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ENTREVISTA

Mijaíl Jodorkovski, empresario exiliado: “Esto es una pesadilla, pero no significa que Rusia y Europa se hayan separado para siempre”

Mikhail Jodorkovsky en una rueda de prensa en marzo en Berlín.

Shaun Walker

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Mijaíl Jodorkovski, el empresario ruso exiliado, ha hecho un llamamiento a los rusos que aún se encuentran en su país para que lancen una oleada de “sabotajes” contra las estructuras del Estado para hacer descarrilar la guerra desatada por el presidente Vladímir Putin en Ucrania y desestabilizar su Gobierno.

Jodorkovski, que pasó una década en la cárcel entre 2003 y 2013 y que actualmente reside en Londres, dice que la invasión de Putin ha cambiado completamente la agenda de la oposición política rusa y afirma que la “resistencia armada” podría jugar un papel en el futuro.

“Tenemos que explicar a la gente lo que puede hacer, persuadirlos de que deben hacerlo, y también ayudarlos si, en consecuencia, terminan en una situación peligrosa”, dice Jodorkovski en una entrevista con The Guardian.

El empresario señala que las posibles acciones deberían depender de la tolerancia al riesgo de cada persona, y que podrían ir desde pintar grafitis callejeros contra la guerra hasta sabotear las entregas ferroviarias vinculadas a la guerra o prender fuego a las oficinas de reclutamiento.

“Pero claramente estamos en contra de los métodos terroristas que dañan a personas desarmadas”, dice al criticar el asesinato el mes pasado de Darya Dugina, hija de un ideólogo imperialista ruso. Un grupo de partisanos rusos, hasta entonces desconocido, se adjudicó el atentado sin presentar prueba alguna.

Su primera impresión de Putin

Jodorkovski da ahora su primera entrevista sobre su nuevo libro, The Russia Conundrum, que sale a la venta este jueves. En él, parte libro de memorias y parte análisis de los años de Putin en el poder, ofrece a los Estados occidentales un modelo para tratar con Moscú.

Jodorkovski tiene una de las trayectorias personales más destacadas de la Rusia postsoviética. Dio sus primeros pasos en el mundo de la economía como miembro del Komsomol (la Unión Comunista de la Juventud) durante las reformas de Mijaíl Gorbachov a finales de los años 80, y después se convirtió en el empresario más rico de Rusia como presidente de la petrolera Yukos.

En su libro, describe sus primeros encuentros con Putin, de los que salió convencido de que el nuevo presidente ruso era un aliado ideológico. “Su técnica consiste en mirarte y reflejar lo que dices... Es un camaleón que deja a todos pensando que está de su lado”, escribe.

Al mirar atrás, admite que se equivocó por completo a la hora de interpretar a Putin: “No fui lo suficientemente agudo para captarlo. Tiene esa habilidad profesional del KGB de adaptarse a su interlocutor, pero también tiene un talento personal para ello... En aquel entonces, no se sentía estable en su posición y no quería crearse enemigos que pudieran unirse contra él. Por supuesto, nunca tuvo ninguna opinión progresista”.

En 2003, Jodorkovski fue detenido por cargos considerados ampliamente como persecución política después de que criticara públicamente la corrupción del Gobierno durante una reunión con Putin y se comprometiera a financiar a los partidos de la oposición. Su detención fue considerada uno de los primeros hitos en el paulatino proceso de represión y limitación de libertades llevado a cabo por el presidente a lo largo de las dos últimas décadas.

Los efectos de la guerra

Jodorkovsky dice que la decisión de Putin de lanzar una invasión a gran escala en Ucrania le impactó de un modo distinto y le produjo un cambio radical en su posición respecto a cuál es la mejor manera de oponerse al régimen.

“Por supuesto, [la invasión] fue un momento absolutamente fundamental. Mis impresiones y sentimientos antes y después del 24 de febrero son completamente diferentes”, dice.

Los cuatro abuelos de Jodorkovski eran ucranianos o vivieron por un tiempo en Ucrania. De pequeño, solía pasar los veranos en casa de su bisabuela, cerca de Járkov. Sin embargo, siempre se identificó como ruso.

“Siempre me pareció normal, no había por qué avergonzarse de ser ruso. Ahora, cada vez que uno dice que es ruso, siente un malestar por dentro”, asegura.

Al igual que muchos rusos, en los últimos meses el empresario ha tenido discusiones que han puesto fin a amistades que mantenía desde hace mucho tiempo. Dice que incluso algunos de los amigos que le apoyaron durante sus años en la cárcel han resultado ser partidarios de la invasión de Ucrania.

“Imagínate, conoces a alguien desde que tenías siete años, y ahora que tenemos casi 60 no puedes ni hablarle”, indica.

Sin embargo, también dice que es importante que Occidente se centre en los numerosos rusos que no apoyan el régimen de Putin ni la guerra en Ucrania. Se opone rotundamente a la medida de prohibir la emisión de visados turísticos para rusos que está siendo propuesta en algunas capitales europeas.

“Occidente tiene aliados ideológicos dentro de Rusia que piensan que el país debe desarrollarse siguiendo la vía europea”, apunta. “Si Putin vive otros 10 o 15 años, el número de rusos de pensamiento pro-europeo descenderá drásticamente, y no creo que eso sea bueno para nadie, excepto para Putin”, asegura.

Putin caerá

A lo largo de su década en Londres, Jodorkovski ha seguido siendo un activo comentarista de la actualidad rusa, y ha financiado varias organizaciones de la sociedad civil a través de su fundación Open Russia, que cesó sus operaciones tras ser declarada “organización indeseable” por los tribunales rusos en 2017.

Fue una de las muchas figuras de la oposición que intervinieron en el llamado Congreso de la Rusia Libre, celebrado en Lituania la semana pasada y cuyo objetivo es establecer una plataforma coordinada de oposición a Putin. Pero los críticos dicen que gran parte de la oposición está desconectada de la vida dentro del país. Los colaboradores de Alexéi Navalni, el líder de la oposición encarcelado, declinaron la invitación de participar en el congreso de Lituania, que describieron como una tertulia sin sentido. Por el momento, un movimiento de oposición masivo dentro de Rusia es poco probable.

Jodorkovski dice que, tarde o temprano, el régimen de Putin caerá. Espera que un elemento clave para ello sea que Ucrania gane la guerra. Entonces, Rusia debería “reformarse” como una federación parlamentaria flexible. Según él, hay un camino hacia este resultado que no implica el derramamiento de sangre, “pero es bastante improbable”.

Lo más importante, opina Jorkovsky, es que Occidente no descarte por completo a Rusia. Así, cuando el momento clave llegue, habrá más posibilidades de que la Rusia después de Putin sea pro-libertad y pro-occidental.

“Esto es una pesadilla, pero esta pesadilla no significa que Rusia y Europa se hayan separado para siempre. Es en extremo importante que con este difícil trasfondo emocional, mantengamos nuestro sano juicio, el pragmatismo y la visión de un futuro para una Rusia democrática y europea”, asegura.

Traducción de Julián Cnochaert.

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