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Miles de personas se manifiestan en toda Francia contra la violencia sexual tras el caso Pelicot: “La vergüenza debe cambiar de bando”

Manifestación en París contra la violencia sexual

Amado Herrero

París —

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Salir a la calle para visibilizar el apoyo a las víctimas de las violencias sexuales contra las mujeres. Es el llamamiento de activistas y asociaciones feministas francesas que convocaron para este sábado manifestaciones por todo el país en solidaridad con Gisèle Pelicot y con todas las víctimas de violación. “El 91% de las violaciones se producen en el círculo cercano”, escribía hace unos días la activista feminista Anna Toumazoff, en un mensaje en la red social X. “No seáis de esos que no dicen nada, elegid un bando, uníos a nosotras”, pidió, llamando a organizar “concentraciones en toda Francia”. En los días posteriores, diversos colectivos feministas como #Noustoutes y La Fondation des femmes se sumaron a la iniciativa y concretaron la convocatoria. 

En París, cientos de personas respondieron al llamamiento y se concentraron en la Plaza de la República. “Lo que ha ocurrido es un caso particularmente sórdido pero no es algo aislado; todos los días, todas las semanas los estamos viendo”, explica Mylène, funcionaria en la capital y, según cuenta, asidua en las manifestaciones por los derechos de la mujer. “Pero las autoridades no hacen nada. Por eso estoy hoy aquí”.

La mayoría de las pancartas hacían referencia directa al caso Pelicot, a la sumisión química o a los acusados, entre ellas “Dormir no es consentir” o “51 buenos padres de familia”. Varias afirmaban que la “vergüenza debe cambiar de bando”, una frase pronunciada la semana pasada por los abogados de Gisèle Pelicot.

“En España nos lleváis mucha ventaja en este campo”, opina Karine, que viven en la región parisina y que también acude a la capital a menudo a apoyar las causas feministas. “Mi gran esperanza es la juventud, veo muchas chicas jóvenes, y algunos chicos también (aunque no los suficientes). Ellos son los que van a conseguir que todo cambie”.

Para Anaïs el caso de Gisèle Pelicot supone un punto de inflexión. Por su trabajo en un hospital está en contacto con víctimas de violencias sexuales. “Al negarse a que el juicio sea puerta cerrada está transmitiendo un mensaje muy importante; está siendo un ejemplo”.

Un juicio histórico

El inicio la semana pasada del juicio contra Dominique Pelicot y los hombres que invitó a su casa para que violasen a su mujer, ha servido de detonante en los colectivos de defensa de los derechos de las mujeres para la organización de diversas iniciativas. El caso Pelicot supone el mayor juicio relacionado con la sumisión química en la historia del país. Un total de 51 hombres de entre 30 y 74 años se sientan en el banquillo.

“Frente a la triste trivialidad del perfil de los autores de esas violaciones [...], llamamos a los hombres a protestar con nosotras”, escribía hace unos días un grupo de figuras públicas francesas, que incluía activistas, artistas y periodistas, en una tribuna publicada en Libération. “Es necesario actuar: en este caso confluye todo lo que las asociaciones vienen denunciando desde hace años. Ya pasan siete años desde el #MeToo, y aún más desde que las feministas intentan paliar la falta de acción de las autoridades políticas”.

En la misma línea, la Fondation des femmes, un gran colectivo de apoyo a asociaciones especializadas en los derechos de la mujer y en la lucha contra la violencia de género, reclama la elaboración de una ley integral contra la violencia de género en Francia. “¿Cuántos casos harán falta para que se tome en serio a las víctimas? ¿Cuántos casos serán necesarios para acabar con la impunidad?”, se interrogaba esta semana en un comunicado.

El colectivo también hace referencia al caso Pelicot y al hecho de que comenzase con la detención de Dominique Pelicot en un supermercado, por grabar vídeos bajo la falda de las clientas. “Es esencial que se tome en serio a las víctimas. El caso Pelicot empieza con un investigador o investigadora que decidió tomarse en serio una foto robada bajo la falda de una mujer. De ese teléfono móvil al ordenador, de la página web al archivo de ADN, este caso, en apariencia ”inofensivo“, ocultaba a un violador en serie, a un asesino [Dominique Pelicot está siendo investigado por un crimen ocurrido en los años 90] y a más de 50 otros hombres con él”.

Entre otras propuestas, La Fondation des femmes insiste en la necesidad de “una respuesta política a la altura de la revolución que estamos viviendo”. Una revolución que debe abordar diferentes ámbitos. “Pedimos una ley integral de lucha contra la violencia sexual, que aborde las disfunciones de nuestras instituciones (habría que investigar sistemáticamente a los sospechosos, prohibir las investigaciones sobre el pasado sexual de las víctimas, supervisar los exámenes psicológicos, recoger y conservar las pruebas de sumisión química, tener en cuenta la serialidad de las agresiones, etc)”. 

Para las asociaciones feministas solo un esfuerzo multidimensional proporcionaría el marco y los medios para actuar y proteger. “Habría que ampliar las órdenes de protección a las víctimas de violación, contratar a 5.000 investigadores adicionales, financiar a las asociaciones de ayuda a las víctimas con 390 millones de euros más, subvencionar el apoyo psicológico, formar a los jueces de los tribunales penales departamentales, etc”. 

Señalan que sólo un esfuerzo de este tipo demostraría una voluntad real de lucha contra la cultura de la violación que se inculca desde una edad muy temprana. “Una ley global para hacer frente al inmenso reto planteado por el juicio de Mazan. Una ley integral contra la cultura de la violación. Una ley integral para que por fin se tome en serio a todas las víctimas”, afirman.

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