Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.
Enseñar a montar en bici es trabajar por la igualdad de género y la integración
A veces vamos tan deprisa y tan a lo grande que nos olvidamos de lo primero, que viene a ser lo esencial. Hablamos todo el rato de que hay que ir en bici, discutimos sobre la bondad, o no, de las infraestructuras, metemos caña con las políticas de la cuestión pero, ¿sabemos todos mantener el equilibrio?
“La infancia pasa y mucha gente no aprende, ésa es la realidad. En muchos entornos la bicicleta no está integrada y se ve sólo como ocio. Cuando una persona adulta se da cuenta de que la bici es un medio de transporte, una herramienta de movilidad, puede querer aprender”. Las palabras entrecomilladas son de Isabel Porras, una activista de la bici y de lo social en general, miembro de Santa Cleta, la tienda (y taller) sevillana generadora y catalizadora de inquietudes en torno a la movilidad y la ciudad.
Isabel, además de muchas otras cosas, lleva años enseñando a montar en bicicleta sobre todo a mujeres adultas, “más de 300”; muchas de las cuales han integrado la movilidad a pedales en su día a día, algo mucho más importante de lo que puede parecer a primera vista: “Todas de pequeñas hemos escuchado frases como ‘niña no te caigas’, ‘niña no te manches’... Lo que hacemos en los talleres bici no es sólo aprender a montar en bici, sino desaprender los límites que nos ha impuesto, el límite del miedo, el límite de pensar que no nos debemos caer o no nos podemos manchar. Muchas mujeres que han aprendido a montar lo han vivido como una verdadera liberación”.
La bici es una herramienta de transformación social, está claro, pero también individual, no lo olvidemos. La bici, que tanto hizo por la emancipación de la mujer en su primer bum de principios del siglo XX, puede seguir haciéndolo ahora. Y lo hace gracias al trabajo de personas como Isabel, que ahora quiere compartir su experiencia a través de un libro, Sin Cadenas. Guía Exprés para aprender a montar en bici, que está en fase de financiación a través de una campaña de crowdfunding en Goteo.org.
“Con la financiación colectiva queremos que las personas interesadas hagan una pre-compra del libro con una recompensa extra. Pero va más allá. Se trata de visibilizar la desigualdad del uso de la bici para poder cambiarla. Y queremos también seguir financiando clases gratuitas a personas que lo necesitan”, explica.
Inclusión, por tanto, no sólo de género, también para otros colectivos. “Ahora mismo estamos trabajando junto a la Asociación Acontramano y Sevilla Acoge para enseñar a montar en bici a personas de colectivos en riesgo y a población inmigrante. En ciudades como Sevilla, con el uso de la bici implantado y facilidades de orografía e infraestructuras, es fácil ver a una mamá con la bici y su silla de niño acoplada yendo al cole o a personas mayores en bici. Por eso, quienes llegan a la ciudad y no saben montar quieren aprender porque se dan cuenta de la mejora de la movilidad que les supone. Imagínate la independencia que le da a una mujer que limpia cuatro casas al día, cada una en un barrio distinto”.
Una sonrisa gigante
Le pregunto a Isabel cómo es el proceso y cómo lo viven esas personas: “Muchas vienen con inseguridad, ‘¿de verdad podré aprender?’, ‘¿a mi edad?’. El acompañamiento que hago es desde el apoyo, desde el ‘sí, vas a aprender'. Más del 90 por ciento lo sacan. Hay algunos casos más complicados, de gente con fobia, ésos son los que más tiempo llevan, porque del miedo no se atreven a subir los pies a los pedales, hay que hacer caer ese muro mental... hasta que sucede la magia y sale solo, como si estuvieran haciendo algo que sabían hacer de toda la vida. El final de la historia suele tener una sonrisa gigante”.
Y si la historia individual tiene final feliz, la colectiva igual. Ya sabemos que ciudades con más bicis son mejores ciudades pero es que, además, la igualdad de género en movilidad ciclista es también señal de buena salud. Lo explica Isabel: “Una ciudad tiene bien desarrollada su infraestructura y sus transportes cuando realmente hay paridad en su uso y la ciudad y los transportes son utilizados tanto por mujeres como por hombres. Por eso hay que apoyar que las mujeres vayan en bici, porque es la mejor forma desarrollar los transportes y mejorar la movilidad de las personas”.
Y, por eso, añado, hay que apoyar la financiación de Sin Cadenas. Guía Exprés para aprender a montar en bici, porque, incluso para los que ya vamos en bici, es una causa colectiva que merece la pena.