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Euskadi vuelve a subirse al tiovivo en verano tras 15 meses de parón por la pandemia

Una de las barracas montadas en la Plaza Indautxu, en Bilbao, este jueves

Alazne Aldayturriaga / Beatriz Olaizola

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“Piensa bien en cuál te vas a montar. Tienes caballos, princesas, motos...”, le dice una madre a su hija. Va a subirse al tiovivo. Otras tres familias hacen cola para la noria infantil, de cabinas amarillas, rosas y azul cielo. La colchoneta giratoria acaba de abrir. Son las cinco de la tarde y llueve. Sirimiri. Al final de la plaza, la churrería. La calle Ercilla de Bilbao está prácticamente vacía, pero el ambiente empieza a llenarse de niños, tíos, padres, madres y abuelos cerca de la Plaza Indautxu, donde se ha instalado uno de los ochos 'recintos' de barracas que desde este lunes y hasta el 31 de agosto recordarán a los bilbaínos que es verano y que, en otras circunstancias, habría fiestas en la ciudad.

En julio, el Ayuntamiento anunció que este año tampoco iba a haber ferial de barracas en el Parque Etxebarria -no lo hubo en 2020-, pero que sí se autorizaría la instalación de “dos o tres barracas y una churrería en cada distrito”, lo que no ocurrió el verano anterior. En Bilbao son ocho distritos, y el consistorio ha permitido instalar 36 atracciones infantiles, las de adultos han quedado fuera, en doce emplazamientos diferentes, además de una churrería por cada localización. Desde Botika Vieja, pasando por Zurbaranbarri y el Polvorín, hasta las plazas Rekalde o Indautxu. Un recinto ferial diseminado con el objetivo “de permitir al sector poder trabajar este verano” y “evitar en todo momento las aglomeraciones de personas”.

Suena la canción Baby Shark de fondo, los niños saludan desde las atracciones y los familiares devuelven el saludo móvil en mano, dispuestos a inmortalizar el momento. No ha dejado de llover y tampoco han dejado de llegar personas a las taquillas de las tres barracas instaladas en la plaza. Pedro Ruiz, en la de la noria, ya ha vendido unas cuantas. Viene de Miranda de Ebro y con él ya son cuatro generaciones de feriantes en su familia. Llevan desde 1981 montado su noria en la Aste Nagusi de Bilbao. “Ha sido un año duro. Dijeron que no iban a dejar a nadie atrás y el sector de feria es uno de los olvidados. Veo parques de atracciones abiertos, cómo van los autobuses y el metro, y los parques de juegos infantiles están a tope. ¿Nosotros por qué no?”, se queja.

En 2019, la situación era diferente. El Parque Etxebarria, desde el que se ve toda la ciudad, se llenaba de barracas y puestos de todo tipo, color y forma -casas del terror, autos de choque, lanzaderas, el dragón, el tren de la bruja, el puesto de patatas asadas, tiro al blanco, tómbola en directo-, y lo invadían, cada día, olas de bilbaínos y no bilbaínos, ocupando todos los rincones de la explanada, convertida durante dos semanas en recinto ferial. Pedro ha montado tres ferias este verano, una en Miranda, otra en Logroño y la última en la Plaza Indautxu, en sustitución del antiguo enclave: “Es una solución rara, pero por lo menos nos han dejado hacer algo. Aunque es un poco... bueno. Hay compañeros que al no tener atracción para el público infantil se han quedado fuera y no les dejan montar las barracas”. Para septiembre tiene otras dos previstas, pero lamenta que el resto del año estarán “completamente parados”. “Además tenemos todo dado de alta. El seguro de los camiones y de las atracciones. Seguimos pagando la cuota de autónomos. Todo activado, todo. Eso es un problema, porque somos muchas familias las que vivimos de esto”, señala, aunque añade que se sienten “agradecidos” y que “está yendo bien” porque “todos tienen ganas”.

A Juan Carlos le sorprende la cantidad de gente que están recibiendo en su tiovivo. No lo esperaban. Como Pedro, su familia “lleva toda la vida en la feria”. Sus abuelos, sus padres y ahora él. También lleva toda la vida en Bilbao y toda la vida montando su atracción en Aste Nagusi. Es miembro de la Asociación de Feriantes Autónomos de Euskadi (Afade) y coincide con otros compañeros en que “ha sido un año malo”. “Sobre todo en cuanto a ciertos ayuntamientos, que no nos han apoyado. Otros, como el de Bilbao, sí nos han acompañado y han hecho el esfuerzo de dejarnos montar las barracas en varios distritos, cosa que el año pasado no pudimos hacer”, indica. Aun así, admite que “el parón” lo han llevado “muy mal” -“malamente”, insiste- porque no han recibido ayudas. “Al final somos autónomos y trabajamos de esto. Si no abro no puedo trabajar y no tengo otra cosa. Hemos podido avanzar con lo que teníamos ahorrado, con la familia y apoyándonos unos a otros”, añade. En 2021, Juan Carlos ha podido montar cuatro veces sus atracciones, pero explica que “en un año normal” habría llegado “a veinte, más o menos”. Para septiembre no tienen más ferias previstas, iban a ir a Lekeitio por el Antzar Eguna (día de los gansos), pero se lo han cancelado. “No esperábamos que este verano fuera así y ya no pienso en cómo va a ser 2022, espero que venga mejor, pero también pensábamos que este montaríamos y mira”, se lamenta, y siente que todavía se están “amoldando” a este nuevo formato de feria.

Vitoria, primera feria dividida

Un día antes de que se montaran las 'mini ferias' en Bilbao, Vitoria clausuraba sus tres semanas de barracas. La capital vasca optó por la misma fórmula que la villa, o se adelantó a ella. El Ayuntamiento y la Asociación de Feriantes de Vitoria y Álava (AFEVI) llegaron a un acuerdo en julio “para posibilitar la actividad económica de este colectivo en la ciudad”. Entre el 21 de ese mes y el 15 de agosto (ahora prorrogado hasta el día 30) se podrían instalar cinco atracciones de feria y una churrería en “tres espacios de ocio acotados”: uno en Lakua-Arriaga, otro en Salburua y un último en Zabalgana. Quince barracas en total. Sin restricciones debido a la pandemia de la COVID-19, las barracas habrían ocupado el recinto ferial de Mendizabala, como ocurría en Bilbao con el Parque Etxebarria. “Hemos realizado un esfuerzo, siendo posibilistas y muy sensibles a la situación que atraviesa el colectivo de feriantes. En su caso, la vuelta a la actividad ha sido especialmente compleja y les queremos apoyar, tanto dándoles la posibilidad de trabajar como ayudándoles a garantizar la seguridad”, explicó entonces el concejal de Movilidad y Espacio Público, Raimundo Ruiz de Escudero. Y añadió que habían optado por “una oferta repartida en barrios” porque “como no hay fiestas de La Blanca” tampoco creían conveniente “instalar barracas en Mendizabala”. Por su parte, Ángel Lamelas, portavoz de AFEVI, aseguró que el acuerdo llegaba “en un momento crítico para uno de los sectores más castigados por la crisis sanitaria, un sector que lleva 15 meses sin poder desarrollar su actividad económica”.

Tras el anuncio de que las barracas podrían al fin montarse, Lamelas, en una entrevista concedida al Diario de Noticias de Álava, calificó de “patito feo nacional” a feriantes y barraqueros, porque, explicó, “no se les dejaba trabajar”. “Muchos de ellos no van a volver a abrir, han tenido que cerrar porque no han podido pagar los préstamos ni cubrir todos los mantenimientos”, apuntó entonces. Vitoria ya se ha despedido de sus barracas fraccionadas, con el 2022 en mente y la posibilidad de recuperar la noria, el saltamontes, el ratón vacilón o la olla el próximo verano.

Un trato “exquisito” en Donostia

El Paseo Nuevo donostiarra ha sido durante los primeros dieciséis días de agosto escenario de las ferias infantiles y de adultos a pesar de que la Semana Grande se suspendiera por segundo año consecutivo. Al contrario de en las demás capitales de Euskadi, el Ayuntamiento de Donostia prefirió acotar el recinto ferial a un único lugar, el ya habitual Paseo Nuevo con vistas a la isla de Santa Clara. Este año, no han estado permitidas las atracciones en Koldo Mitxelena, donde antes de la pandemia solía avistarse multitud de niños y niñas a la espera de poder montar en las barracas infantiles. Tras el cierre de las ferias en las no fiestas de Donostia, Alberto Domínguez, secretario general de Afade, cree que esta oportunidad que el Ayuntamiento de Donostia ha dado de desplegar las ferias ha servido para dar “credibilidad” y “demostrar” a la gente lo que los feriantes pueden hacer para adecuarse a las medidas sanitarias en vigor. “Cuando el Ayuntamiento te da la oportunidad hay que dar el 120%. Cada atracción indicaba que si no llevabas la mascarilla bien puesta se paraba”, señala.

Domínguez destaca el trato “exquisito” que ha tenido Donostia Festak y al público “porque no han permitido que ocurriera ningún incidente. No ha habido ningún policía municipal dentro del recinto de la feria”. Además, se congratula por la conducta de los feriantes: “Si nos portábamos bien nos iban a permitir mantener las ferias hasta el 15 y que luego hayan permitido el día 16 es un premio”. Asimismo, Domínguez se mantiene con los pies en el suelo. “¿Económicamente? Hay que verlo desde esta perspectiva: ”Mi abuela era catalana y me enseño que la mitad de un duro es 2,50; la mitad de nada es nada. Estamos supercontentos“, remarca y añade que ”lo que no se puede es compararse con la Semana Grande, con las fiestas“ cuando se cerraba a la madrugada, pues ”de los feriantes que estaban ahí [en el Paseo Nuevo], el 80% habría estado parado completamente“.

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