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Nueva York vota contra Trump: largas colas, pizza gratis y muchos nervios

Megan y Leslie Dickert haciendo cola en un centro electoral de Nueva York

Sarah Yáñez-Richards

Nueva York —

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A Megan y Leslie Dickert, ambos actores, no les vale con votar en contra del presidente Donald Trump en una iglesia del barrio neoyorquino de Soho. También quieren hacer campaña contra el magnate republicano a través de su atuendo mientras hacen la larga cola de cuatro horas. “Son Pussyhat (”gorros-coño“, en español) de la Marcha de las Mujeres”, dice Megan, en referencia a la protesta masiva del 21 de enero de 2017, tras la toma de posesión del candidato republicano.

“Sabemos que Nueva York va a votar por Biden, pero creo que cada voto cuenta porque es importante mandar un mensaje fuerte y que sepa cuántas personas fueron las que dijeron: No, no queremos más a Trump, hace falta que sea Biden”, añade.

El hecho de que Trump naciera en la ciudad de Nueva York hace que los habitantes de la Gran Manzana tengan más simpatía por él. Tampoco jugó a su favor en 2016, pues Hillary Clinton ganó con el 75% en Queens, el distrito natal, y con el 86 % en Manhattan, donde está su casa. Aunque a menor escala, esta tendencia se extrapola a todo el estado, la última vez que ganó un republicano en Nueva York fue en 1984 con Ronald Reagan.

“Trump es el peor presidente de la historia de Estados Unidos. Esta elección es la más importante en la historia de este país desde que estamos vivos y queremos que nuestro voto cuente”, añade Leslie, que al igual que su esposa se encuentra desempleado por las restricciones en los teatros que hay en la ciudad debido a la COVID-19.

Para Thornton Willis, quien a sus 84 años se desplazó hasta el centro de votación de su barrio con una mascarilla, un protector facial de plástico y una especie de chubasquero transparente que le recubre todo el cuerpo, éste también es el plebiscito más importante que ha vivido, y eso que empezó a votar con 20 años.

“Nunca he visto a tanta gente en mi vida, es muy bonito. Lo que más me gusta es que son muy jóvenes, son activistas que están hartos y dispuestos a esperar esta cola de más de cinco manzanas”, anota la señora Wilis, quien lleva el mismo atuendo de su marido, pues no quería “pillar la COVID-19 mientras votaba”. 

Esta pareja no tuvo que hacer cola pues ya tenían las papeletas rellenas y listas para meter en el buzón que está dentro del centro electoral.

Récord de voto antes del día de las elecciones

En todo el país, ya han votado de manera presencial temprana o por correo más de 84 millones de personas. En el país suelen votar unos 150 millones.

Uno de los temores de los neoyorquinos haciendo estas largas colas es que no acepten su voto si lo mandan por correo. En las presidenciales de hace cuatro años, 22.849 papeletas de voto por correo de las 405.151 recibidas en Nueva York fueron rechazadas, sobre todo por dos razones: al votante se le olvidó firmar o el sobre no tenía sello. 

Otra de las razones es que el voto por correo no quede reflejado la noche de las elecciones, ya que el voto por correo tarda más en procesarse. En las primarias -donde el voto por correo también fue muy popular debido a la pandemia- algunos condados de Nueva York tardaron semanas en computar este tipo de voto.

“Es una elección demasiado importante como para no votar en persona y quería ser parte de eso. Las mejores tres horas que he pasado en mucho tiempo”, dice una joven que espera en la cola con su perro, quien lleva en su arnés un pin de Joe Biden“.

“¡Qué son cuatro horas por evitar otros cuatro años más!”, dice entre risas a elDiario.es Dana Sachow, quien espera su turno para votar sentada en un pequeño taburete que se trajo de casa. “Claro que vale la pena la espera. Me gustaría más si hubiese algún sistema de números en vez de tener que estar en una fila sin saber cuánto tardaremos, pero si este es el sistema que tenemos, este es el sistema en el que participaré”, añade Dana, asistente ejecutiva en una empresa de software que hoy, en vez de hacerlo desde casa, está mandando correos y recibiendo llamadas desde esta improvisada oficina.

Simone McElroy dice que sabe a quién no va a votar desde el día que Trump tomó el poder y que lleva esperando cuatro años pacientemente para poder ejercer su derecho. Es una idea que comparten la mayoría de los neoyorquinos. “Hemos visto lo frágil que puede ser nuestra democracia y podemos entrever cómo es la posibilidad de un futuro en el que las cosas vayan a peor hasta el punto en el que no podremos reparar los daños que se hagan al país”, anota.

Para esta mujer afroamericana el hecho de que esta primavera millones de estadounidenses gritaran en las calles “Black Lives Matter” (“las vidas negras importan”) para protestar en contra del racismo y la violencia policial fue tan solo “la gota que colmó el vaso”. “Tengo dos hijos gemelos y me gustaría decirles que ayudé a cambiar una crisis muy grande o, al menos, que me levanté y esperé en una fila para conseguir el cambio que quería”.

Anita Pandien viene a este centro electoral del Soho con las manos cargadas de cajas de pizza. “Estoy animando a la gente para que se quede haciendo fila el máximo tiempo posible, porque ahora mismo son más de tres horas”, explica la voluntaria que forma parte de la organización “Pizza to the Polls” (“pizza para los centros de votación”).

Esta vecina, que ya ha repartido 17 pizzas, dice que todo el mundo siempre se pone muy feliz cuando la ven aparecer y explica que pese a que el lugar donde reparte la comida que le manda la organización es donde le toca votar, aún no se ha animado a ponerse a la fila porque las colas son muy largas.

“Estoy trabajando desde la fila, si puedo trabajar desde casa, puedo trabajar desde aquí”, dice entre risas Alexandria McCree. “Espero que mucha gente joven salga. Mi hermano mayor nunca votó y esta es la primera elección en la que se ha registrado para votar, creo que mucha gente está siendo más activa esta vez, en comparación con 2016 porque los últimos cuatro años han sido horribles”. 

En el Madison Square Garden

Alexis, que es una trabajadora social y votó en el pabellón deportivo Madison Square Garden junto con sus padres, señala que la gente entre 18 y 24 años con la que trabaja está muy interesados en la política. “No creo que estén entusiasmados por Joe Biden, pero sí que lo están por que se les tome en cuenta”. “Si la gente joven sale a votar esta vez, entonces creo que estamos en el buen camino”, añade su padre, Rich. Cuenta que le hace mucha ilusión votar en “el estadio más famoso del mundo”.

Alexandria García es una de las caras más jóvenes que hay en la fila de este icónico lugar, tiene 19 años y dice que quiere ejercer su derecho al voto para que se oiga su voz. “Creo que con el presidente que tenemos ahora mucha gente siente que le están faltando al respeto y no siente que sus voces están siendo oídas en relación con lo que quieren para el país”.

Pero en la fila del Polideportivo de Williamsburg, en Brooklyn, hay dos caras aún más jóvenes, los hijos de Liz Blanchard. El más pequeño está contemplando si echarse la siesta o no y la mayor está viviendo la experiencia con los ojos muy abiertos pues no se quiere perder su parte favorita, cuando dan la pegatina de “I voted early!” (“yo voté temprano”). “Vengo con mi mamá a votar muchas veces, me gusta votar con ella”, dice la benjamina a elDiario.es.

Blanchard anota que si el pequeño se decanta por dormir un rato se quedará en la fila para votar, pero que si no lo intentará otro día. Pese a que la cola le complica un poco más votar en familia, la profesora dice que le hace feliz ver a tanta gente lista para ejercer su voto. “Espero que Biden gane y espero que sea por un margen muy grande y que no haya peleas por quién es el vencedor la noche de las elecciones”.

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