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Urkullu y Sagardui desactivan en el Parlamento las peticiones de dimisión por la crisis en la Sanidad pública vasca

Iriarte, jefa de la oposición, esgrimiendo un documento ante Urkullu

Iker Rioja Andueza

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El lehendakari, Iñigo Urkullu, y la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, han aguantado un chaparrón de críticas llegada de todos los flancos de la oposición sobre la situación de la Sanidad pública en Euskadi en la última sesión de control al Gobierno de 2022, celebrada este viernes en el Parlamento Vasco. El telón de fondo era la crisis abierta en la OSI Donostialdea tras la destitución hace dos semanas de la gerente, Itziar Pérez, y de la directora médica, Idoia Gurrutxaga, a lo que siguieron algunas dimisiones de cargos intermedios y la protesta de una cuarentena de jefes de servicio. Sin embargo, han salvado el 'match ball' sin que el PSE-EE, socio de coalición en el Ejecutivo, haya cuestionado en exceso la gestión del PNV y haciendo desaparecer ya las peticiones de dimisiones de la directora general de Osakidetza, Rosa Pérez Esquerdo, y de la propia Sagardui que llegaron de grupos como EH Bildu o PP+Cs, aunque este grupo afirma que sí lo ha hecho pero que no consta en el acta y no se ha escuchado porque ha sido fuera de tiempo, con una bocina avisadora sonando. En Donostia, el germen de esta tormenta, incluso los rebeldes han sacado ya una bandera blanca y ya no se producen protestas todos los días en la puerta del hospital porque aprecian visos de diálogo en la dirección política y tienen garantizada una reunión este lunes con Pérez Esquerdo. Así las cosas, Urkullu y Sagardui han logrado incluso dar la vuelta al problema y pasar a la ofensiva. El lehendakari ha afirmado que en sus diez años en Ajuria Enea ha elevado de 3.200 a 4.600 millones el presupuesto para Salud. “¿Me hablan ustedes de privatización? Díganme una comunidad en la que se invierta más. Ninguna. Ninguna”, ha clamado.

La sesión había levantado gran expectación, hasta el punto de que han ocupado sus escaños no solamente los parlamentarios autonómicos sino incluso senadores como Alfonso Gil. Pocas veces toda la oposición -desde EH Bildu hasta el extremo de Vox- coinciden en interesarse por el mismo tema y pocas veces el mismo tema es la vez motivo de pregunta al lehendakari y de interpelación a la consejera del ramo. Pocas veces la sesión tendrá continuidad con una comisión este lunes. Así las cosas, el PNV decidió preparar una autopregunta para controlar las primeras explicaciones sobre Osakidetza y dejar claro el sentir último en este partido sobre las críticas: “Resulta asqueroso hiperbolizar [...] cuando el presupuesto de Salud crece cada año”. Esta autopregunta se preparó minutos antes de que se cerrara el registro para fijar el orden del día de este 'question time'. Solamente el PSE-EE, socio de los nacionalistas en el Gobierno, ha quedado fuera de la discusión sobre la Sanidad pública y ha preferido seguir enarbolando la bandera de los descuentos en el transporte público como su “prioridad” política. Aunque Sagardui y Urkullu han llegado separados al Parlamento Vasco, sí han entrado juntos al hemiciclo y el lehendakari ha dejado clara su confianza en su consejera de Salud y en su equipo. Sin fisuras.

En el guion preparado por el PNV, Sagardui, pausada e incluso sin agotar el tiempo, ha afirmado que los relevos de directivos en la OSI Donostialdea “no han afectado en nada a la atención sanitaria”, que es ofrecida “con la calidad de siempre”. Ha deslizado que las protestas de los jefes hospitalarios tienen mucho que ver “con temas de contratación” -demandan más poder frente al modelo de OPE, lo que ha hecho que incluso el Sindicato Médico les haya recordado un principio básico de la función pública, el de “igualdad, mérito y capacidad”- y ha desechado la idea de que el Donostia está perdiendo peso como hospital dentro de la red de Osakidetza. “En contra de lo que se ha dado entender, nadie en ningún momento ha pretendido trasladar ningún servicio fuera del Donostia. La realidad es exactamente la contraria”, ha recalcado para añadir, entre otros ejemplos, que “el Donostia va a acoger la primera unidad de protonterapia de Euskadi, la técnica más eficaz y moderna para el tratamiento de determinados cánceres”.

Después ha empezado el fuego cruzado con la oposición. Ha abierto la veda EH Bildu, con un 'cara a cara' de la jefa de la oposición, Maddalen Iriarte con Urkullu. “¿Crecimiento positivo?”, se ha preguntado en alusión a unas palabras del propio Urkullu, que dio a entender que los problemas en el Servicio Vasco de Salud son derivados de que va ganando en tamaño y calidad. “Crecimiento de problemas o crecimiento de la privatización”, se ha respondido Iriarte. Y ha apostillado: “Esto no es un juego político. Aquí lo que está en juego es la salud de Osakidetza. Y eso es la salud de todos los hombres y mujeres que vivimos en esta parte del país. Es un descontrol. Hemos perdido una década”. Una década, precisamente el período que ha cumplido Urkullu como lehendakari esta semana. Para EH Bildu, la crisis de Osakidetza no se limita a la de la OSI Donostialdea. “Es Basurto, es Bidasoa, es Tolosa, es Zumarraga, es la atención primaria”, ha enumerado. Eso sí, Iriarte ya no ha pedido la dimisión de Sagardui, como hizo la coalición en los primeros días después del estallido del conflicto en Donostia.

Desde la bancada de Elkarrekin Podemos-IU, Miren Gorrotxategi ha afirmado que es “evidente” que se adoptan decisiones “sin consenso” -como dato, ha indicado que 42 de los 47 jefes de servicio en Donostia se han opuesto a los cambios introducidos allí- y también ha asegurado que hay más problemas en Osakidetza. Ha citado la subida de las listas de espera, huelgas como las del centro de transfusiones o los problemas del personal de limpieza como añadido a las situaciones ya descritas por EH Bildu. “Osakidetza es una sombra de lo que fue”, ha sintetizado. Con todo, sí ha reclamado que se abra el “melón” de analizar si los jefes de servicio, del Donostia y del resto de centros, son a la vez cargos de la Sanidad privada.

Resignado, Carlos Iturgaiz ha lamentado que Urkullu apoye la gestión de Sagardui y de Osakidetza. “Niega lo evidente. Escuchándole parece que todo bien. Están sacando brillo a la joya de la Corona. Pero dos millones de vascos sabemos que no es verdad. Perciben un deterioro evidente. Con la gestión del PNV, la joya de Osakidetza va camino de convertirse en simple bisutería”, ha afirmado el líder de PP+Cs, que se ha animado a dar continuidad a la lista de problemas de la Sanidad vasca iniciada por sus colegas de la oposición mencionando más casos, como los de las “vacunaciones irregulares” al inicio de la campaña contra la COVID-19 y que afectaron a dos altos cargos de Osakidetza que antes fueron concejales del PNV. “Hay dinero para los chiringuitos de la Administración del batzoki pero no para que haya todos los servicios en todos los hospitales”, ha seguido Iturgaiz, muy duro en su alocución -preparada por escrito- pero en la que tampoco ha repetido expresamente su petición de dimisión hasta el final, ya sobre la bocina y sin que haya quedado recogido en el acta. La frase que no aparece en la transcripción era: “Por lo tanto, por el bien de Osakidetza, si ella no dimite debe proceder usted al cese de la señora consejera”.

Finalmente, en la enésima intervención sobre el tema, Vox ha optado por elevar los decibelios para lograr un mínimo de protagonismo. Eso sí, Amaia Martínez Grisaleña ha querido completar la lista de problemas y ha citado como otro de los hitos recientes en la Sanidad vasca el “robo de un bebé” en Basurto, ocurrido este otoño, y achacado por la parlamentaria a los problemas en los protocolos de seguridad.

Urkullu ha querido confrontar con datos todas estas afirmaciones. Su predilecto es el del incremento del gasto. También ha mencionado que la plantilla estructural de Osakidetza, de 31.000 sanitarios, es la más alta de la historia. Incluso ha querido rescatar datos de gestión de la pandemia para ponderar el trabajo de Euskadi frente a otras comunidades. Ha respondido a la lista de la oposición con otra, la de centros de salud y hospitales y la de municipios en los que se prevén inversiones. “Nuestro compromiso con la Sanidad pública es irreversible”, ha querido zanjar.

Patina con una supuesta “sentencia” sobre Darpón

El lehendakari ha ido ganando en confianza en la tribuna hasta el punto de que no solamente ha aplaudido la gestión de Sagardui, sino también la de sus otros consejeros de Salud en esta década. Ha mencionado a Nekane Murga, al frente de la cartera cuando llegó el coronavirus. Y, sobre todo, ha alabado a Jon Darpón. Dimitió en 2019 en medio de las denuncias de irregularidades en las oposiciones médicas de 2018. Con él se marcharon la directora general de Osakidetza, María Jesús Múgica, y el responsable de Recursos Humanos, Juan Carlos Soto. “Sigo sin escuchar disculpa alguna” para Darpón, ha manifestado con enfado Urkullu, citando una inexistente “sentencia judicial” que supuestamente le exoneró de las irregularidades y criticando la “caza y captura” a la que la oposición, aparentemente, sometió a su antiguo colaborador, que ahora ha dado el salto a una empresa de la Sanidad privada llamada Keralty, como otros de sus excolaboradores.

Se refería Urkullu a un auto judicial -que no sentencia- adelantado en septiembre de 2021 por este periódico por la que se desestimaba la imputación de Darpón y la cúpula política de Salud en la investigación judicial abierta en Vitoria por esas denuncias. Esa resolución no cerraba la causa, en la que hay una veintena de personas imputadas por los hechos. Las estadísticas de aquella OPE mostraban que en una docena de exámenes había notas altas o casi perfectas y que, en su mayoría, coincidían con candidatos cercanos a los autores de las preguntas. Una investigación interna concluyó que no había “elementos objetivos” que constataran las irregularidades pero las grabaciones que dieron lugar a esas conclusiones sí mostraban que los testigos apreciaban anomalías. En un primer momento, Osakidetza no entregó a la Fiscalía ese material.

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