OPINIÓN | La vigilancia masiva no sirve para detener atentados
Dos semanas después de la primera publicación de los papeles de Snowden, Barack Obama dijo a la prensa que el programa de espionaje doméstico masivo de la NSA había “impedido al menos 50 amenazas terroristas”. Del espionaje no doméstico no dijo nada porque espiar a ciudadanos no estadounidenses es el trabajo de la Agencia de Seguridad Nacional. Keith Alexander, director de la Agencia, dijo que no habían sido 50 sino 54. Dick Cheney, vicepresidente de George W. Bush en el 11S, dijo que Snowden era un traidor a la patria y que si hubieran tenido el programa de espionaje masivo entonces, el ataque a las Torres Gemelas no habría tenido lugar.
En los próximos días volveremos a oír que la vigilancia masiva sin control judicial es la solución al terrorismo. Que merece la pena renunciar a nuestros derechos fundamentales –o a los derechos de nuestros vecinos– para evitar la muerte de niños en el concierto masivo de una estrella del pop. No importa que esa tesis haya demostrado ser falsa. Porque, entre los atentados del 11 de septiembre y el atentado del Manchester Arena ha habido mucha, mucha, mucha más vigilancia. Y, sin embargo, no ha habido menos terrorismo. De hecho, ha habido más.