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Un inédito empate técnico deja a Uruguay sin saber quién será el próximo presidente hasta finales de semana

El candidato presidencial Luis Lacalle Pou, del opositor Partido Nacional (PN, centroderecha)

María García Arenales

La del domingo fue una noche de infarto en Uruguay. Nunca antes en una segunda vuelta de las elecciones presidenciales se había dado una votación tan ajustada como en esta entre el opositor Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional (derecha), y el oficialista Daniel Martínez, del Frente Amplio (izquierda). La diferencia entre ambos es tan pequeña que la Corte Electoral no dará los resultados definitivos “hasta el jueves o viernes”, por lo que el país también vivirá una semana inédita.

Con el 100% de los circuitos escrutados, Lacalle Pou superó en casi 28.666 votos a Martínez, sin embargo la definición del ganador de estos comicios dependerá de los votos observados, que suman 35.229. 

Los votos observados son los sufragios de aquellas personas que no pudieron votar en el circuito que les fue asignado, como es el caso de los integrantes de las mesas electorales o de quien tiene una discapacidad motriz. Al emitir su voto en otro lugar, ese recuento tarda un poco más.

El Frente Amplio, que ha gobernado el país durante los últimos 15 años, tiene difícil lograr una cuarta victoria, pues necesitaría un 90% de esos 35.000 votos observados. Sin embargo, a diferencia de lo que pronosticaron las encuestas en las últimas semanas, el resultado del domingo fue mucho mejor de lo esperado y logró el 47,5% de los votos.

El Partido Nacional, que lidera una coalición conservadora formada por otros cuatro partidos opositores, consiguió el 48,7% de los apoyos cuando los sondeos habían dado a Lacalle Pou una cómoda ventaja de entre 5 y 8 puntos sobre Martínez. Esa cifra hizo la emoción de los seguidores nacionalistas se transformara en cautela a medida que avanzaba la noche electoral. 

Uno de los factores que pudo hacer cambiar de opinión a muchos electores indecisos favoreciendo al Frente Amplio fue el vídeo que protagonizó el exmilitar Guido Manini Ríos, líder del partido ultraderechista Cabildo Abierto que integra la mencionada coalición, en el que llamó a las Fuerzas Armadas a votar contra el oficialismo. El hecho de que miles de uruguayos que viven en el exterior se trasladaran hasta el país para votar también pudo beneficiar a Martínez. 

El candidato oficialista fue el primero en hablar minutos antes de la medianoche y no se dio por derrotado. Recordó que aún quedan votos por contar y que “por lo tanto queda esperar todavía para saber el resultado final”.

Martínez aseguró que como ninguno de los dos partidos va a llegar al 50% de los votos, Uruguay tiene “la tarea histórica de buscar los entendimientos y las construcciones que permitan pensar en un solo país”, al tiempo que agradeció a la militancia de los frenteamplistas. “Intentaron enterrarnos, lo que no sabían era que somos semilla”, agregó ante sus partidarios en el centro de Montevideo.

Al desgaste natural de los tres mandatos consecutivos que lleva gobernando el Frente Amplio, se suma un estancamiento de la economía con un déficit fiscal que ha alcanzado el 4,9% del PIB, si bien el país mantuvo un crecimiento económico sostenido en los últimos tres lustros. También ha habido un aumento notable de los delitos y homicidios, un dato que ha pesado mucho en la campaña y en la propia elección.

Por su parte, Lacalle Pou lamentó el domingo que Martínez no reconociera un resultado que desde su punto de vista “es irreversible”.

“Además de gobernar un país, queremos tener una sociedad de paz y una sociedad unida, y lo que menos podemos hacerle es darle manija (provocar)”, señaló Lacalle Pou al pedir paciencia a la multitud de seguidores que lo interrumpía al grito de “presidente, presidente”.

Pese a que esta semana inédita puede generar un clima tenso, Uruguay puede presumir de una normalidad institucionalidad inimaginable en muchos otros países latinoamericanos, por lo que todo apunta a que su población sabrá esperar los resultados con prudencia. 

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