Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Alemania, dispuesta a frenar a Merck y BASF en la batalla con China por los chips

Depósito de productos químicos de BASF.

Aldo Mas

Berlín —

21

La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania no sólo ha puesto de relieve la importancia de las dependencias internacionales que ha ido desarrollado Alemania en las últimas décadas. El país del canciller Olaf Scholz ya había tenido que hacer tremendos esfuerzos en el último año para lograr la independencia energética del régimen del presidente Vladimir Putin. Sólo desde que empezó este 2023 Alemania se ha hecho independiente del gas, el petróleo y el carbón ruso. 

Pero sólo en proteger el pasado invierno a familias y empresas Scholz y compañía se sacaron de la manga un criticado plan dotado con 200.000 millones de euros. Grandes empresas alemanas han sufrido por perder en Rusia partes importantes de sus negocios como consecuencia de la guerra y las sanciones contra Moscú.  

El sufrimiento económico alemán no ha terminado. Porque el hostil comportamiento ruso ha llevado a que en Berlín se analice qué tipo de relación ha de mantener Alemania con China. El régimen de Xi Jinping parece que es incluso una mayor amenaza económica para Alemania que Rusia. La dependencia germana de la economía china es mayor. 

Tanto es así que China es el mayor socio comercial de Alemania. El comercio entre ambas naciones alcanzaba los 300.000 millones de euros, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores teutón. En 2021, el dato era de 245.000 millones de euros. “La dependencia alemana de China es más compleja que la de Rusia. Afecta a materias primas importantes, nuevas tecnologías y también a un enorme mercado”, subrayan a cuenta de la relación sino-germana en la Agencia Federal de Educación Cívica, centro público destinado al estudio de la realidad alemana.

Precisamente en esas áreas tan importantes de la economía está buscando Alemania “desacoplarse” de China, según el término más empleado de un tiempo a esta parte entre los analistas. En esta lógica, la agencia estadounidense Bloomberg daba cuenta esta semana de que ese desacople va a implicar que sufran grandes empresas germanas como son la multinacionales especializadas en síntesis de productos químicos Merck y BASF. Entre las muchas cosas que hacen esas empresas figura la prestación de servicios esenciales para la creación de chips.

Alemania ha pisado el acelerador para convertirse, en Europa, en una potencia fabricante de semiconductores. De ello dan cuenta los casi 7.000 millones de euros que el Estado alemán va a poner a disposición de la tecnológica estadounidense Intel para levantar en Magdeburgo una fábrica de chips. En la ciudad de Dresde, está proyectado que termine instalándose el fabricante de chips estadounidense Wolfspeed.

Sin embargo, esa estrategia de traer el negocio de la fabricación de chips a suelo alemán tiene un coste que va más allá de la subvenciones a las firmas estadounidenses. Por lo menos para Merck y BASF, que habían apostado considerablemente en el sector de los semiconductores en China.

De acuerdo con Bloomberg, el Gobierno alemán está estudiando un paquete de medidas para limitar las exportaciones a China de productos químicos como los que generan Merck y BASF para la producción de semiconductores. “La propuesta forma parte de un paquete de medidas que el canciller Olaf Scholz está debatiendo para cortar a China el acceso a bienes y servicios necesitados para la producción de semiconductores avanzados”, se lee la información de la agencia estadounidense, que cita “fuentes cercanas” a los debates internos del Ejecutivo teutón.

En la prensa económica alemana, las intenciones de Scholz y compañía se han visto como una amenaza para Merck y BASF. “Los planes de Berlín amenazan los negocios chinos de Merck y BASF”, apuntaba en titulares, por ejemplo, la publicación semanal Manager Magazin, uno de los grandes referentes de la información económica en Alemania.

Empresas con inversiones multimillonarias en China

Se da la circunstancia que BASF, para este 2023, contaba con planes ambiciosos en China. Hasta ahora, la actividad BASF en suelo chino representaba un 15% de su volumen de negocio. La firma está en fase de expansión en ese país, con planes de desarrollo que de aquí a 2030 implicarán inversiones de cerca de 10.000 millones de euros, según ha recogido en sus páginas económicas el diario generalista berlinés Berliner Zeitung.  

El presidente de la compañía, Martin Brudermüller, explicó que la intención de BASF era aprovechar la rentabilidad que ofrece China en vista de que el negocio en Alemania ha pasado a ser algo preocupante. “Estamos cada vez más preocupados por nuestro mercado nacional. La rentabilidad no está ni cerca de lo que debería”, señalaba Brudermüller esta semana en la reunión que celebró en Mannheim la junta general de accionistas. BASF es uno de los mayores actores internacionales de su sector. 

Considerables también son los esfuerzos que Merck ha venido haciendo en China. Esta otra empresa, según la describen en Bloomberg, fabrica productos tecnológicos “que se encuentran en casi cualquier chip del mundo”. De aquí a 2028 y sólo en un proyecto presentado el año pasado para la fabricación de productos farmacéuticos en China, la empresa alemana tiene intención de invertir 100 millones de euros. 

Pero está por ver si iniciativas como esa, o la valorada en 10.000 millones de euros de BASF, se van a ver afectadas por el bloqueo tecnológico a China que están estudiando Scholz, según Bloomberg. Ante los planes del Gobierno alemán revelados por esta agencia estadounidense, tanto en Merck como BASF preferían guardar silencio en un primer momento.

Cierto es, en cualquier caso, que la dependencia alemana de China nunca fue tan grande. En productos tecnológicos, hay datos que hablan por sí solos. Por ejemplo, según un estudio publicado a principios de año por el Instituto para la Economía Mundial de Kiel (IfW, por sus siglas alemanas), el 80% de los ordenadores portátiles que importa Alemania vienen de China. En el interior de esos ordenadores, a buen seguro hay chips también fabricados en China que Scholz y compañía quisieran ver producidos en Alemania.

Etiquetas
stats