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El Comité Olímpico Internacional, acusado de encubrir al Gobierno chino en el caso de la tenista Peng Shuai

La tenista Peng Shuai, en uno de los partidos que disputó en Roland Garros, en París, en 2018.

Lara Lema

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Hace una semana saltaban las alarmas por el paradero de la tenista china Peng Shuai, de la que no se sabía nada desde que el 2 de noviembre acusó al ex viceprimer ministro de su país, Zhang Gaoli, de haberla agredido sexualmente.

Tras días de presión internacional, con estrellas como Naomi Osaka o Gerard Piqué uniéndose a la campaña #WhereIsPengShuai (¿Dónde Está Peng Shuai?), el Comité Olímpico Internacional (COI) reaccionó este domingo: compartió fotos de la tenista en una videollamada con el presidente del COI. Durante la llamada de 30 minutos, Peng dijo que estaba “sana y bien”, según asegura el COI en un comunicado. La tenista, según la organización, está en su casa de Pekín y “le gustaría que respetaran su privacidad durante este tiempo”, sin ninguna mención a las acusaciones de agresión sexual. Peng supuestamente se desdijo de sus acusaciones en un email compartido el pasado jueves por la televisión estatal china CGTN, lo que creó dudas sobre la veracidad del escrito.

Este domingo, medios de comunicación afines al Gobierno chino también han compartido imágenes y vídeos de Peng en un torneo junior de tenis en Pekín. “¿Puede una chica fingir una sonrisa tan alegre bajo presión?”, ha tuiteado el director del periódico Global Times, Hu Xijin.

Además, durante el fin de semana se publicaron en medios chinos fotografías de Peng cenando con sus amigos y posts de ella en su cuenta de WeChat, una aplicación similar en WhatsApp muy usada en China, todas ellas supuestamente compartidas por sus amigos.

Pero para la Asociación de Tenis Femenino (WTA, por sus siglas en inglés), esto es “insuficiente”. “Aunque es positivo verla, sigue sin estar claro si es libre y capaz de decidir y actuar por sí misma, sin coacciones ni interferencias externas”, dijo Steve Simon, consejero delegado de la WTA, en un comunicado. “Me sigue preocupando la salud y la seguridad de Peng Shuai y que la acusación de agresión sexual sea censurada y escondida bajo la alfombra. He sido claro sobre lo que debe ocurrir y nuestra relación con China está en una encrucijada”.

Críticas al COI

La respuesta del COI ha sido criticada por organizaciones de derechos humanos y activistas, que han acusado al organismo de hacer “propaganda” a favor del Gobierno chino para proteger los Juegos Olímpicos de invierno, que se celebrarán en Pekín en febrero.

“Esto es perturbador en otro nivel”, ha tuiteado Yaqiu Wang, investigadora principal de China en Human Rights Watch. “El COI está desempeñando ahora un papel activo en la maquinaria de propaganda, coacción y desaparición forzada del Gobierno chino”.

Jules Boykoff, autor de Juegos de poder: Una historia política de los Juegos Olímpicos, profesor y experto en Olimpiadas, dice que el COI ha hecho un “truco publicitario descarado e interesado”, convirtiéndose en un “participante activo en la creación de una historia para encubrir un violador [China] demostrado de los derechos humanos”. En declaraciones a elDiario.es, Boykoff asegura que el organismo ha mostrado “total indiferencia” por la seguridad de los atletas, que “ocupan casi el último lugar en su lista de prioridades”. El objetivo del COI, dice el profesor, es “crear una endeble historia de encubrimiento para las autoridades chinas para que los Juegos pudieran continuar”.

“El presidente [del COI] Thomas Bach mostró un desprecio espantoso por las graves acusaciones de abuso sexual”, afirma Boykoff, para quién Bach ha demostrado “estar dispuesto a hacer lo que sea necesario para mantener abierta la válvula del dinero olímpico, incluso si eso significa sacrificar los principios olímpicos declarados, como la libertad y la dignidad, en el altar del frío dinero”.

Según informa Bloomberg, 14 compañías patrocinadoras de los Juegos Olímpicos, entre las que están Coca Cola, Samsung o Airbnb, pagan más de 1.000 millones de dólares cada cuatro años para participar en el evento. Supone una forma de entrar por la puerta grande en el mercado chino, valorado por Bloomberg en 110.000 millones de dólares para 10 de los 12 principales patrocinadores extranjeros. 

“El COI y la industria olímpica anteponen los beneficios a los derechos humanos”, dice Helen Lenskyj, autora Los Juegos Olímpicos: Una Visión Crítica. La profesora de la Universidad de Toronto señala que “recurren a viejos argumentos sobre la ”diplomacia blanda'“ que, según ella, no funcionó en Pekín 2008 y tampoco será efectiva ahora. En su opinión, ”el COI, la FIFA y otros prefieren regímenes totalitarios como países anfitriones (como Rusia, China, Qatar) porque pueden organizar megaeventos deportivos de manera eficiente y suprimir las protestas completamente“.

Según Lenskyj “El mundo ha tenido sobradas pruebas del uso y abuso de poder del COI” pero la “maquinaria propagadística de la industria olímpica ciega al público”. “Dudo que la situación de hoy [con Peng Shuai] sirva de señal a los gobernantes”, dice.

Polémicas anteriores

No es la primera vez que el COI y los JJOO se han visto envueltos en polémicas. Las más conocidas fueron la celebración de las Olimpiadas de 1936 en Berlín, usadas por Hitler como arma propagandística, y cuando en México 1968 los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos fueron retirados, a petición del COI, tras levantar el puño con un guante negro como símbolo de apoyo a los derechos civiles, en lo que se conoció como el “Black Power salute” (“el saludo del poder negro”).

El COI también ha demostrado saber repetir su historia. En 2001, el organismo eligió a Pekín como anfitrión de las Olimpiadas de 2008. El entonces presidente del COI dijo que elegir a Pekín para las Olimpiadas de 2008 “haría mucho para mejorar la situación de los derechos humanos del país”.

Tras su celebración, una portavoz de Human Rights Watch los calificó como un “catalizador de abusos”. Según la organización, provocó “desalojos forzosos masivos, un aumento de las detenciones y del acoso a los críticos, repetidas violaciones de la libertad de los medios de comunicación y un aumento de la represión política”.

España tampoco se ha quedado fuera de las polémicas del COI. Cuando en 1998 se descubrieron los sobornos para apoyar a Salt Lake City (EEUU) como anfitriona de los Juegos, el presidente era el español Juan Antonio Samaranch. Fue uno de los mayores escándalos del organismo y acabó con la dimisión o expulsión de 10 miembros. Samaranch, que presidió el COI desde 1980 hasta 2001, estuvo afiliado a la Falange y tras la muerte de Franco, calificó el periodo de la dictadura como “uno de los más brillantes de la historia de España”.

“Los criterios éticos del COI -o la falta de ellos- están a la vista desde hace tiempo”, dice el profesor Boykoff. “Durante demasiado tiempo, el COI ha supervisado la infraestructura deportiva menos responsable del mundo. Pekín 2022 es una clara señal de que los Juegos Olímpicos necesitan un replanteamiento serio y profundo.”

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