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The Guardian en español

ANÁLISIS

Soy mediadora de conflictos y este es mi consejo para salir de la crisis de Ucrania

El presidente francés Emmanuel Macron y el ruso, Vladimir Putin, en la rueda de la prensa tras su reunión en Moscú.
11 de febrero de 2022 22:55 h

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Según el discurso de Occidente sobre la crisis de Ucrania, Rusia es una potencia maquiavélica con una estrategia expansionista. Esa visión da forma a nuestra respuesta: nos ponemos al nivel de la agresión de Vladímir Putin, respondiendo a la fuerza con fuerza y a las amenazas con amenazas. Pero ¿qué pasaría si tratáramos de penetrar en la mente del enemigo y nos preguntáramos qué es lo que motiva la agresión? ¿Al hacerlo, podríamos romper este círculo y ofrecer a Putin una salida también?

Cuando la URSS desplegó misiles balísticos en Cuba en la década de los sesenta, su proximidad a Estados Unidos estuvo a punto de desencadenar una tercera guerra mundial. Hoy en día, desde Moscú, ¿percibe Putin el hecho de estar rodeado por la OTAN como una amenaza equivalente? Después de todo, una de sus principales exigencias es que la OTAN frene su expansión cerca de la frontera rusa y que Ucrania no se una a la Alianza.

Rusia afirma que Estados Unidos dijo en repetidas ocasiones a los líderes soviéticos que incorporaría a Rusia a un marco de seguridad europeo cooperativo. En la práctica, la OTAN surgió como un marco de seguridad dominado por Estados Unidos, con unos 75.000 soldados estadounidenses desplegados aún en suelo europeo. Las grandes potencias siempre tratan con recelo y hostilidad la presencia de grandes potencias rivales en sus fronteras.

Hay que desescalar

Putin siempre ha estado amargado por la desaparición de la Unión Soviética. Esperó su momento y, en 2014, Rusia se apoderó de Crimea y envió tropas a la región ucraniana de Donbás, mayoritariamente rusoparlante, para apoyar al movimiento separatista.

La Rusia de hoy no es una democracia liberal y benigna y el presidente tiene una mentalidad estratégica, juega al póker, no al ajedrez. Está preparado para amenazar con la guerra, crear el caos y difundir desinformación para hacer retroceder a la OTAN de las fronteras rusas. Utilizando la diplomacia coercitiva, ha acumulado más de 130.000 soldados cerca de la frontera oriental de Ucrania, una amenaza continua para su soberanía.

Sin embargo, por muy provocador que sea el comportamiento de Rusia, los gobiernos occidentales tienen la responsabilidad de no intensificar la amenaza de guerra. Las consecuencias de un enfrentamiento directo entre Estados Unidos y Rusia en Ucrania serían catastróficas para todas las partes. Una guerra convencional a gran escala podría derivar en una guerra nuclear. Incluso una guerra de alcance limitado crearía una devastadora crisis económica mundial que podría destruir en un futuro próximo cualquier posibilidad de acción seria contra la crisis climática.

Yo he trabajado en la resolución de conflictos en los últimos 20 años y he visto los peligros de acabar en guerras sin poder detenerlas ni dar marcha atrás. La venta de armas a un país puede parecer un gesto con principios en apoyo de un aliado, pero suele llevar cada vez más al atolladero del conflicto. Estados Unidos y Reino Unido han instigado y participado en cuatro guerras fallidas este siglo, pero parece que no hemos aprendido las lecciones.

Hay quienes argumentan que el envío de apoyo militar a Ucrania refuerza la postura de la OTAN en la mesa de negociaciones. Sin embargo, este planteamiento conlleva peligros inherentes: el uso de la disuasión podría ser lo que intensifique la situación.

Washington y Londres se han comprometido a aumentar la ayuda militar ofensiva a Ucrania y han anunciado entregas de armas, munición y armas antitanque. Reino Unido quiere ponerse a la cabeza de los esfuerzos occidentales para evitar lo que el primer ministro, Boris Johnson, ha llamado el riesgo de una “guerra relámpago” en el este de Europa.

Alemania se ha mostrado mucho más escéptica y ha bloqueado la transferencia de armas de fabricación alemana de los países bálticos a Ucrania. Hace tiempo que se opone al envío de armas a zonas de conflicto activo. Ha declarado que está dispuesta a mantener un diálogo serio con Rusia para desactivar la peligrosa situación, argumentando que la diplomacia es la única vía posible.

Independientemente de lo que piensen los gobiernos occidentales sobre el comportamiento de Rusia, una desescalada del conflicto y ofrecer a Moscú una escalera por la que poder bajar, redunda en interés de todos. No debemos subestimar el vínculo entre la humillación y la agresión. Putin es un hombre muy orgulloso, y una política inteligente por parte de los gobiernos occidentales debería ofrecer, si nos tomamos en serio lo de evitar la guerra, gestos para guardar las apariencias.

La crisis más peligrosa y fácil de resolver

Según Anatol Lieven, académico y experto en Ucrania, esta es “la crisis más peligrosa del mundo actual; también es, en principio, la más fácil de resolver”. Existe una solución, elaborada por Francia, Alemania, Rusia y Ucrania en 2015, que pasa por la aplicación del acuerdo de Minsk II. Este ofrece la desmilitarización, el restablecimiento de la soberanía ucraniana, incluido el control de la frontera con Rusia, y la plena autonomía de la región de Donbás. La principal objeción de Kiev es que la autonomía del Donbás impediría a Ucrania entrar en la OTAN y en la Unión Europea.

Una forma de abordarlo sería que la OTAN declarara a Ucrania como país neutral y decretara que no entre en la Alianza durante al menos una década. En la práctica, la adhesión de Ucrania a la UE está descartada durante al menos una generación debido a la corrupción, la disfunción política y la falta de progreso económico.

Las conversaciones entre Putin y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, tuvieron esta semana un tono más conciliador. “No hay seguridad para los europeos si no hay seguridad para Rusia”, dijo Macron.

Se necesita un foro permanente en el que Rusia sea bienvenida para reexaminar el sistema de seguridad de la post-Guerra Fría en Europa. Este planteamiento de cuestiones como el despliegue de misiles, el control de armas y la transparencia en torno a los ejercicios militares podría aliviar este conflicto. Un diálogo de este tipo podría crear un clima de cooperación en materia de seguridad con Rusia.

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Gabrielle Rifkind es experta en resolución de conflictos y directora de Oxford Process

Traducido por Emma Reverter.

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