Los residentes del enclave kurdo de Afrin ya saben que les ha alcanzado la “maldición” de la guerra siria
Cuando la guerra llegó a Afrin en el norte de Siria la semana pasada, lo hizo acompañada de lo que los habitantes kurdos de la ciudad llaman “una maldición” que podría destruir la ciudad y llevar el conflicto sirio hacia una peligrosa dirección.
Los enfrentamientos que tuvieron lugar después de la incursión de Turquía en el enclave fronterizo causaron decenas de muertos, muchos de ellos civiles, y centenares de heridos, y decenas de miles de residentes y refugiados se vieron obligados a huir hacia el sur y el este del país y tuvieron que atravesar tierras devastadas donde ya no rige la ley.
Con un futuro peligroso en Afrin e incierto en el resto de Siria, los nuevos exiliados de la guerra, una mezcla dispar y desorientada de integrantes de distintas etnias y grupos religiosos, esperaban no tener que participar en los enfrentamientos. Sin embargo, ahora se encuentran en medio de un conflicto en el que participan potencias mundiales rivales que quieren que sus intereses prevalezcan en lo que queda de país.
Tras el ataque turco, la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG), máxima aliada de Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico, pidió a Washington apoyo militar y que ejerciera presión diplomática sobre Ankara. Doce días más tarde, los refuerzos y la presión diplomática siguen brillando por su ausencia, y los líderes kurdos, cuya indignación ha ido en aumento con el paso de los días, han afirmado que están siendo tratados por Washington como aliados estratégicos en una parte de Siria pero sacrificados para preservar la relación con un socio de la OTAN en otra.
“Cuando un miembro de la OTAN está matando a docenas de civiles, el silencio de los demás miembros es inaceptable”, indica Ilham Ahmad, copresidente de un partido político kurdo local, el Consejo Democrático Sirio. “Su silencio es un grave error. Los europeos y los estadounidenses deberían recordar que si no llega a ser por las fuerzas de la YPG y de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), el Estado Islámico no estaría prácticamente acabado en Siria y en la región”.
Mohammed Hassan, un habitante de Afrin, indica que las YPG, el principal integrante de unas fuerzas lideradas por Estados Unidos y conocidas como Fuerzas Democráticas Sirias, saben que Estados Unidos no les prestará ningún tipo de apoyo: “Los kurdos han sido un aliado estratégico de Estados Unidos pero lamentablemente Estados Unidos parece tener las manos atadas debido a su relación con Turquía”.
“A los kurdos les dicen: utilizad las armas que os proporcionamos (en el noreste de Siria). Erdoğan afirma que su ofensiva se prolongará durante siete días pero se está encontrando con una resistencia feroz. Necesitarán muchos más días que eso”.
A principios de esta semana, tanques y blindados turcos se adentraron en el norte de Siria, escoltados por cazas. El objetivo parecía ser proteger una carretera que lleva a una base aérea siria en la provincia de Idlib, Abu al-Duhur, que ha estado en manos de un grupo islamista desde 2015.
Los kurdos en Afrin y los observadores regionales han interpretado este movimiento como un intento por parte de Turquía de aumentar su poder en la ciudad, a cambio de obligar a los islamistas a devolver la base aérea al régimen sirio.
Al mismo tiempo, Rusia, que ha desempeñado un papel clave en los ataques contra los grupos de la oposición y los islamistas en el norte de Siria, también busca beneficiarse de estas operaciones y establecerse en zonas del norte que tanto Moscú como Ankara controlan directamente.
“La operación en Afrin y la base aérea de Abu al-Duhur es básicamente un intercambio de tierras que parece sacado de un manual de la época colonial”, señala Mohanad Hage Ali, director de comunicación de Carnegie Middle East. “Y en esta operación son los actores no gubernamentales, como las YPG y Hay’at Tahrir al-Sham, un grupo yihadista con vínculos con Al Qaeda, los que salen más perjudicados, ya que tienen que desprenderse de zonas que ahora mismo controlan”.
“El régimen sirio espera sacar tajada. Si controla la base aérea, equipada con 20 refugios blindados para aeronaves, sus soldados estarán más cerca de Saraqeb, un punto estratégico situado en la autopista internacional que conecta Alepo con Damasco”.
“La estrategia turca es más amplia y tal vez demasiado ambiciosa. Si las YPG se ven obligadas a desplazarse hacia el sur, lejos de la frontera con Turquía, tendrán menos capacidad para apoyar a los rebeldes kurdos en Turquía” (por el PKK).
Ahora lo vamos a perder todo
Turquía ha amenazado con extender su operación hasta la ciudad de Manbij; el punto de partida de la presencia estadounidense en el este de Siria y un bastión de las Fuerzas Democráticas Sirias. Ankara asegura que el noroeste y Afrin están en manos del PKK, que durante cuatro décadas ha liderado un movimiento insurgente dentro de Turquía. Esta situación ha tensado las relaciones diplomáticas de Turquía con Estados Unidos en los dos últimos años.
A mediados de enero el Pentágono anunció que quería reforzar su relación con las SDF, y transformarlas en unas fuerzas fronterizas tras la derrota del Estado Islámico. El anunció enfureció a los líderes turcos, lo que propició la incursión y la situación actual.
Los que se han quedado en Afrin explican que gradualmente están siendo destruidas las afueras de la ciudad. “A lo largo de la ciudad puedes ver casas destruidas y automóviles convertidos en cenizas”, indica Arin, un habitante de Jandaris, un pueblo situado al sudoeste de Afrin. Aquí vivían muchas familias desplazadas de Alepo, Idlib y de otras partes del país pero ahora no saben dónde ir“.
Ali es un hombre de 43 años y tiene cuatro hijo. Vive en Maryamin, un pueblo situado al este de Afrin, y afirma que “no teníamos una vida fabulosa pero sí vivíamos en paz y por nuestra casa no había pasado la maldición que sacude a Siria. Ahora lo vamos a perder todo, como le ha pasado a la mayoría de la población”,
“No sabemos la cifra exacta de víctimas mortales”, dice Hifi Mustapha, un funcionario de Afrin. “Hasta la fecha, hemos identificado a unos 60 civiles, la mayoría mujeres y niños, las escuelas permanecen cerradas y la población tiene miedo”.
“Los civiles que se quieran ir, lo pueden hacer. Pueden ir hacia las zonas controladas por el régimen. No obstante, los humillan en los puntos de control que se van encontrado por el camino. El régimen habla de la soberanía siria pero se está comportando como si Afrin no formara parte de Siria. Estados Unidos, como el resto de países, vela por sus intereses.
“Si no nos ayudan ahora, más tarde tendrán problemas porque las fuerzas insurgentes volverán a Afrin y los atacarán”.
Con información adicional de Mohammed Rasool y Nadia al-Faour.
Traducción de Emma Roig