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Euskadi limita sus restricciones ante la nueva ola a cerrar los bares a la 1.00 y no a las 2.00

Urkullu, en una comparecencia de un Labi anterior

Iker Rioja Andueza

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Más de la mitad de las comunidades autónomas han propuesto volver al toque de queda y tres de ellas han logrado autorización judicial para ello, Catalunya, Valencia y Cantabria. Euskadi, en cambio, no se arriesga a un nuevo revés judicial y se queda para las próximas semanas en ajustes menores en materia de aforos y horarios para luchar contra una oleada de la COVID-19, la sexta de la pandemia, que está dejando plusmarcas diarias de contagios pero que, debido a la vacunación, mantiene contenida aunque en ascenso la presión hospitalaria. El gran cambio es que los bares cerrarán no a las dos de la madrugada, sino a la una. En general, todas las actividades cerrarán a esa hora. Las autoridades insisten también como argumentario en que no es que no haya medidas y que buena parte de la transmisión se cortaría aplicando a rajatabla las existentes, por ejemplo el uso de mascarilla en la calle cuando no haya distancias, haciendo hincapié en la obligatoriedad en áreas “transitadas” urbanas. También suman a las prohibiciones un catálogo amplio de recomendaciones, definidas como “llamamientos cívicos”.

La medida de la hostelería y de todas las actividades viene acompañada de un retoque de los aforos a partir del lunes, que se reduce al 35% como norma general. El resto de medidas entran en vigor antes del fin de semana y su vigencia es indefinida, con evaluación “diaria” ante una situación muy “cambiante”, hasta el punto de que no se descartan ajustes si fueran necesario incluso con reuniones telemáticas de la mesa de crisis de la emergencia sanitaria, el Labi. En cuanto a espectadores en las actividades, serán 400 en interior y 600 en exterior el caso de eventos culturales, deportivos o similares, aunque podrán ser 600 y 800 en pabellones de hasta 5.000 asientos y del 20% y con sectores de no más de 1.000 personas y accesos independientes en los de mayor tamaño, el supuesto en el que entrarían los estadios de fútbol.

La redacción de las mascarillas incide más en las obligaciones que en las excepciones, aunque no altera la esencia del sistema en vigor. La mascarilla es siempre preceptiva salvo que en exteriores se asegure la distancia de metro y medio. Así las cosas, se incide expresamente en que “se extiende a todo tipo de ámbitos urbanos transitados tales como cascos viejos, zonas comerciales y de tiendas, mercados, mercadillos o áreas en que se encuentran establecimientos de hostelería, así como en todos los espacios y paseos marítimos, en parques infantiles, aceras, pasos de peatones, plazas o calles con concurrencia de personas”. También se incide en que hay que ponérsela en los paseos en playas y piscinas.

“El exceso de relajación es nuestro peor criterio de actuación. Esto no ha acabado. El verano está aquí y el virus también. Un virus criminal. La vacuna es una gran ayuda, pero podemos contagiarnos y contagiar. Sigamos cumplimiento las medidas preventivas: mascarilla, distancia y evitar aglomeraciones. Necesitamos un esfuerzo más”, ha enfatizado Urkullu antes los medios de comunicación. Y ha pedido como “llamamiento cívico”, como un toque de queda voluntario desde la una de la madrugada, un máximo de seis personas en los grupos y reuniones y más colaboración con los servicios sanitarios en cuanto a confinamientos.

Este jueves por la tarde se ha reunido el Labi por trigésima primera ocasión. Las fuentes consultadas insisten en que la mesa de crisis encaraba la reunión con “escasísimo margen” para adoptar restricciones, como ha hecho constar en una reunión previa el comité técnico que lo asesora. Con tasas de incidencia como las actuales, la ley antipandemia en vigor desde el 24 de junio prevé medidas de mayor calado, como el toque de queda nocturno o incluso cierres perimetrales. Pero esas medidas más severas quedan supeditadas al estado de alarma, según la propia redacción del texto.

Sin mencionar ese término ahora en discusión tras la sentencia del Tribunal Constitucional en la que prima el estado de excepción para ordenar confinamientos, esta semana, el lehendakari, Iñigo Urkullu, pidió por carta al presidente Pedro Sánchez medidas “urgentes” para actuar en ese ámbito, aunque no ha recibido respuesta formal más allá del recordatorio de que las comunidades autónomas disponen de herramientas para actuar. Euskadi, por el contrario, siente que no tiene ni seguridad ni garantías jurídicas para actuar como las comunidades con toque de queda.

El Gobierno de Urkullu podría haber intentado también solicitar la autorización judicial de la limitación nocturna. Sin embargo, se interpreta en su entorno que la jurisprudencia previa del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco cierra la puerta a cualquier decreto autonómico que toque derechos fundamentales sin estado de alarma. Se estima baldío cualquier intento y Urkullu ha renunciado a la batalla judicial hace tiempo, incluso a recurrir a una instancia superior como es el Tribunal Supremo para que despeje las discrepancias. Además, se recalca que aunque la tasa de incidencia esté en un nivel de alerta 5 sobre 5, la de asistencia hospitalaria no se ha movido del escenario 1 de 5.

Esa misma ley antipandemia contempla la obligatoriedad del uso de la mascarilla en todo momento y lugar, también en la calle, pero aquí queda supeditada a la disposición general adoptada precisamente también el 24 de junio por el Gobierno, según interpreta el Gobierno vasco. Urkullu reclamó igualmente al Gobierno de Sánchez volver a incrementar el uso de mascarillas salvo en espacios naturales, pero la norma fue convalidada en el Congreso. El PNV no se opuso pero la secundó y se quedó en la abstención.

Hace dos semanas, el Labi infravaloró esta nueva ola, que es la sexta en Euskadi después de las de marzo, agosto y noviembre de 2020 y las que en 2021 siguieron a la Navidad y a la Semana Santa. El propio Urkullu aseguró que la tasa de incidencia no iba a consolidarse por encima de 300, cuando ahora es de más del doble y van dos jornadas consecutivas de máximos diarios de positivos. En aquel momento la incidencia crecía (estaba en 250 y ahora roza los 700) pero la presión asistencial era baja y estable, por lo que se optó por no endurecer ninguna medida y posponer cualquier revisión al 22 de julio. En medio, la pasada semana, se activó una medida 'sui generis' para limitar la actividad nocturna sin toque de queda. Sin reunión formal del Labi, se aprobó para el fin de semana una limitación de agrupaciones de no convivientes desde las 00.00 a las 06.00 horas. Su aplicación y efectividad suscitaron polémica y dudas y se desconoce qué alcance práctico ha tenido, porque no impide ni la movilidad ni, por ejemplo, el consumo en hostelería.

En nuestros especiales interactivos, se pueden consultar todos los datos sobre la evolución de la pandemia en Euskadi, sobre los positivos y fallecidos en todas y cada una de las residencias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y el avance día a día de la campaña de vacunación. También tenemos mapas con los brotes más destacados.

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