitos de los visados y de las entradas al país. Aunque se haya arrepentido, no puede volver.

La precariedad empuja al retorno

En la práctica, el retorno no responde a una decisión plenamente voluntaria, sino que está influida por la ausencia de alternativas viables en su país de acogida. Como la familia Al-Khadr, millones de sirios siguen atrapados entre la precariedad de vivir en el exilio esperando que la situación mejore o retornar con incertidumbre a su tierra. En Egipto, Turquía, Líbano, Jordania e Irak, 4,3 millones de refugiados siguen enfrentándose a este dilema. Por el momento, tres millones han regresado a Siria desde la caída del anterior régimen.

Los recortes en la ayuda humanitaria de diversas naciones e instituciones internacionales en los últimos años ya tienen un impacto en la vida de los refugiados, quienes, en algunos casos, se ven forzados a repatriarse al no recibir ninguna asistencia ni conseguir empleo en Jordania. Reem Mohammad Alrifai, de 30 años, es un ejemplo del recorte de la financiación. Llegó a Zarqa, en Jordania, en 2012. La joven madre no quiere volver ahora, pero el deseo de que sus hijos estudien es mayor que sus miedos. “Me llamaron hace unas semanas para informarme de que ya no podrán financiar los estudios de mis hijos a partir del próximo semestre”, comenta Reem. Con tres criaturas de 15, 13 y 9 años, va a regresar a su país natal en unos meses, donde estudiar es más barato, ya que no puede permitirse los 300 dinares jordanos (360 euros) que cuesta un trimestre de escolarización en Jordania.

Reem, refugiada siria, en el campamentos de refugiados de Zaraq, Jordania

Más allá de los recortes en la ayuda humanitaria, otros factores económicos y administrativos condicionan las decisiones de retorno de miles de refugiados sirios en Jordania. La falta de recursos financieros es una barrera para quienes quieren empezar una nueva vida en Siria, ya que no pueden cubrir sus necesidades básicas, como una vivienda, debido a los exorbitantes precios. Regresar sin ahorros ni una oferta laboral supone asumir un riesgo que pocos pueden permitirse.

Sin recursos económicos en Jordania y ante la moribunda economía siria, que registra una tasa de paro del 25%, los jóvenes sirios prefieren quedarse en el país de acogida, especialmente si tienen empleo. Con una moneda más fuerte y una menor inflación, los trabajadores en Jordania pueden enviar divisas a sus familias en Siria. Así, aunque el deseo de retorno sea fuerte, se ha de contar con la capacidad financiera para hacerlo.

Las deudas les atan a su país de acogida

Israa Mustafa Al-Ghazali, de 30 años, ha tomado la decisión de volver a Siria con sus cuatro hijas menores. Su marido no irá con ellas, ya que no puede viajar al haber acumulado deudas en Jordania. Para ella, el regreso no es fácil, pero está feliz de volver a ver a sus padres y hermanos. La historia de Israa no es una excepción. Según ACNUR, el 43% de las familias que regresan a Siria lo hacen separadas, con uno o varios miembros obligados a quedarse atrás.

Israa llegó a Jordania siendo adolescente, donde estudió maquillaje y peluquería, pero nunca ha podido ejercer en su especialidad. “En Siria quiero intentarlo. Aquí es muy difícil”, explica, esperanzada, la joven mientras sostiene en brazos a su hija de dos años. En Jordania, las oportunidades laborales para los extranjeros son cada vez más escasas; por eso, muchos se ven forzados a pedir préstamos para cubrir necesidades básicas, como el alquiler o los servicios médicos. La acumulación de deudas les impide a muchos retornar, ya que en la frontera no les dejan salir del país si tienen problemas con la justicia por esas deudas. El cónyuge de Israa volverá a Siria cuando termine de pagar los créditos. “Mi esposo quiere regresar para trabajar, reconstruir su vida y volver a ver a su familia”, explica Israa, sin saber cuándo podrán volver a reunirse.

Una parte significativa de los refugiados sueña con vivir algún día en Siria, pero el retorno será lento y desigual ya que, por el momento, regresar no garantiza una vida mejor. Por ahora, solo una parte se atreve a volver, a menudo impulsada por la falta de alternativas en el extranjero. El resultado son familias fragmentadas que vuelven sin certezas, atrapadas entre el deseo de poner fin al largo destierro que nunca eligieron.

Etiquetas
stats