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ZAZ es una payasa adorable

ZAZ, con su grupo, en el Zentral de Pamplona, este jueves.

Aitor Guenaga

Vaya por delante -por si acaso- que me encanta la profesión de payaso. Yo mismo soy un payaso redomado. Les tengo un respeto inconmensurable. Les he visto actuar delante de niñas con cáncer en hospitales públicos, ante refugiados en la guerra de los Balcanes, delante de mis hijas... Es una profesión cargada de futuro. Como ZAZ. No he visto a nadie sonreír tanto en un concierto como a la cantautora del país vecino, de nombre Isabelle Geffroy. Ni enviar tantos besos a un público entregado desde que a las 21:07 se apagaron las luces en el Zentral de Pamplona, una sala muy cuca, a la medida humana, perfecta para que el respetable entre en 'modo éxtasis' desde el minuto cero y el grupo o la 'frontwoman', como es el caso, busque la complicidad, el amor, el intercambio de fluidos, sude, exude, baile, dé saltitos, haga 'pliés', se esfuerce en hablar castellano y, sobre todo, cante.

¡Y cómo canta ZAZ! Decir que su voz es prodigiosa es quedarse corto (y perezoso). Es tal el control que posee sobre sus cuerdas vocales, los juegos casi mágicos que es capaz de desgranar cuando sube al escenario, los registros que puede alcanzar, el chorro de voz... En fin, podría seguir y me quedaría corto (y perezoso). ZAZ es una payasa de las buenas, más que adorable.

Pero lo genial de ZAZ -y de su grupo, una banda que se transmuta en el el escenario para hacernos volar desde las calles de París, hasta las de Colombia con una cumbia caliente o a las de Santiago de Cuba con un piano teñido de salsa o a las de NYC, con unos arreglos rockeros o de música electrónica-, decía que lo genial de ZAZ es que no vive de las rentas. Podía haberse quedado clavada en su éxito inicial, basado en el gypsy jazz que le hizo famosa con el tema Je Veux (Yo quiero), incluido en su primer trabajo, publicado en 2010. Una declaración de intenciones casi punk de su época de música callejera en París: ¿quién quiere la Torre Eiffel o una mansión en Neuchâtel o las joyas de la casa Chanel? Pero en todos estos años ha hecho justo lo contrario, hasta llegar al último trabajo en directo que ahora es parte fundamental de su propuesta en directo: Sur La Route. Y lo que viene suena aún mejor.

Lo avisó la propia ZAZ, con ese pelo rojizo alborotado y un traje negro más que elegante a la par que cómodo para desplegar todos los movimientos y contorsiones de los que es capaz. ZAZ se dobla en el escenario, está en forma, salta, brinca, corre, se tira al suelo, juega con los músicos, ama a su público -All you need is love- y, con una tremenda gracia, hace un plié para terminar una canción como tímida, como si la ebullición a la que es capaz de someter a su público cada noche no fuera en realidad con ella. Avisó en castellano, después de preguntar al público -que llenaba el Zentral- “¿Cómo estás? Yo soy muy contenta de estar aquí”, de que iban a presentar temas nuevos. Y escuchando las nuevas propuestas musicales -que presagian un nuevo trabajo de éxito- se percibe la evolución que ha tenido en todos estos años. Escribo esta crónica mientras bailo On Ira o Eblouie par la Nuit, Comme Ci Comme Ca, Si Je Perds, algunos de los temas que han sonado esta noche de jueves en la capital navarra. Para seguir rodeado del buenrollo que dejó suspendido en el aire esta mujer contagiosa, en su versión más rockera (incluso electrónica bailable, como en su tema La Fée), su set acústico con una guitarra acústica, un contrabajo, las marimbas, el banjo, y un piano o a capella, pidiendo al público que lo dé todo. Y el respetable del Zentral obtuvo 'cum laude' ante esa invitación imposible de rechazar.

Tal fue el grado de conexión que logró ZAZ esta noche del jueves que el grupo tuvo que salir en dos ocasiones para seguir desgranando canciones y éxitos. Para revisitar clásicos como La Vie en Rose de Édith Piaf o temas en castellano como el bolero del panameño Carlos Eleta Almarán (Dartañan), Es la historia de un Amor, popularizado en su día por Los Panchos. Una canción que compartió con el público, sacándolo lo mejor de sí en el estribillo (Es la historia de un amor / Como no hay otra igual / Que me hizo comprender / Todo el bien todo el mal...)

Nunca me he odiado tanto a mí mismo por tener una cultura básicamente anglosajona. Pero ZAZ tiene la particularidad -muy poco francesa, por cierto, y que me perdonen l@s francesit@s- de quererse hacer entender. Se esforzó -y mucho- en hablar castellano, sobre todo cuando se puso la gorra parisina de la solidaridad y sacó al escenario a una representante de Sare, una asociación que ha cumplido ahora 25 años dedicada a la educación sexual en libertad y la prevención del VIH en Navarra. Se fundió en un abrazo con la mujer que se subió al escenario para reivindicar la libertad sexual. “Ya no nos morimos de sida”, dijo, al tiempo que recordó a “las personas que se han quedado por el camino”. Un guiño a la solidaridad y a las organizaciones que con mucha dedicación y pocos fondos luchan todos los días en todo el mundo. Algo que ZAZ hace en todos sus conciertos con su proyecto ZAZIMUT.

Je Veux

Dame una suite en el Ritz - no la quiero

Las joyas de la casa Chanel - no las quiero

Dame una limusina - ¿qué haría con eso?

Ofréceme personal - ¿qué haría con ellos?

Una mansión en Neuchâtel - eso no es para mí

Ofréceme la Torre Eiffel - ¿qué haría con eso?

Coro:

Quiero el amor, la alegría, el buen humor

No es su dinero el que me hará feliz

Yo quiero morir con la mano en el corazón

Vamos juntos, descubrir mi libertad

Olvidad entonces todas sus imágenes

Bienvenido a mi realidad.

Estoy cansada de sus buenos modales, es demasiado para mí

Yo como con las manos y soy así

Hablo fuerte y soy sincera, perdóname

Atrás ha quedado la hipocresía, yo me largo de aquí

Estoy cansada de las malas lenguas

Mírame de cualquier manera, no estoy enfadada contigo

Y yo soy así.

Y cuando todo parecía acabado, cuando ya se había producido los bises, cuando ZAZ había desaparecido por el centro del escenario con su amor inconmensurable, su, salió otra vez y de su garganta, de sus entrañas

“Gracias a todos, gracias a la vida”, dijo, tras presentar a la banda y desaparecer finalmente. Evaporarse. Con su timidez por montera. Sus abrazos al público, su buenrollo.

Eran las 23 horas. El Zentral había ardido (casi) como nunca. Madrid tendrá que esperar hasta 2019 para deleitarse con la parisina de oro. Barcelona, en cambio, ya puede prepararse este viernes, en los Jardines del Palau de Pedralbes, a partir de las 22 horas.

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