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AVS, la empresa vasca que coloca a Euskadi en la órbita de la carrera espacial

El prototipo LUR-1 en la 'sala blanca' de la empresa AVS en Miñano, durante una visita del lehendakari.

Belén Ferreras

Vitoria —

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LUR-1 es el nombre del satélite que orbitará a partir de 2024 alrededor de la Tierra a una distancia de 500 kilómetros. Pesa 57 kilos y transportará con él sofisticadas cámaras de alta definición que registrarán imágenes precisas de la Tierra, en principio centrándose en la geografía vasca. Será el primer satélite íntegramente 'made in' Euskadi, con lo que el País Vasco se coloca en la órbita de la carrera espacial. Detrás de este proyecto está la empresa vasca AVS (Added Value Solutions), que no es nueva ni mucho menos en lo de trabajar en el mundo aeroespacial. De hecho, aporta tecnología a la misión del 'Perseverance' con la que que se está explorando Marte. Pero el lanzamiento de LUR supone todo un hito en la historia de esta compañía, porque se trata de la primera misión íntegra que realiza. Es decir, la empresa vasca, que hasta ahora ha trabajado como proveedora de piezas o componentes críticos para grandes misiones espaciales, es ahora la que idea el proyecto, lo fabrica y prueba, y, una vez lanzado al espacio, será también la que lo controle desde tierra, reciba los datos que envíe el satélite y los procese. Todo un hito para una empresa que nació en Elgoibar en 2006, que tiene ahora alrededor de 200 trabajadores y que ha demostrado que es capaz de competir al más alto nivel con los grandes del sector para hacerse hueco en los proyectos capitaneados por la NASA o la Agencia Espacial Europea.

“Conseguir llevar a cabo una misión íntegra es un hito muy importante para la empresa, es un salto cualitativo”, señala Cristina Ortega, directora del área de Espacio. “Normalmente una misión espacial se divide en tres segmentos: el segmento espacio, que es el satélite propiamente dicho; el segmento terreno, que es toda la infraestructura que tenemos para recibir los datos; y el segmento usuario, que es cómo procesamos esos datos para convertirlo en un producto que pueda ser utilizado por los usuarios. Es decir, hasta ahora éramos proveedores de sistemas críticos del segmento aeroespacial. Es decir, proveíamos equipos para grandes misiones. Con LUR-1 lideramos la misión completa: desarrollamos el satélite completo con todos sus subsistemas, vamos a tener la sala de control aquí, una antena parabólica en el techo de cinco metros de diámetro que recogerá todos los datos de LUR y vamos a procesar esos datos para ofrecerlos a los clientes”. “Esto complementa nuestras capacidades de negocio”.

El crecimiento de este área en los últimos años ha llevado a la empresa a instalar en un pabellón en el Parque Tecnológico de Alava, en Miñano, toda su área aeroespacial, porque se necesitaba ya más espacio para desarrollar proyectos cada vez más complicados. En Miñano, será donde instalará también la antena parabólica que recibirá los datos y el puesto de control del satélite. Se da la casualidad de que esta sede del Parque Tecnológico de Álava, que visitó la semana pasada el lehendakari Iñigo Urkullu, ocupa parte del espacio que en su día albergó el proyecto de Épsilon-Euskadi, la Fórmula 1 vasca, apoyado con fondos públicos, que finalmente resultó fallido.

El pabellón alavés en el que se concentrarán todos los trabajos aeroespaciales de esta empresa, acoge la denominada 'sala blanca' donde se realizan las pruebas de los componentes entre las estrictas medidas de control de limpieza que se ha ampliado hasta los 400 metros frente a los 15 metros que tiene la que está en la sede de Elgoibar. Esto da una idea del crecimiento que prevé esta empresa a lo largo de los próximos cinco años en el área aeroespacial. Un periodo en el que según señala Ortega “está garantizada la carga de trabajo, lo que permitirá duplicar la plantilla y la facturación de la empresa”, que se sitúa actualmente en el entorno de los 20 millones de euros.

En la 'sala blanca' se controla el nivel de partículas de polvo que hay en el ambiente. “El satélite va a estar en vacío y expuesto a radiación. Si hubiera cualquier tipo de sustancia en cualquier parte del satélite, en vacío se evapora y puede acabar donde menos interese, como en la lente de una cámara. Por eso, todo tiene que desarrollarse en una condición de elevado control de limpieza” para que no se puedan distorsionar después los resultados. De momento, esta 'sala blanca' de la sede de Miñano está vacía. Tan sólo contiene un habitáculo en que se meterá el satélite para simular las condiciones de vacío y de temperatura que tendrá que soportar. Hasta ahora se ha estado trabajando en la sala de Elgoibar, aunque la alavesa se pondrá a funcionar a pleno rendimiento en las próximas semanas. Tampoco está ocupada la que será sala de control, porque a LUR-1 le queda todavía mucho camino por recorrer hasta que sea lanzado al espacio en abril de 2024. De momento, sólo hay un prototipo “estructural”, es decir, que no lleva equipos electrónicos. “Simplemente es la estructura a que la tenemos que someter a vibración y a ciclos térmicos”, para comprobar que puede aguantar las condiciones que tendrá que soportar en el momento del lanzamiento.

LUR-1 saldrá al espacio dentro de la misión “Transporter 11', una especie de 'vuelo comercial al espacio de la empresa SpaceX del empresario Elon Musk, en la que junto a LUR-1 viajarán otros satélites. Cuando esté ya en la órbita precisada por AVS, tomará fotos de la geografía vasca que permitirán por ejemplo ver la evolución del litoral, control de plagas, ríos, distribución de los cultivos...Estas imágenes se enviarán a las agencias Azti y Hazi, que de momento son sus clientes, ”pero extensible otros centros de investigación que lo requieran, y valoraremos a futuro poder comercializar esos datos“.

Misiones interplanetarias y control de la 'basura espacial'

Aunque este no es este el único ni el principal objetivo de la misión de este primer satélite. Porque el objetivo de LUR-1, que ha supuesto una inversión de 12 millones euros, un 40% de ellos financiado por la administración vasca mediante diferentes programas de ayudas para desarrollar la tecnología, y en el que se lleva trabajando desde 2021, es probar en el espacio la capacidad de esta empresa para dar el salto a misiones más ambiciosas, interplanetarias, que permitan explorar las características de la Luna o de Marte desde un satélite vasco. “LUR-1 es una demostración en órbita”, dice la directora de Espacio. “Nadie te va a comprar un satélite sin demostrar que tu plataforma funciona”, señala.

“Lo que queremos es ofrecer al mercado las plataformas LUR”, con vista no sólo a misiones en la órbita de la Tierra, si no a interplanetarias. “Estas plataformas, que irán equipadas con diferentes instrumentos según las necesidades del cliente, son muy avanzadas respecto a otras que se pueden encontrar en el mercado, porque van a tener sistema de propulsión que también son nuestros, propios, tendrán mecanismos de despliegues de paneles solares, cosa que tampoco es habitual dentro del pequeño satélite, y sistemas avanzados de control térmico. Todo ello permitirá hacer misiones de alto valor añadido, para realizar no sólo a la observación de la Tierra, sino apuntando a misiones interplanetarias, y poder llegar hasta la Luna o hasta Marte, o asteróides... Ese es el principal objetivo que queremos lograr con esta primera misión”, que es una especie de proyecto piloto de demostración.

LUR-1 permitirá también a AVS demostrar las capacidades de la empresa para aportar soluciones al problema de la denominada 'basura espacial', los satélites que orbitan alrededor de la tierra después de dejar de ser operativos. Un nicho de mercado que está en crecimiento porque cada vez “hay una mayor preocupación por este tema”. “Nuestro siguiente gran proyecto a nivel de Euskadi, Nagusi, pretende demostrar que somos capaces de acercarnos a LUR-1, cogerlo y evitar que se convierta en basura espacial”.

El satélite llevará integrada una pieza que AVS ha desarrollado para la Agencia Espacial Europea y que irá en todos los satélites del programa Copernicus de la UE, que es una especie de 'agarredera' en preparación de futuras misiones para desorbitar satélites, en línea con el compromiso de la UE de evitar contribuir con más basura espacial a la que ya existe hoy en día. “Esa pieza se ha instalado en LUR-1, lo que le convierte también en demostrador de esa posible recuperación”. Los satélites grandes con gran presupuesto y vida de 15 años hacen más problemático hacer una prueba con uno de ellos. “Nuestra intención es hacer la demostración con LUR-1, que tiene una vida de cinco años”. En ese periodo se preparará la tecnología para lanzar Nagusi, que llevará un brazo robótico para capturar a LUR-1 e intentar recuperarlo.

La recuperación de la basura espacial es otra línea de negocio en la que AVS quiere explorar posibilidades de crecimiento, y también está desarrollando tecnología para recuperar los satélites 'no preparados' es decir, aquellos que no cuentan con una pieza como la que fabrica AVS para poder engancharlo, e “incluso los que ya no son 'cooperativos', porque ya han acabado su vida útil”. “Tenemos varios proyectos en colaboración con la Agencia Espacial Europea en este sentido”, señala Ortega.

En este punto la empresa ha ganado también un contrato en Estados Unidos para la misión misión “Roads”, de “gran interés” para la NASA, porque demostrará tecnologías “clave para el orbitado, la extensión de la vida y el mantenimiento de satélites en órbita”. “Será una demostración de que dos plataformas LUR, autónomamente se acoplen en el espacio. Poder desarrollar esta tecnología y demostrarla nos va a permitir estar cada vez más cerca de ese mercado que ahora es emergente” que va desde retirar satélites o alargar la vida de otros“. ”Hay toda una variedad de posibles negocios a futuro y ahora estamos haciendo demostraciones tecnológicas que nos permitan posicionarnos en este mercado“.

AVS, que se dedica también a las áreas de aceleradores de partículas y la fusión, lleva trabajando en el área espacial desde 2010. Pese a ser una empresa pequeña, se ha ido abriendo hueco y ganando contratos con la Agencia Espacial Europea, para ir poco a poco vez subiendo el nivel de envergadura, responsabilidad y desarrollo tecnológico, hasta “consolidarse como proveedores de sistemas críticos para misiones espaciales”. “Ha supuesto un gran trabajo para lograr la confianza tanto de las Agencias Espaciales como de la industria del sector”, señala Ortega. Así hasta llegar a la misión a Marte del Perseverance que puso a esta empresa en lo más alto en la escala de la NASA . “Fue decisivo, llegamos a un TRL (Technology Readiness Levels) 9, en una escala de 10, con la que la NASA mide el grado de madurez de la tecnología. Llegar a esta nivel supone que has volado tu tecnología y ha funcionado y por lo tanto es una demostración de capacidad que te posiciona en el mercado”.

El Perseverance llevó a Marte tecnología desarrollada por AVS, entre otras, la pieza en la que se transportaron al planeta rojo muestras de rocas terrestres que se compararán con las del suelo marciano. Ahora, la empresa vasca desarrolla la mano del brazo robótico que recogerá las muestras . “Es el único componente que va a estar en contacto con las muestras” de ahí la importancia de la pieza y la precisión que necesita.

La empresa ha ganado un contrato para hacer íntegramente un telescopio, ELF, que estará ubicado en Canarias, en Tenerife, y tendrá como objetivo busca vida en otros planetas. También participa el ROA, el Real Observatorio de la Armada, para el que desarrollan un telescopio que servirá para hacer un seguimiento de la basura espacial desde Cádiz. Tecnología vasca apuntando al espacio.

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