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ENTREVISTA

José Marinero, especialista en derecho público: “La reelección que busca Bukele es un paso más hacia el fraude electoral”

José Marinero, presidente de la Fundación Democracia, Transparencia y Justicia en El Salvador

María García Arenales

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Hay muchas posibilidades de que Nayib Bukele sea candidato presidencial en las próximas elecciones de 2024 y termine gobernando otros cinco años más en El Salvador, a pesar de que la Constitución prohíbe la permanencia en el poder durante dos mandatos seguidos. La semana pasada, a través de un mensaje televisado a la nación, Bukele anunció que buscará la reelección después de no haber dejado de concentrar poder desde su llegada al Ejecutivo en 2019.

“Lo que está haciendo Bukele es completamente contrario a la Constitución, es una frontal vulneración de al menos seis artículos”, explica a elDiario.es el abogado José Marinero, presidente de la fundación Democracia, Transparencia y Justicia. En la Carta Magna salvadoreña existen las llamadas cláusulas pétreas -una de ellas relacionada con la reelección presidencial continua- que no pueden ser modificadas, ni siquiera a través de una reforma constitucional. En su opinión, Bukele “está utilizando la justicia constitucional para autorizarse la posibilidad de la reelección” y recuerda que quien quiera volver a ser presidente en El Salvador habiendo ocupado ese cargo con anterioridad “debe dejar transcurrir un periodo de 10 años”.

Aumento de poder

El autoritarismo de Bukele se intensificó en marzo de 2021, cuando su partido, Nuevas Ideas, obtuvo una histórica mayoría en la Asamblea Legislativa. Apenas dos meses después, el nuevo Congreso destituyó a los jueces de la Corte Suprema de Justicia y al fiscal general Raúl Melara, mientras que en septiembre esa misma instancia de justicia aprobó la reelección presidencial. 

“Esa resolución de la Sala de lo Constitucional impuesta por el oficialismo es completamente ilegítima, es contraria a la Constitución y es un documento que no tiene ningún valor jurídico”, aclara Marinero. El propio Bukele, antes de ser presidente, recordaba en entrevistas a medios de comunicación que la relección continua está prohibida en el país.

El Gobierno salvadoreño ha tomado otras muchas decisiones polémicas en este último tiempo. El Congreso, a petición del presidente, aprobó el pasado mes de abril algunas reformas al Código Penal para endurecer las condenas contra pandilleros y poder castigar con hasta 15 años de prisión la difusión de mensajes de las maras en medios de comunicación, lo que coarta el derecho a la libertad de prensa. Otra decisión controvertida de Bukele fue su apuesta por el bitcoin como moneda de curso legal en el país, pese a los riesgos que implica para su frágil economía y las advertencias del Fondo Monetario Internacional.

La oposición de la ciudadanía es “clave”

Bukele, el segundo mandatario más joven de toda América Latina y quien se definió a sí mismo en Twitter como el presidente más cool del mundo, pretende, a juicio de Marinero, perpetuarse en el poder de manera ilegítima a través de la reelección, al tiempo que recuerda que “ha apartado a instituciones capaces de ejercer algún tipo de control sobre el poder político”. Además, en el país hay serias restricciones al ejercicio de la prensa, ataques a periodistas independientes y una estigmatización de los defensores de derechos humanos, “un autoritarismo que también incluye la militarización de la sociedad y la gestión pública”, añade el experto constitucionalista.

La única vía restante de control del poder, en términos de instituciones democráticas, son las elecciones, pero también se han generado dudas sobre la independencia y la integridad del Tribunal Supremo Electoral, asegura el abogado. “Estamos presenciando un fraude electoral en cámara lenta y la declaración del 15 de septiembre de Bukele anunciando su reelección es un paso más en esa dirección. Ese fraude se consumará cuando el Tribunal Supremo Electoral inscriba la candidatura de Bukele el próximo año”, critica.

Fin del capítulo democrático

Si en 2024 Bukele lograse la victoria en los comicios presidenciales, significaría “el fin de este capítulo democrático en El Salvador”, pues todo indica a que su intención es “derribar” la democracia que el país ha ido construyendo tras los acuerdos de paz alcanzados en 1992, incide Marinero.

El abogado va más allá y ya tilda de dictadura al Gobierno de Bukele, aunque no esté consolidada, dice, como la de Daniel Ortega en Nicaragua. A su juicio, se trata de “una versión expandida y mejorada de los autoritarismos más recientes que han recorrido la región latinoamericana: Bukele ha aprendido del manual de Ortega, de Hugo Chávez y Nicolás Maduro (de Venezuela), y de Juan Orlando Hernández (de Honduras)”. El mandatario, insiste, “tiene todo el aparato público a su disposición y hay señales preocupantes de la influencia del oficialismo sobre el Tribunal Supremo Electoral”.

La promoción de la figura de Bukele por parte de la Administración pública queda evidenciada en la salida del aeropuerto de San Salvador, donde lucen los retratos del mandatario y su esposa Gabriela “como si fueran figuras de la Familia Real”, ironiza Marinero, quien asegura que “todo gira” en torno al presidente de este pequeño país de poco más de seis millones de habitantes. “Los funcionarios hablan continuamente de los logros de Bukele y parece que no existe nada en el país si no lo ha ordenado él antes. El aparato público promueve descaradamente su figura desde el inicio de su Gobierno, y ahora la propaganda estatal irá encaminada a promover su candidatura para 2024”, por lo que deja en desventaja cualquier opción política, dice el abogado.

Marinero confía en que la ciudadanía salvadoreña no permita que Bukele “se atornille en el poder”, ya sea creando nuevas alternativas políticas o llevando a cabo protestas. Sin embargo, es consciente de que esa posibilidad también es remota, pues el joven mandatario sigue teniendo una alta popularidad -con niveles de aprobación que superan el 80%-, a pesar de las críticas internacionales. “Como buen populista y autoritario, confunde a propósito popularidad con legitimidad, y arropado por ello, parece que es indetenible una candidatura de Bukele, que empieza gozar del respaldo público de sectores sociales y empresariales alineados con el bukelismo que tratan de justificar la reelección”, aclara el presidente de la Fundación DTJ.

De hecho, el bukelismo ha sido muy efectivo en “aniquilar” la oposición política, “desprestigiado continuamente a los partido políticos frente a la población y culpándolos de todos los males del país”, por eso las posibilidades de que las formaciones tradicionales puedan ganar a Bukele son escasas, mientras que las nuevas aún son pequeñas y no alcanzarían para oponerse a él de forma individual, concluye.

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