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¿Puede sobrevivir Escocia sin Reino Unido?

Alex Salmond con miembros de las bandas Franz Ferdinand, Frightened Rabbit y Mogwai que apoyan el sí.

Maruxa Ruiz del Árbol

Londres —

Dentro de tres días Escocia podría dar un timonazo y romper más de 300 años de historia en común con Reino Unido. Durante varios meses las encuestas habían dado la victoria a los votantes del no, que abogan por que Escocia permanezca en Reino Unido. Hasta que el fin de semana del 6 de septiembre la empresa de estudios de mercado YouGov otorgó por primera vez la victoria a los partidarios del sí, creando la alarma en Downing Street.

Por eso en esta reñida recta final los unionistas han vuelto a hacer uso intensivo de sus mantras más poderosos para tratar de recolocar las intenciones de la mayoría los votantes escoceses de parte del no.

Los motivos de peso de los unionistas se basan en las incertidumbres económicas que afrontaría una nueva nación (y del Reino Unido “restante”): ¿Cómo se repartirá la deuda actual del antiguo Reino Unido entre el nuevo Reino Unido y la nueva Escocia? ¿Podrá el nuevo Estado seguir utilizando la poderosa libra como su moneda? ¿Cambiará al euro? ¿Continuará formando parte de la Unión Europea de manera automática o tendrá que volver a solicitar la adhesión y pasar por las negociaciones por las que han pasado otros estados miembros?

David Cameron, el primer ministro británico, viajó por segunda vez en pocos días este lunes a Escocia para promover la unión. En su discurso en Aberdeen ha estado presente otro de los lemas de su campaña: “Es una decisión que no tiene vuelta atrás”.

Pero la incertidumbre del qué pasará se cierne a los dos lados. Unionistas y separatistas han dejado claras sus posturas sobre lo que querrían en el nuevo escenario, pero ninguno de los asuntos clave está decidido de antemano. Cualquier negociación sobre la forma de los dos países resultantes tendría lugar sólo después de anunciar una victoria del sí. Los medios británicos calculan que el resultado oficial se conocerá a las 7 de la mañana del viernes 19, aunque la Junta Electoral no ha anunciado una hora de forma oficial.

Según la agenda fijada por el ministro principal, Alex Salmond, las negociaciones se extenderían hasta marzo de 2016, cuando Escocia se convertiría en un Estado independiente. A la espera de que la realidad se imponga el día 18, expertos económicos han dado su visión sobre los retos de la supervivencia económica de una Escocia independiente.

Incertidumbres económicas

Si Escocia necesitara pedir dinero, ¿qué calificación crediticia obtendría? Escocia no tendría historia, y es con la historia que se concretan estos índices. “Inicialmente el coste del dinero será alto y a lo largo del tiempo, cuando la economía se establezca, la tendencia de este coste dependerá de la viabilidad y el éxito de la nueva economía”, dice Ben Thompsom, director del think thank Reform Scotland, una institución que está a favor de mantener la unión pero aumentando las competencias que tiene Escocia, una opción que se conoce como devo-max.

En el caso de una victoria del , la negociación y repartición de deuda y los activos serán una de las más duras.

John Struthers, profesor de la Universidad del Oeste de Escocia, se declara partidario del no. “Si tuviéramos que ver a un Escocia independiente como una compañía, con su debe y su haber, tendría ciertamente muchos activos como el gas y el petróleo del Mar del Norte y otros activos humanos. Pero no deberíamos minusvalorar lo que supondría una división de la deuda que, según varios estudios, contando con el petróleo podría suponer hasta dos tercios del Producto Interior Bruto. Empezar con eso es una gran lacra”.

El “voto del miedo”

Alex Salmond, el ministro principal de Escocia, ha acusado a la campaña del no de magnificar los posibles impactos negativos de un resultado favorable a la independencia, especialmente después de que el Royal Bank of Scotland y el Lloyds Group Bank anunciaran su intención de mover su sede de Edimburgo a Londres para continuar contando con el respaldo del Banco de Inglaterra.

Los ases bajo la manga de la economía escocesa son el petróleo, las exportaciones, principalmente de whisky, y la producción de energías renovables, especialmente en los parques eólicos marinos del Mar del Norte. El folleto que los separatistas están repartiendo entre los indecisos asegura que “una Escocia independiente sería más rica que el resto del Reino Unido y se situaría entre los 20 países más ricos del planeta gracias a esos recursos”.

Sólo el viernes por la mañana se sabrá si se abre el arduo proceso en que se desvelarían todas las incógnitas y esperanzas que se ciernen sobre una Escocia independiente.

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