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Ayuso escenifica una ruptura con Vox hasta después del 28M

Pedro Muñoz Abrines, Isabel Díaz Ayuso y Alfonso Serrano.

Fátima Caballero

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“A partir de hoy es bueno que cada uno siga su camino”. Con estas palabras Isabel Díaz Ayuso quiso este jueves escenificar una ruptura con Vox, su socio preferente desde el 4M y con quien caminó al unísono hasta que en diciembre los de Santiago Abascal decidieron tumbar los presupuestos regionales. Esta puesta en escena de la presidenta madrileña era la constatación –a 66 días de las elecciones– de que la carrera a los comicios daba el pistoletazo de salida en el último pleno regional de la legislatura. La líder del PP aspira el 28M a lograr una mayoría absoluta como único resultado de victoria indiscutible –sobre todo en clave interna–. Y, para eso, Ayuso debe soltar lastre por haber ido de la mano de la extrema derecha los últimos dos años.

“Yo tengo el máximo respeto por su formación política, siempre defendí su presencia en las instituciones. La deriva que ha tomado su partido no me va a arrastrar con ella. Es muy difícil entenderse con ustedes, prácticamente es imposible, porque no entienden que la vida son matices, son contrastes, distintos puntos de vista”, lanzaba Ayuso este jueves al partido que la hizo presidenta y ha apoyado más de una veintena de proyectos legislativos de su Gobierno.

El detonante de la escenificación de esta ruptura por parte de Ayuso fue la negativa de Vox a apoyar su pretendida última rebaja de impuestos, un incentivo fiscal del 20% en el IRPF para inversión extranjera. La formación ultraconservadora considera que discrimina a los madrileños que no podrán tener ese ahorro fiscal si se compran una vivienda o abren un negocio, dijo la líder del Vox, Rocío Monasterio. Ante los ataques de Ayuso, la portavoz de la formación de extrema derecha tomaba la palabra para lamentar que lleguen al final de la legislatura “en un clima” de no entendimiento y le recordaba que su partido ha aprobado veinte leyes a su Gobierno.

Este divorcio con luz y taquígrafos entre PP y Vox en Madrid está marcado por el calendario electoral. La campaña está a punto de arrancar y cada partido trata de buscar su hueco. La extrema derecha lo hace en una región donde Ayuso habla a sus votantes aunque Vox no baja en las encuestas, pero tampoco sube. Por eso Monasterio anunciaba después que en el centro de su campaña electoral estará la propuesta de una rebaja de impuestos similar a la que quería aprobar Ayuso, pero para todos los madrileños.

Pero la presidenta regional y la líder de Vox –que han confirmado sus candidaturas– están condenadas a entenderse el 29 de mayo, día después de las elecciones, si los sondeos aciertan en sus predicciones. A diferencia de Ortega Smith, que ya ha anunciado que pedirá entrar en un hipotético futuro gobierno de José Luis Martínez-Almeida en el Ayuntamiento de Madrid si sus votos son necesarios, Monasterio no quiso este jueves despejar esa incógnita y se limitó a responder que su formación trabajará por lograr el mejor resultado el 28 de mayo.

El 'no' a los Presupuestos

El partido que lidera Santiago Abascal daba un giro de 180 grados el pasado diciembre tumbando los Presupuestos de Ayuso. Con el voto en contra de Vox al dictamen de las cuentas en comisión, las cuentas decayeron incluso antes de llegar al Pleno regional. Ayuso cerraba sus cuatro años de mandato con solo unos Presupuestos aprobados pese a gobernar en coalición con Ciudadanos entre 2019 y 2021 y en solitario tras el adelanto electoral de mayo de 2021. 

Era un cambio de postura del partido ultraconservador que hasta ese momento había apoyado todas las iniciativas importantes del Gobierno regional aunque hubiera amagado en muchas ocasiones con romper con el PP. Pasó hace un año, cuando Vox apoyó en el último momento la ley de autonomía financiera con la que Ayuso pretende blindar sus rebajas de impuestos frente al Gobierno.

La cronología de hechos evidencia que en algún momento en los últimos meses alguien en Vox percibió en los muchos sondeos y estudios que encargan, y en los que basan su actuación, que el partido ultra debe confrontar con el PP para afianzarse entre el electorado de derechas como una opción útil y no como una simple muleta del principal partido del espacio político.

A pesar del distanciamiento entre las organizaciones a cuenta de los presupuestos, el PP de Ayuso apoyó el 2 de marzo la toma en consideración de una norma de Vox para la derogación de la ley trans autonómica que no daba tiempo a aprobar este mandato. Fue un último guiño simbólico de Ayuso a su socio de legislatura. Tres semanas después y ante la negativa de Vox a apoyar el incentivo fiscal para extranjeros, en el PP han comenzado este jueves una carrera por desvincularse de la extrema derecha de cara a los comicios. Ayuso quiere a esos votantes para lograr su ansiada mayoría absoluta. El 29 de mayo ya será otra cosa.

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