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OPINIÓN | 'Felipe VI', por Esther Palomera
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

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Gonzalo Bolland

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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La Navidad es tiempo terminal. Tiempo de balance. Tiempo para recuperar instantes del pasado, calles, antiguas amistades, conversaciones interrumpidas, paisajes y también los profundos aromas de las cocinas antiguas: las coliflores y el vinagre, las castañas, los mazapanes, la harina de las rosquillas, el lomo plateado de los grandes peces muertos y también las carnes asadas que se cocinaban a fuego lento durante las lentas horas de la infancia.

También es tiempo terminal en las labores agrícolas pues en el campo se han recogido ya todos los frutos y se ha puesto en la tierra la semilla de las futuras cosechas. La Iglesia, con su reconocida astucia para apropiarse de todo lo que le interesa sin pagar nada por ello, recogió en su calendario esa costumbre agrícola para que, desde entonces, se celebre que el buen dios, según la tradición cristiana, se hace humano con el propósito de redimirnos de nuestra miserable condición de pecadores. Esta es la razón histórica que motiva que durante los días más señalados de la Navidad todo, tanto en las calles como en los hogares, se revista de un decidido entusiasmo alcohólico.

No desatendiendo este entusiasmo, también es tiempo de balance en los medios de comunicación. Tiempo de recuento y de predicciones. Lo normal en esta época. Hay, en estas fechas, cierta predisposición a la vagancia en casi todos los medios, lo que propicia que los periodistas se dediquen a hacer un recuento de los acontecimientos más importantes que han tenido lugar durante el año que finaliza. Lo de las predicciones ya no se ajusta tan solo a estas fechas, dado que desde que el periodismo de investigación fue liquidado, una gran parte de los periodistas, sobre todo los que acuden a las tertulias, se han convertido en adivinos con sentencias más propias de quirománticos, profetas, echadoras de cartas y demás charlatanes que de lo que se supone que son.