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El INE eleva 4 décimas el crecimiento del PIB en 2021, hasta el 5,5%, por el mayor consumo de las familias

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, interviene en el desayuno informativo de Fórum Europa, celebrado este jueves, en Madrid.

Daniel Yebra

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La economía de España está todavía más lejos de lo que se calculaba hasta ahora de recuperar el PIB (Producto interior bruto) previo al shock de la pandemia. El Instituto nacional de estadística (INE) ha revisado este jueves sus cifras sobre el crecimiento de la actividad durante el año pasado y en 2020. Respecto a 2021, ha elevado 4 décimas el incremento del PIB, hasta el 5,5%, por el mayor consumo de las familias. Sin embargo, el golpe de la COVID fue incluso peor: la contracción fue del 11,3%, 5 décimas más profunda.

El PIB se quedaría entonces, a cierre del segundo trimestre de este 2022 a un 2,8% del nivel del cuarto trimestre de 2019, de justo antes de la pandemia. Tres décimas más lejos que antes de esta actualización, cuando ya era la economía más retrasada en la recuperación entre las grandes de la eurozona. Después de ser también una de las más dañadas por el mayor peso del turismo, que hasta este verano no ha vivido su primera temporada alta completa, sin restricciones, precisamente desde 2019.

“Esta revisión del INE [ya con nueva presidenta, Elena Manzanera] se traslada directamente al crecimiento en 2022 y también a las previsiones”, lamentan distintos economistas. Un mayor rebote en 2021 significa más inercia en el inicio del año, en el que España ha destacado por sus cifras de crecimiento, pero podría suponer también un desinflamiento en la segunda mitad, que sufre ya el frenazo por la crisis energética, y de inflación en general, y por la incertidumbre por la invasión rusa de Ucrania.

“Esta revisión certifica la fuerte recuperación de la economía española que vienen mostrando todos los indicadores económicos, impulsada por la fortaleza de la demanda interna y el buen comportamiento del mercado laboral”, defienden desde el Ministerio de Asuntos Económicos.

“Los datos de la Contabilidad Anual recogen una mayor aportación de la demanda interna, que creció un 5,2% frente al 4,7% del avance, gracias al mayor dinamismo del consumo de los hogares, que creció el 6%, 1,4 puntos más que los datos avanzados. Por su parte, se mantiene el crecimiento de la inversión, si bien se ajusta a la baja, así como el consumo de las Administraciones Públicas”, detallan desde Economía. “La demanda externa se revisa ligeramente a la baja, aunque mantiene la aportación positiva, que se situó en el 0,3%”, concluyen.

Las estimaciones apuntan a que España evitará una recesión técnica [dos trimestres consecutivos de contracción de la actividad económica], en próximos meses. Unas previsiones que también señalan que Alemania y otras economías más dependientes del gas ruso sí sufrirán más en otoño y en inversión por la amenaza de un corte del suministro.

El daño de las subidas de precios desbocadas y de los incrementos de los tipos de interés [como receta del Banco Central Europeo (BCE) para dejar de alimentar la inflación] en el consumo y en la actividad empresarial será más palpable en nuestro país en 2023.

“El crecimiento en 2022 aumenta debido a que el segundo trimestre fue más fuerte de lo esperado y a que prevemos un tercer trimestre decente”, afirma Rubén Segura-Cayuela, estratega de Bank of America. “El último tramo de la normalización (sobre todo después de lo que parece haber sido una muy buena temporada turística) está ayudando en la parte media del año”, prosigue.

“Y creemos que España logrará evitar una recesión técnica. Sin embargo, aunque evitará el racionamiento [de energía] dada la menor dependencia del gas ruso, pensamos que el shock del precio de la energía y la persistente incertidumbre del suministro pesarán sobre el país, especialmente dada la alta sensibilidad de la economía española a los precios persistentemente altos”, lamenta el economista.

Bank of America y otras instituciones reconocen así la explosión de demanda ante la primera temporada turística sin restricciones por la COVID desde 2019, y el impulso que suponen los estímulos de la pandemia y los que ahora se han desplegado frente al impacto de la invasión rusa de Ucrania, pese al golpe de la inflación originada precisamente en la crisis energética exacerbada por la guerra.

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