Vecinos de Os Peares (Ourense) discuten la infancia de Feijóo: “No nos representa, no es un rapaz de aldea”
Es raro el relato político que no presenta agujeros. Ni siquiera uno elaborado por la poderosa maquinaria propagandística del Partido Popular gallego está libre de fugas. Es el caso de aquel que presenta a Alberto Núñez Feijóo como un niño de aldea, criado en Os Peares -donde inició la campaña electoral en curso- y querido por los que fueron sus vecinos de infancia. Toda la aldea, ubicada en donde confluyen los ríos Sil y Miño entre las provincia de Lugo y Ourense, adora a su paisano. ¿Toda? No. Un grupo nada desdeñable de irreductibles lugareños se opone desde hace años al cuento del niño rural y del supuesto Rosebud de Feijóo. “No todos comulgamos con ruedas de molino”, dice uno de ellos a elDiario.es, harto de lo que considera “un montaje que dio resultado” al ahora candidato del PP al Gobierno del Estado. Los irreductibles no se resignan y han instalado una pancarta en el centro del pueblo: “Somos dos Peares / e Feijóo non nos representa”.
La relación del expresidente de la Xunta de Galicia con su lugar de origen —nació en un sanatorio en Ourense, pero su familia regentaba un ultramarinos en Os Peares— es, como mínimo, intermitente. Suele asomar cuando se acercan las urnas. La amable biografía El viaje de Feijóo (2021), del periodista Fran Balado, la coloca en el subtítulo, “el niño de aldea que nunca perdió unas elecciones” pero después apenas dedica unas cinco páginas, de 368, al particular. Y con no pocas generalidades. “Es todo una especie de parafernalia que montan cada cuatro años para convencer a la gente de que es un rapaz de aldea”, dice este vecino, “pero yo, que tengo diez años más que él, nunca por aquí lo vi”. No es el único, añade. Detrás de la pancarta, que en realidad responde a otra que aparece en los medios y en la comunicación de los populares con cierta recurrencia -“Alberto noso presidente” (sic), hay 12 personas, vecinos de Os Peares. “Y más, solo que no todo el mundo quiere dar la cara”, apunta.
En Os Peares viven sobre 150 personas. Los caprichos de la administración y la ordenación territorial lo han dividido entre cuatro parroquias y cuatro municipios pertenecientes a dos provincias. “Nosotros somos vecinos de aquí”, insiste, “no como Feijóo, que dice que lo es. Pues no se debía relacionar con nadie y no debía salir de casa”. A los diez años, relata Balado, sus padres lo internaron en el colegio Champagnat, de León, regido por los maristas. Ya nunca volvió a residir en Os Peares. Su madre y su hermana Micaela -en la actualidad, directora “para el noroeste” de la empresa multiservicios y contratista habitual de la Xunta Eulen- se mudaron a Ourense. El padre, que trabajaba en el embalse de la aldea, se quedó en ella. Y las visitas ya fueron de fin de semana. “Fue su desarraigo. En cuanto pudieron, vendieron sus propiedades y comparon piso en Ourense”, explica el vecino.
Esta misma persona asegura que Feijóo solo volvió a dejarse ver por Os Peares, siempre acompañado por la prensa, cuando ya era conselleiro en el último gabinete de Fraga Iribarne. En esa época, la cúpula madrileña del PP lo promocionaba como su hombre en Galicia para la lucha interna que se recrudeció cuando la derecha perdió, en 2005, el gobierno gallego. Pero más allá de acciones de agitación y propaganda -hace unos meses bromeaba con su “interés por la procreación de los conejos que había en casa”-, el rastro de la aldea no prendió en Feijóo, a decir de estos vecinos del lugar. Basta con atender a su manera de hablar gallego, plagada de incorrecciones sintácticas, gramaticales, fonéticas o léxicas, realmente peculiares en alguien que pasó su infancia en Os Peares durante la década de los 60. “Pero es que tampoco habla bien el castellano, ya no digamos el inglés”, ironiza el hombre consultado por este periódico, quien, en todo caso, resume el mensaje de su “contrapancarta”: “Queremos aclarar que no es el presidente de todos los vecinos de aquí. Que no todos comulgamos con ruedas de molino”.
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