Nueva política, ententes añejas
Euskadi se prepara para testar si PNV y PSE son capaces de vertebrar las principales instituciones del País Vasco cogidos de la mano. No es algo nuevo, de hecho desde finales de la década de los 80, hasta que el PNV comenzó en 1998 su aventura en el Pacto de Lizarra, junto a la izquierda abertzale, buena parte de las instituciones de Euskadi –incluido el Ejecutivo vasco- fueron gobernadas con pactos entre socialistas y peneuvistas.
La sintonía demostrada entre los dos líderes del PNV y del PSE-EE, Andoni Ortuzar e Idoia Mendia, respectivamente, desde la misma noche electoral evidencian la decisión de no someter a las instituciones municipales y forales a una presión que termine por romper las costuras de la estabilidad institucional. Más bien todo lo contrario. Los dos partidos están convencidos del viaje que ya han iniciado en esta “nueva etapa política” para Euskadi, aunque con pactos con sabor añejo.
Pero ambos partidos no llegan de la misma manera a este reencuentro: el PNV de Ortuzar ha obtenido un brillante resultado electoral, ha desplazado a su adversario político en el campo nacionalista de las principales instituciones que ha gobernado durante los últimos cuatro años en Gipuzkoa. Ha cosechado 33.000 votos más que hace cuatro años, de hecho es el único partido de los tradicionales que sube en sufragios. Y sobre esa base que da el éxito electoral –salvo el lunar en el que se ha convertido el resultado en Vitoria, donde el candidato peneuvista Gorka Urtaran ha retrocedido, cediendo además un concejal- aspira a ser “el eje vertebrador de esta nueva Euskadi institucional en base a consensos amplios”, como ha señalado Ortuzar.
Los socialistas no pueden decir lo mismo. Pese a que en su Ejecutiva se ha extendido la idea de que el resultado ha sido aceptable y el nuevo hombre fuerte en el partido, Miguel Ángel Morales, ha sacado pecho frente a los “malos augurios y dudas que algunos han intentado alimentar”, en alusión a los críticos del partido, la verdad es que el PSE solo ha salvado los muebles en Gipuzkoa. “En Bizkaia, la pérdida de Barakaldo [el municipio más poblado que gobernaban hasta ahora los socialistas] por 52 papeletas es solo la punta del icerberg”, reconocen. “Hay una pérdida de papel del partido”, analiza en privado una fuente con peso específico en la Ejecutiva, que reclama “conectar con la ciudadanía” desde abajo. Un recorrido municipio por municipio en este territorio revela la debilidad de la formación y la “falta de liderazgos locales”, lo que se ha traducido en un retroceso prácticamente generalizado y no solo en la margen izquierda de la Ría.
Podemos ha relegado al socialismo vasco a ser cuarta fuerza, por 1.136 votos, atendiendo a los datos en las elecciones forales, las únicas instituciones donde el partido de Roberto Uriarte se ha presentado con su marca, aunque los datos municipales sitúan por encima al PSE. Un resultado que Idoia Mendia aborda “sin euforia, pero con realismo”, como aseguró ante el Comité Nacional de su partido tras reunirse con el PNV, porque sitúa al partido “como la principal referencia de izquierdas y no nacionalista en Euskadi”. “Somos decisivos para la formación de mayorías de Gobierno en las diputaciones de Álava y Bizkaia y en otros muchos ayuntamientos”, pero “no quiero ser autocomplaciente: hemos perdido cerca de 19.000 votos”, reconoció. Por eso, Mendia anunció que va a “tomar medidas” para mejorar el funcionamiento del partido.
“Muchos riesgos”
“Muchos riesgos”Esa y no otra es la foto inicial de la negociación. Y la pregunta que flota en el aire es: ¿la cuestión es volver a los gobiernos forales para revitalizar el partido y ganar músculo desde las instituciones o para hacer de verdad las políticas que benefician a la gente? La actual Ejecutiva no lo ve incompatible, aunque Mendía reconoce que “son muchos los riesgos”.
Revisitar los gobiernos de coalición en aquellas diputaciones y ayuntamientos donde los números dan es la fórmula preferida por el PNV. Pero también lo es en el caso de Gipuzkoa, donde cuatro años de oposición de peneuvistas y socialistas a EH Bildu han dejado un poso de políticas compartidas –fiscalidad, tratamiento de residuos, cartera de servicios sociales…- que sin duda facilitarán ese “acuerdo programático fuerte y muy sólido” del que hablaba Joseba Egibar al término de la cumbre en Sabin Etxea.
O en Álava, donde el partido se ha hundido a la quinta posición y ni siquiera sumando sus cinco junteros a los 13 del candidato del PNV, Ramiro González, se acercan a la mayoría absoluta.
En términos numéricos, cerca de 40 consistorios (incluidas las capitales Bilbao y San Sebastián) obtendrían mayorías más que suficientes para que PNV y PSE gobiernen sin sobresaltos durante todo el mandato. Y si la tesis que manejan los socialistas de que ambos partidos apoyen además a la lista más votada en determinados municipios, el poder municipal del PSE –que ahora ha aumentado en tres consistorios Pasajes, Lasarte y Moreda de Álava- puede sumar Andoain en Gipuzkoa y gestión en los principales consistorios vascos. “Claro que si la reconquista del poder empieza en Moreda de Álava, con 249 habitantes, mientras perdemos Barakaldo, con cerca de 100.000, pues…”, señala en una reflexión no exenta de ironía un crítico.
En la reunión al más alto nivel celebrada en Sabin Etxea este primer martes de junio quedó claro que solo desde bases programáticas sólidas se podrá alumbrar gobiernos de coalición. Aunque siempre quedan los “avatares” en la negociación, que reconoce Egibar.
Pese a todo, sigue habiendo un territorio que escapa a la solidez del nuevo eje de alianzas: Álava y su capital, Vitoria. El PP ha ganado en votos en el territorio, aunque pierde en junteros, y Javier Maroto ha arrasado en la capital. Pese a los intentos de la sociedad civil agrupados en torno a Gora Gasteiz o la disposición de EH Bildu a trasladar la marea del cambio de Navarra a la capital de Euskadi, Maroto tiene visos de volver a retener la ‘makila’. Los socialistas ya han anunciado que no se embarcarán junto a la izquierda abertzale en un intento de desalojo de los populares y el propio Andoni Ortuzar ha reconocido en privado la incontestable victoria popular en el único sitio casi donde los peneuvistas han retrocedido, admitiendo las dificultades de impulsar un frente anti-Maroto ante esa realidad.
El PP alavés, con Iñaki Oyarzabal, ya está jugando sus cartas y espera obtener una respuesta positiva del PNV para lograr retener el máximo poder institucional.