Una pyme española, contra el gigante chino ZTE: compraron 48.000 móviles y el fabricante les forzó a malvenderlos
A finales de 2018, el empresario Yahya Baradi —con sede en el barrio de Villaverde, en Madrid— se vio con un enorme marrón entre manos.
Baradi, cuyo apellido da nombre a la empresa Baradi Distribuciones Mayoristas, había comprado 47.800 teléfonos a la compañía china ZTE que no podía vender. O podía venderlos, pero por debajo del precio al que los había comprado, lo que significaba perder mucho dinero. ¿La razón? ZTE había paralizado la venta de terminales en España y las abusivas condiciones que imponía a sus distribuidores impedían a Baradi gestionar con rentabilidad ese 'stock'. En las mismas fechas, el fabricante empezó a sufrir en sus carnes el bloqueo de Trump, que prohibió a todas las empresas estadounidenses venderle componentes.
Baradi, que hasta ese momento tenía una buena relación comercial con ZTE, se vio entre la espada y la pared. “Habíamos hecho una compra millonaria. Por una serie de circunstancias y del bloqueo internacional, nos quedamos con el marrón”, explican Baradi y Pedro Maroto, su director financiero. “Teníamos esos teléfonos que no se podían vender, porque cualquier venta de distribución oficial tiene que ir apoyada por el fabricante. Al final, como no llegábamos a un acuerdo, tuvimos que poner una demanda porque esa manera de trabajar no era legal”.
La empresa tuvo que malvender los teléfonos, pedir refinanciación a los bancos para sobrevivir y despedir a cinco trabajadores.“Teníamos un 'stock' grandísimo y nada de apoyo por su parte para venderlo”, señalan. “Fueron a hundirnos”. Ahora, reclaman cinco millones a la filial española de ZTE por competencia desleal. La demanda ha sido admitida a trámite. Ganarla le haría un buen roto en las cuentas a ZTE España, cuyo negocio ha caído un 40% en el último año, pasando de facturar 66 a 37 millones de euros y dar pérdidas de 1,7 millones en 2018. Al cierre de este artículo, el fabricante no había contestado a una solicitud de información de este diario.
Las condiciones del gigante chino
ZTE es un proveedor de teléfonos móviles con sede en Shenzhen, en China. Sus teléfonos son de gama media —entre 200 y 400 euros— aunque también tienen algunos de gamas alta y baja. Baradi los distribuía en España desde 2015, aceptando sus condiciones unilaterales.
ZTE marcaba el precio al que vendía sus teléfonos a Baradi y el precio al que Baradi se los podía vender a la tienda, que era inferior. Posteriormente, ZTE hacía un “ajuste” para pagarle el margen y permitirle ganar dinero. Pongamos el ejemplo de un móvil que se vendiera a 210 euros en tienda. Baradi lo habría comprado a 192 euros a ZTE y se lo habría vendido a 170 a la tienda. Solo después de cumplir ciertos requisitos, Baradi podría recuperar esos 22 euros mediante una liquidación. Así, y según señala la demanda, “ZTE controlaba todo el proceso de distribución e impedía que el mayorista realizara operaciones comerciales, puesto que si dichas operaciones no eran previamente autorizadas se exponía a perder la devolución”.
En los últimos meses de 2017, Baradi se preparó para la campaña de Navidad y compró teléfonos por valor de casi 8 millones de euros. Era casi todo el presupuesto dedicado a ZTE del año. Pero una vez los tuvo, el fabricante chino negó sistemáticamente su venta al no autorizar la liquidación. Esto es: si Baradi decidía vender los teléfonos lo iba a hacer perdiendo dinero, porque ZTE no le iba a pagar la diferencia.
Aunque al principio no sabían a qué se debía, a la empresa madrileña llegaron las noticias de que Trump prohibía a las empresas estadounidenses vender componentes a ZTE. También de la crisis reputacional de los fabricantes chinos en Estados Unidos. Poco después, ZTE comunicó a todos sus proveedores que paralizaba la venta de teléfonos en España. Pese a ello —y pese a que ZTE sabía que esto iba a pasar— no dejó de cobrar ni un céntimo a Baradi. Así que la empresa se vio con casi 48.000 teléfonos que se depreciaban a medida que pasaba el tiempo.
“Al final los malvendimos a distribuidores habituales”, explican desde la empresa. “ZTE dijo: si los malvendes, allá tú. Estás rompiendo las cláusulas”. En un momento dado y viendo la actitud de ZTE, Baradi dejó de pagarle 1,3 millones, lo que terminó costándole un dolor de cabeza más: ZTE lo declaró como impagado a Sinosure, la aseguradora de crédito y caución a la exportación china, y esta bloqueó sus operaciones con otros fabricantes chinos. “Esto agravó mucho más nuestra situación”, comentan.
“Llevamos 22 años en el sector. Hemos llegado a ser líderes en otros fabricantes. A otras empresas las han apoyado para vender estos terminales. Y nosotros teníamos un volumen en el que necesitábamos de ellos para poder vender”, concluyen los responsables de la firma. Tras firmar un acuerdo de refinanciación con el banco que les dio “oxígeno”, los dueños esperan ahora que la demanda sirva para algo. Y que si no, al menos la imagen de ZTE quede dañada. “No nos han ayudado para nada. Han ido a hundirnos”.
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