Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Auto sacramental
Desde los tiempos de Unamuno, don Miguel, perpetua conciencia nacional y perseverante propagandista de sí mismo, hasta estos portátiles días la humanidad ha ido ascendiendo, o descendiendo, que eso nunca se sabe, hacia el espectáculo. Ya no es necesario indagar en uno mismo para desentrañar los misterios de la vida porque lo verdaderamente importante es lo que ocurre fuera de nosotros; o sea, el espectáculo...
Lo agónico ya no es despertarse de madrugada, sobresaltado, por que de repente has tenido la sobrecogedora revelación de que, a pesar de ser más guapo que Marlon Brando, tú también eres mortal, sino el rostro de Rafael Nadal tratando de devolver una bola imposible o la última palada del piraguista croata que trata de obtener una medalla de plata con la que revitalizar el adormecido nacionalismo de sus compatriotas...
¡Cuanta agonía inútil vivida en soledad cuando resulta mucho más reconfortante agonizar en compañía de unos cuantos fanáticos dentro de un estadio de fútbol o en las laderas del Mont Ventoux contemplando como unos jóvenes sudorosos y demacrados tratan de alcanzar la cumbre en la primera posición...!.
¿Qué dios ni nos habla ni nos escucha, realidad que tanto le angustiaba al agónico don Miguel?, pues nada, nos metemos en una discoteca suburbial para fundirnos junto con una multitud de futuros sordos y que de dios y de todas las Virgenes del santoral se ocupe y se preocupe la ministra de Trabajo y ahora también de Sanidad, la elegante Fátima Bañez, tan devota, tan capaz, tan cristiana...
El espectáculo interminable, su contemplación, es el olvido de uno mismo y quién, en su sano juicio, no quiere olvidarse de sí mismo pudiendo dedicar todas las horas del día a vivir dentro de una serie televisiva como Juego de Tronos, Downtown Abbey o La que se avecina o encadenando durante los fines de semana un partido de fútbol tras otro mientras fuera, en la calle, llueve, hiela, esculpe el cielo nubes tormentosas o el sol pasa furioso quemando nubes, rosales, crisantemos y transeúntes despistados...
El espectáculo de un agónico Rajoy tratando de investirse como presidente del gobierno, con el inestimable apoyo de todos los medios de comunicación comprados por los Bancos, si no fuera tan bochornoso, resultaría de una hondura espiritual digna de los mejores auto sacramentales de cuando dios aún creía que le teníamos algo de fe: ¡como no estremecerse contemplando este rito eclesiástico donde los ladrones con los que dios nos ha castigado por nuestros muchos pecados cometidos sermonean a los impíos socialistas para que, por el bien de la patria, -¡la patria; nada más y nada menos que la patria -, les permitan formar gobierno otra vez!... ¡como no arrodillarse piadosamente ante un principesco Rafael Hernando denunciando la falta de generosidad de los satánicos socialistas!... ¡como no regocijarse porque los ladrones que nos han robado hasta las telarañas del Estado quieran promover ahora la regeneración democrática!... ¡como no alegrarse por tener ojos, oidos, la mente en blanco y el fútbol, de nuevo, en nuestras vidas... ¡como no alegrarse!...
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