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Despidos y subcontratas: así crea su imperio el 'Amancio de los hoteles', amigo de Rajoy

El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy y el presidente del grupo hotelero, Amancio López Seijas, durante los actos del 40º aniversario del grupo hotelero Hotusa.

Analía Plaza

Un plantel de distinguidas personalidades del mundo político, académico y empresarial desfilará el próximo 3 de octubre por los jardines que miran al mar del Gran Hotel La Toja, situado en la isla gallega del mismo nombre. Entre los invitados hay cargos de la talla de Pablo Isla, presidente de Inditex, Cristina Gallach, alta comisionada para la Agenda 2030 en España, Steve Pinker, catedrático de Harvard y Josep Piqué, exministro del Gobierno, además de los expresidentes Felipe González y Mariano Rajoy y el actual presidente en funciones, Pedro Sánchez. No es la primera vez que Rajoy pasa por allí: es amigo del organizador y dueño del hotel, el empresario Amancio López Seijas, y suele acudir en navidades. En las de 2016 se pegó un baile en la pista al ritmo de Mi gran noche, la legendaria canción de Raphael.

“Se comentaba que podía asistir hasta Merkel. No es un hotel cualquiera. Es un cinco estrellas de lujo, con inmensos jardines y un balneario a pie de playa”, comenta Rogelio Padín, un trabajador de mantenimiento que lleva más de veinte años allí. “La isla de La Toja tiene su prestigio, pero ahora lo utilizan como si fuera un hotel de veraneo cualquiera”.

Padín es de los pocos empleados fijos que quedan en el Gran Hotel. A sus espaldas carga un largo periplo de enfrentamientos con su empresa, Arcatis SL, sociedad dependiente del holding Hoteles Turísticos Unidos SA. Hotusa, como se abrevia, es uno de los principales grupos hoteleros de España tanto por número de habitaciones como por facturación. Parte de su modelo de negocio consiste en lo que hizo en La Toja: primero entró a gestionar pagando un alquiler al propietario (hasta 2016, el Banco Popular; a partir de 2017, el Banco Santander) y más tarde se lo compró. Entre medias, sacó la tijera y recortó plantilla. Padín fue uno de los afectados. Hasta 2014, el hotel lo gestionó Hesperia.



“Entraron en junio de 2015, hicieron un expediente de regulación temporal de empleo voluntario, luego uno obligatorio y a partir de ahí, despidos”, cuenta. La plantilla se redujo de 78 a 35 personas, según datos de Comisiones Obreras. A los trabajadores que quedaban les pasaron de indefinidos a fijos discontinuos, al tiempo que reducían la temporada del hotel (antes abría todo el año; ahora, siete meses). Padín, integrante del comité de empresa, se negó a firmar. Lo despidieron, fue a juicio, ganó y tuvieron que readmitirlo. “Ahora están locos por echarme”, reconoce.

Su compañera Isabel Montenegro tiene una historia similar. Llevaba media vida como camarera de piso en la casa cuando entró Hotusa y la despidió. “Estuve en el comité de empresa 16 años. En las primeras reuniones con directivos, el señor José María Barrán (director del hotel) dijo que tenía una sensibilidad muy grande por las camareras y que no las quería mayores de 55 años. Quería jubilarnos. Yo me identifiqué, dije que eso no iba a ser posible y le cambió la cara. Más tarde tomó fijación porque veía que desde el comité le alborotaba el gallinero”.

Sus compañeras firmaron las nuevas condiciones. Ella fue despedida y demandó, pero el día del juicio abandonó. “Tenía 61 años. Si me reincorporaba como Rogelio, me iban a provocar y despedir a la semana siguiente. Decidí no seguir”. Antes, frenó el primer intento de externalización del servicio de camareras de piso. “Querían subcontratarnos. Estaba hecho, pero le dije al presidente del comité que si firmaba mi externalización le clavaría el bolígrafo en la mano”, continúa. “A principios de este año volvieron a intentarlo y yo las asesoré por detrás”. Tras su despido acudió como representante de Las Kellys al Parlamento Europeo y pronto será nombrada presidenta de Las Kellys en Galicia.

Los trabajadores recuerdan los viajes en invierno de Rajoy con su familia y la de Amancio López al hotel, cuando abren una parte solo para ellos aunque esté cerrado. El expresidente y Amancio López Seijas fueron juntos a la escuela en León. “Son amigos íntimos”, dicen. Por eso no extraña que la reaparición del primero sea en el evento de octubre, uno de los saraos políticos que monta López Seijas, 'el otro Amancio' de Galicia. Hay quien compara esta amistad con la de Antonio Catalán, fundador de AC Hoteles, y José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, un abismo separa a los dos empresarios: mientras que Catalán se ha hecho famoso por pedir la subida del salario mínimo, la derogación de la reforma laboral y por no subcontratar a sus 'kellys', López Seijas no duda en recortar costes salariales allá donde va, amparado por la reforma laboral de su amigo Rajoy.

“López Seijas es vieja escuela”, resume un profesional del sector. “Es un perfil tipo Díaz Ferrán, Juan José Hidalgo... Todos los años monta un foro antes de Fitur que huele a naftalina y corbatas, en el que hablan políticos que no aportan nada. No está bien considerado. Catalán es mucho más respetado, es el único empresario del turismo del que nunca he oído nada malo”.

“[Hotusa] Son lo peor”, añade Montenegro. “Yo trabajé con Hesperia. Eran gente muy recta, pero nuestros derechos los respetaron siempre”. El historial de conflictos entre Hotusa y sus trabajadores es largo y crece casi al mismo ritmo que su facturación y beneficios, multiplicados por cinco en los últimos nueve años según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. Para Comisiones Obreras, el sindicato que más guerras ha tenido con la empresa, representan “la peor cara B del turismo”.

Hotusa ha declinado responder a varias preguntas sobre la trayectoria de López Seijas y sobre su modelo de gestión.



Un hombre hecho a sí mismo

Amancio López Seijas nació en Chantada (Lugo) en 1955, el mismo año que Mariano Rajoy. Con 17 años, ha contado varias veces, se fue a buscar trabajo a las Islas Baleares. Encontró su primer empleo como cajero en un hotel de Menorca, el segundo como recepcionista en un hotel de Mallorca, dos años después se mudó a Barcelona, hizo la mili y al terminar empezó “su proyecto de empresa”. Corría el año 1977.

La idea de Hotusa era que hoteles independientes se asociaran para competir con grandes cadenas, lo que cristalizó en una central de reservas. Tras casi veinte años de andadura, la evolución natural de la empresa sería no solo vender habitaciones de hotel, sino también gestionarlos. “Con la gestión de la Ciudad de Vacaciones Monte do Gozo, un gran complejo residencial en Santiago de Compostela [desde donde los peregrinos divisan la catedral], el grupo inicia su andadura en la gestión y explotación directa de establecimientos hoteleros”, dice su página web. No dice que la Xunta le rescindió el contrato dos años antes de que terminara debido al lamentable estado de las instalaciones, que Hotusa descuidó.

En 2005, lanzó su propia marca: Eurostars Hotels. Entre esta enseña y Exe Hotels, Hotusa tiene hoy casi 200 hoteles en todo el mundo. De los más de mil millones que ingresa al año, algo menos de la mitad corresponden a la gestión hotelera y el resto a la central de reservas (Restel) y a la comercializadora (Keytel). Es decir: controla toda la cadena del negocio. En los últimos años también ha entrado en el inmobiliario. Compró el Gran Hotel de La Toja y el Isla de Toja al Santander, el edificio de Correos de Logroño a Correos, el Hotel Monasterio de San Miguel del Puerto de Santa María al BBVA... y así hasta 21 edificios más, según datos de Alimarket. El 33% de sus habitaciones son ya en propiedad, frente al 61% de alquiler.

Todo esto se ejecuta a través de un complejo conglomerado de más de 200 sociedades. Actualmente, 'el Amancio de los hoteles' tiene cargos en 352 empresas en toda España.

Condenas por acoso, demandas por extorsión

El modus operandi de Hotusa se repite cada vez que entra a un hotel. Un año antes de desembarcar en la Isla de la Toja, la empresa se hizo con la gestión de La Reconquista en Asturias, el hotel en el que se entregan cada año los premios Princesa de Asturias. Este es un edificio emblemático, propiedad de la empresa pública Hostelería Asturiana (Hoasa), que siempre ha sido gestionado por terceras compañías, como Meliá. En 2014, Hoasa le adjudicó un nuevo contrato a Hotusa, que llegó en agosto y en quince días ejecutó su primer despido, pese al compromiso que tenía de mantener todos los puestos.

“Era una fórmula de contrato nueva. El interés de la plantilla era permanecer en el hotel y mantener las condiciones. En el pliego eso se mantenía. Pero a las dos semanas de entrar despidieron a la jefa de calidad”, explica una antigua empleada. “Empezaron las modificaciones de puesto, la supresión de departamentos, la externalización de las camareras de piso y el servicio de lavandería...”. En diciembre ya eran siete los empleados despedidos. En enero, Hotusa despidió al octavo: un señor que, como muchos, llevaba media vida allí y al que le quedaban cinco días para cumplir 62 años y poder prejubilarse.

Las primeras sentencias por despidos improcedentes llegaron en 2015. Entre ellas hubo otra que condenó por acoso moral a la gestora de La Reconquista (Opalo Hotels, propiedad de Hotusa) y a su director, José María Barrán. La sentencia consideraba hechos probados que se había vulnerado el derecho a la dignidad e integridad física y moral de la trabajadora, pues la empresa la dejó sin trabajo efectivo al comenzar a gestionar el hotel. Ella, que hasta entonces era directora de alojamiento y operaciones, pasó a ser jefa de recepción. Se quedó sin despacho ni sitio donde trabajar y fue “objeto de constantes desaprobaciones” y “órdenes contradictorias”. La sociedad y el director recurrieron, pero la sentencia fue ratificada por el Supremo.

José María Barrán es, por su parte y según varios empleados, la mano derecha de López Seijas y responsable de la zona norte de Hotusa. Aunque ponga a otros directores, comentan, “es el pistolero que va por todos los hoteles”. En Santander también gestionan el Real Santander, propiedad de la familia Botín.

Tras los despidos y sentencias, el comité puso varias denuncias en la inspección de trabajo y consiguió llevar al pleno parlamentario, con Podemos e IU, una iniciativa para que Housa le rescindiera el contrato de La Reconquista a Hotusa. “Ahí empezó la represión bestial contra el comité”, explican fuentes conocedoras del proceso. El culmen fue que la empresa demandara a la entonces presidenta del comité, Raquel Agüeros, por injurias, calumnias, extorsión y coacciones.

Agüeros sufrió una crisis de ansiedad, estuvo de baja y en tratamiento y fue absuelta. Cuando en enero de 2018 un grupo de estudiantes, jubilados y sindicalistas interrumpió una rueda de prensa de Fitur en el hotel al grito de “Raquel somos todas” el caso estalló. La Fiscalía pedía para ellos multas de hasta 2.500 euros por desórdenes públicos; la acusación particular, ejercida por la directora del hotel y un delegado de UGT, seis meses de cárcel, aunque la Fiscalía retiró esta semana todas las acusaciones.

“Hotel que cogen, hotel que se cargan”

La protesta de los autodenominados 'Once Solidarios del Reconquista' es, además de un ejemplo más de las prácticas de Hotusa, una curiosa metáfora de su gestión. Si cada vez que entran a un hotel despiden a parte de la plantilla y la sustituyen por trabajadores en prácticas, la calidad del servicio cae. “No tiene nada que ver este hotel con el que teníamos hace veinte años”, resume la empleada consultada. “Hace años era impensable que once personas pudieran entrar pacíficamente y llegar a un salón donde se celebra un acto institucional. Los accesos son los mismos. Pero no hay gente”.

Esto queda reflejado en las cuentas de la sociedad, donde en los últimos diez años el gasto en personal ha caído más de la mitad.



El resultado, en cambio, ha entrado en números negros solo desde la llegada de Hotusa, y eso que los ingresos también han disminuido. Una de las primeras medidas que tomó el grupo fue bajar el precio de las habitaciones, algo que destacan también en el Gran Hotel La Toja —“¡han llegado a estar a 50 euros y es un 5 estrellas!”, señala Rogelio Padín— y en hoteles como el Eurostars de las Cuatro Torres de Madrid, propiedad de Testa. Este es un hotel de 473 habitaciones en una zona poco turística, más bien de negocios, al que al menos al principio le costaba mucho llenar y terminaba tirando los precios en fin de semana para atraer a parejas jóvenes. Es también un 5 estrellas de lujo en el que hoy mismo es posible encontrar habitaciones por 165 euros. Por comparar: el Casual del Teatro Madrid, un hotel de dos estrellas en el centro, las tiene a 125 euros.

“Aquí el negocio no es ni la ocupación ni el precio medio”, apunta la empleada del Reconquista. “Es la reducción de los costes salariales”. Todos los consultados también recuerdan la multa de 2,6 millones que le cayó a una de las empresas de 'kellys' que Hotusa tenía contratada en Sevilla, Externa Team, por incurrir en fraude de ley al contratar a 275 camareras de piso con falsos contratos de formación. Preguntado por si siguen trabajando con esa empresa, el departamento de comunicación de Hotusa ha asegurado “no disponer de esa información”.

“Hotel que cogen, hotel que se cargan”, resumen fuentes del sector. “Como van a sacar dinero rápido y lo cogen en gestión, meten cosas más baratas para intentar mejorar el margen. Y una vez que cogen tal volumen les es fácil cuadrar las cuentas. Pero están muy mal considerados por los profesionales”.

No todos los hoteles gestionados por Hotusa son rentables. El Eurostars de las Cuatro Torres, por ejemplo, aún no ha dado beneficios y eso que lleva casi diez años abierto. Los mismos que ha tardado López Seijas en inaugurarlo oficialmente: no lo hizo hasta el pasado doce de septiembre, cuando ofreció una cena a la que acudieron personalidades como la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, la exministra de Trabajo Fátima Báñez, la expresidenta del Congreso de los diputados Ana Pastor y varios exministros socialistas.

Puede que muchas de las nuevas adquisiciones del grupo Hotusa corran la misma suerte y tarden décadas en dar un duro. O no, porque el 'otro Amancio' sea capaz de apretar tanto en costes que lo consiga. El informe de Alimarket que analiza sus últimas adquisiciones señala que “salvo pocas excepciones, los hoteles adquiridos por Hotusa tienen historias problemáticas y presentan ratios más bien modestos de ocupación, revpar (beneficio por habitación) y ADR (tarifa media diaria)” pero reconoce la “capacidad de Amancio López para sacar partido de establecimientos en dificultades con su red de distribución y central de compras, principalmente”.



“La ocupación suele subir porque bajan el precio. Y los canales de reserva son suyos, así que queda todo dentro del grupo”, valora la empleada del Reconquista. “Pero el cliente cambió por completo. Lo que nos diferenciaba era el servicio. Y donde antes había una plantilla de seis botones ahora hay solo uno al que llaman 'auxiliar de recepción'. Y así puede hacer también el check-in”. Para un cinco estrellas, es una calidad muy regular.

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