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De Nigeria a Europa: la ruta de la trata con fines de explotación sexual

Alicia Giménez, Joy Amen Omoruyi y Amelia Tiganus durante su intervención en la segunda jornada del curso de verano

Beatriz Olaizola

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Salió de Edo (Nigeria) con la promesa de que en Europa conseguiría dinero para enviar a su familia. Viajó hasta Níger. Desde Níger, a veces en coche, a veces caminando por el desierto, llegó a Libia. Después, un barco para cruzar el mediterráneo hasta Italia. Y de Italia a Austria, su destino final. Allí, donde lo prometido debería haberse hecho realidad, le esperaba su proxeneta. “Que le debía 20.000 euros por haberla sacado de Nigeria y que cómo iba a pagar esa deuda”. Eso le dijo su tratante. También le dijo que la única opción posible para ella en un país extranjero y sin recursos a su alcance era la prostitución. Salir a las calles de Viena y vender su cuerpo. Salió a las calles y en dos años llegó a devolver 13.000 de los 20.000 euros que le pedían. Hasta que decidió que no podía seguir con ello, que no devolvería los 7.000 restantes y que tenía que irse de Austria. Se fue a España, en concreto a Sevilla, con la intención de viajar más adelante a Noruega, donde vivían unos conocidos. Como solo tenía el pasaporte de Nigeria decidió hacer el viaje por tierra en vez de en avión. Una de las paradas de ese viaje fue Pamplona, donde solo tenía pensado quedarse un par de días, pero, de nuevo, no ocurrió lo que estaba planeado. 

Joy Amen Omoruyi es superviviente de prostitución y trata, es activista por los derechos de las mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, y lidera, junto con otras compañeras, el grupo 'Las Poderosas', un lugar de apoyo que nació en 2017 como punto de encuentro, de formación y de ayuda para mujeres que han vivido la violencia de diferentes formas. Quiere contar su historia para sensibilizar a otras mujeres y niñas, y así evitar que sean captadas por las redes de tráfico que operan en el mundo y, especialmente, en Nigeria. Es por eso que el 7 de julio participó en la segunda jornada del Curso de Verano de la Universidad del País Vasco 'Justicia en clave feminista III', donde se abordaron cuestiones como la pornografía, la prostitución o la trata de mujeres. Ella habla en inglés y fue Alicia Giménez, coordinadora de Acción Contra la Trata, quien tradujo la historia de Joy durante su intervención en el curso. “Es muy difícil que una mujer hable de esto, pero lo que motiva a Joy es que toda la sociedad sepa lo que ocurre, en el origen y en el destino, y que lo entienda. En Nigeria las familias envían a sus nietas, hijas y sobrinas sin ser conscientes de lo que está pasando y de la explotación que supone”, explicaba Alicia a elDiario.es/Euskadi antes de la Mesa redonda en la que ambas participaron, junto a Amelia Tiganus, activista feminista y también superviviente de trata.  

Los tratantes buscan a aquellas mujeres que, por su situación, van a acceder a los chantajes para poder salir adelante

Según el informe de la Comisión Europea 'Data collection on trafficking in human beings in the EU', completado el año pasado, en el periodo de 2017 a 2018 se registraron 26.268 víctimas de trata de personas en los países de la Unión Europea. El 60% de estas fueron traficadas para la explotación sexual y, de las víctimas totales registradas en ese periodo, tres cuartos (un 72%) eran mujeres o niñas. En Euskadi, los datos del 'Informe sobre la incidencia de la violencia contra las mujeres en la CAE en 2019', elaborado por Emakunde en 2020, recoge cifras del periodo previo al reflejado por la Comisión Europea, de 2010 a 2016. Durante esos seis años se llevaron a cabo en Euskadi 19 investigaciones de trata de seres humanos con fines de explotación sexual y 30 mujeres fueron liberadas. Hasta 2015, la procedencia de las mujeres tratadas era diversa: Polonia, China, Marruecos, Paraguay, Rumanía, Camerún o Nicaragua, entre otros. Entre 2015 y 2016, todas las mujeres, salvo una, procedían de Nigeria. Esta pauta también se repite en el informe de la Comisión Europea: 3.112 de las víctimas de trata entre 2017 y 2018 eran nigerianas. 

“Existe un mercado donde los hombres consumen y las mujeres son consumidas, y el problema es que no hay carne para tanta demanda. Los tratantes buscan a aquellas mujeres que, por su situación, van a acceder a los chantajes para poder salir adelante”. En el caso de Joy, y de muchas otras mujeres de su región, ese chantaje empieza con el ritual del yuyu, una práctica vudú que se les realiza a las mujeres antes de que dejen Nigeria con el objetivo de ligarlas a su tratante en una suerte de pacto. Durante su intervención, Joy explicó que en ese tipo de rituales les piden pelo, uñas o flujos vaginales o de regla para una mezcla que luego han de beber y que sella el compromiso. Ese compromiso obliga a las mujeres nigerianas a no delatar a quien las haya sacado de su país, independientemente de lo que pase en la ciudad de destino. También obliga a devolver el dinero que indiquen los tratantes y a no poder enviar nada a sus familias hasta que la deuda quede cubierta. Si no cumplen el pacto, al haber hecho el ritual, las mujeres tienen miedo de que algo malo les ocurra a sus hijos y familiares, por lo que acceden a pagar la deuda. 

En España los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado se aproximan a la trata desde la visión de la extranjería y eso no puede seguir así

Ahora, Joy cree que el fin de este control psicológico está cerca gracias a que el rey de Benin (capital del estado de Edo), oba Ewuare II (oba significa rey o gobernante) celebró, junto a las autoridades religiosas, un nuevo ritual para anular los rituales vudú que comprometían a las mujeres víctimas de la trata. Aún así, ella y Alicia consideran que “todavía queda un largo camino por recorrer” y, según señaló la coordinadora de Acción Contra la Trata antes de la intervención, “en España los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado se aproximan a la trata desde la visión de la extranjería y eso no puede seguir así. Se necesita un enfoque de género”. También argumentó que la cuestión de la trata “todavía parece algo que les ocurre a otras, a las que vienen de lejos, a las pobres” y que, ante esa visión, “hay que hacer un esfuerzo por humanizar y entender que afecta a la sociedad entera, a hombres y mujeres. Nos tenemos que sentir interpelados”. En España no existe un ley contra la trata, pero en marzo de este año, el Ministerio de Igualdad anunció, en un comunicado recogido por Europa Press, que el departamento dirigido por Irene Montero había iniciado los trabajos para redactar una Ley Integral Contra la Trata y que “impulsará un diagnóstico sobre aquellos aspectos a tener en cuenta a la hora de abordar su regulación integral”. 

“Vamos tarde, pero más vale tarde que nunca. Sí que hay una mayor sensibilización respecto a la trata de personas, pero hasta el año 2000 no se puso una definición común para entenderla de forma global”, apuntaba Alicia. Se refiere a la 'Convención contra la Delincuencia Organizada Transacional', un tratado multilateral de Naciones Unidas más conocido como 'Convención de Palermo', ya que fue en la ciudad italiana donde se celebró el encuentro. Allí se aprobaron tres protocolos y uno de ellos fue el 'Protocolo contra la trata de personas', que entró en vigor en 2003 y que en 2020 ya habían ratificado 176 estados, España incluido. En el texto recogido quedo establecida una definición común para la trata de personas: “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”. 

Conocemos a las mujeres supervivientes, pero nunca sabemos quién las ha traído. Es muy difícil encontrar la fuente

Para Joy fue la prostitución. Cuando llegó a la estación de Pamplona, donde debía esperarla una amiga, descubrió que allí no había nadie. Estaba sola en una ciudad desconocida. Se acercó a un chico que también estaba en la estación, era de Ghana, y él le aconsejó que se acercara a Cáritas. Era martes y ese día durmió por primera vez en un albergue para personas sin hogar. Dos días después llegó la policía. Joy cree que venían específicamente a por ella, porque fue la única a la que llevaron a comisaría. No sabía si había hecho algo malo o cuál era el problema si ella acaba de llegar a Pamplona. Pasó siete horas en el calabozo. Le dijeron que tenía derecho a un abogado y a un traductor, pero no le preguntaron cómo había llegado a la ciudad y cuál era su situación. Volvió al albergue y al día siguiente habló con la trabajadora social, que le buscó una abogada para trabajar en su caso. Y es lo que hicieron. Pasados nueve días le trasladaron del albergue a un piso de acogida para mujeres en situación de prostitución y trata, y ahí, recordó en su intervención, empezó a “retomar su vida”. El proceso fue difícil. La psicología, hablar con otras mujeres y conocer a Amelia Tiganus la ayudaron. “Me uní a 'Las Poderosas' cuando eran seis o siete mujeres, y ahora somos 40 de diferentes países”, contaba en inglés a elDiario.es/Euskadi minutos antes de contar su historia al resto de mujeres del curso. 

Criminalizar al putero

Ella, Alicia y Amelia están a favor de la abolición de la prostitución y consideran que el foco ha de ponerse en el consumidor, en el putero. “Si los hombres no consumieran mujeres, las mujeres no estarían en la calle vendiendo sus cuerpos”, explicaba Joy, y añadía que lo difícil a la hora de parar el ciclo de la trata (captación, traslado, recepción y explotación) es coger al tratante. “Conocemos a las mujeres supervivientes, pero nunca sabemos quién las ha traído. Es muy complicado encontrar la fuente”. La nueva Estrategia de la Unión Europea para la erradicación de la trata de seres humanos (2021-2025) establece como uno de sus objetivos el “reducir la demanda que fomenta el tráfico”. En el texto se recoge que “la estimación de beneficio anual global procedente del tráfico de personas ascendía en 2015 a 29,4 billones de euros”. Una de las medidas que se plantean en la estrategia para reducir la demanda es “invitar a los Estados Miembros a criminalizar a quienes utilicen servicios procedentes de personas explotadas por la trata”. El Código Penal español ya recoge en su artículo 177 bis que la trata, en cualquiera de sus formas, “será castigada con la pena de cinco a ocho años de prisión”, pero para Alicia no es suficiente.

“Hay que poner el foco en el putero, multarlo y favorecer así esa búsqueda de igualdad. Se ha demostrado que los puteros ante el hecho de poder recibir una multa se lo piensan dos veces”. Ella defiende para España el modelo nórdico de prostitución, que toma ese nombre por ser Suecia el país de referencia y donde lleva aprobado desde 1999, y por haberse aprobado también en Noruega e Islandia. Este modelo se asienta en cuatro pilares: penalizar a los consumidores, descriminalizar a las prostitutas, ofrecer ayudas y servicios para que las mujeres dejen la prostitución y concienciar a la población. “El abolicionismo no piensa en criminalizar a las mujeres ni mucho menos. Se trata de protegerlas y de que puedan ejercer sus derechos. El modelo nórdico trabaja en la igualdad desde pequeños para desincentivar la demanda y que los hombres no crezcan pensando que pueden utilizar los cuerpos de las mujeres”.

Este martes, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida como 'ley del sí es sí'. Entre todos sus artículos, la norma recoge un apartado dedicado al proxenetismo y al negocio de la prostitución, donde se vuelve a incorporar en el Código Penal la tercería locativa y cuyo objetivo es “para perseguir a todo aquel que, con ánimo de lucro y de manera habitual, destine un inmueble o local para favorecer la explotación sexual de otra persona. No solo se incluye pena de prisión sino también el cierre del local siguiendo las reglas del artículo 194 del CP”. Ahora el proyecto de ley tendrá que iniciar el trámite parlamentario y, mientras tanto, Joy seguirá contando su historia.

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