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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

www.pedrobravo.es

Lo normal es muy nazi

Pintada en una calle del centro de Madrid

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Como toda forma de relato, las noticias son una herramienta muy sesgada y simplista de conocer la realidad. Encajadas en secciones, apremiadas por la imposición de novedad y audiencia y necesitadas de brevedad y concisión para entrar en espacios limitados y predeterminados, son como un mosaico fractal y apresurado que retrata la capa superficial de los hechos, muchas veces de forma desvinculada y circunstancial.

Ahora que empieza a desvanecerse el hilo narrativo de Torre Pacheco, la sensación que puede quedar es que todo ha sido un estallido provocado por oscuros grupúsculos de ultraderecha, jaleados desde cuentas de redes y medios ubicados en el mismo extremo y, por supuesto, por ese partido que va de antisistema y, sin embargo, está formado por aristócratas, millonarios y profesionales de la política. Algo fugaz y eventual como el asesinato de Lucrecia Pérez en la abandonada discoteca Four Roses de Madrid en 1992 o los sucesos de El Ejido ocho años más tarde. Lo siento, pero no creo que sea ni estemos en lo mismo.

Llevamos semanas discutiendo en España sobre la posibilidad o incluso la manera de expulsar a ocho millones de inmigrantes y ahora sabemos que eso tiene un nombre, remigración, y que en otros países ya es un debate frecuente. De hecho, estamos asistiendo a un proceso similar en Estados Unidos, viendo sin inmutarnos demasiado cómo agentes del ICE capturan personas como si fuesen mariposas para dejarlas en cualquier lugar lejos de sus fronteras, preferiblemente en un campo de concentración subarrendado a otro gobernante autoritario. Llevamos meses, también, asistiendo a lo que tiene toda la pinta de ser un genocidio, al apoyo del mismo por parte de casi todos los poderes políticos y económicos del mundo y a la persecución mediática y judicial de cualquiera que ose decir en público que aniquilar a un pueblo para montar resorts no está bien. Y éstos son sólo algunos ejemplos.

El marco se ha movido tanto en tan poco tiempo que parece haberse teletransportado. Todo lo que he mencionado y muchísimas cosas más nos parecerían imposibles cuando ocurrió lo de Lucrecia o pasó lo de El Ejido. Entonces, aquellos sucesos eran rarezas. Hoy, lo normal es muy nazi*.

Lo normal hoy escuchar en programas de máxima audiencia mensajes xenófobos, bulos y simplificaciones destinadas a rentabilizar el odio. Lo normal es, también, ver en YouTube y otras redes sociales mensajes racistas, no ya en los canales de los que se identifican como tal, sino en los de influencers de fitness, videojuegos, tatuajes o lo que sea. Lo normal es, por supuesto, leer comentarios exaltados en los artículos escritos por expertos que intentan poner en contexto y profundizar en la complejidad de la realidad, da igual que leas un medio presuntamente progresista o uno de derechas.

El racismo más o menos explícito es ya parte de la nueva normalidad, como el autoritarismo, la insolidaridad, el machismo y otras creencias que hasta hace cinco minutos nos parecían aberraciones morales. No hace falta tener la cabeza rapada ni llevar en la piel unas cuantas runas para ser y mostrarse así. Ahora, estos pensamientos supremacistas son expresados por mucha gente normal, personas de bien convencidas de que nuestra sociedad ha llegado a un punto de degeneración que sólo puede arreglarse con mano dura.

El otro día, viendo la retransmisión en directo de la manifestación convocada en la plaza del Ayuntamiento de Torre Pacheco, hubo un pequeño detalle que puede servir como síntoma de algo muy gordo que se está cociendo. Fue cuando la periodista de TVE dijo que la convocatoria había sido hecha por grupos de ultraderecha; en ese momento, la poca gente que había reunida en el lugar reaccionó con abucheos, gritos y chorros de agua. Efectivamente, el acto no fue un éxito, no hubo comandos violentos y tampoco parecía haber grupos llegados de toda España, como se dijo. Había unas decenas de personas, seguramente pachequeras, que se sintieron insultadas cuando las llamaron ultras. Algo parecido ocurrió en Valencia cuando la DANA, la visita de los reyes con Mazón y el lío que se formó. Los medios hablaron de llamada de los extremistas, pero a la gente de ahí eso le sentó mal: ellos no eran nazis, eran el pueblo.

Éste es el problema. Que hay una forma de pensar y de actuar que se ha extendido tanto que ya es normal. Tan normal que es la que define la ideología de los gobiernos y/o partidos mayoritarios de países como Italia, Francia, Hungría, Polonia y Estados Unidos, y, en realidad, la de las fuerzas de mayor crecimiento en casi todas partes. Tan normal que es casi imposible que no provoque una sacudida extraordinaria.

*“Lo normal es muy raro” fue un lema creado por la desaparecida agencia de publicidad Biernes —formada por Nacho Padilla, Pedro Vázquez y Peru Saizprez— para el Festival con B de bici de Madrid hace ya casi tres lustros. Da un poco de pena reciclarlo para retratar esta nazificación de la sociedad, pero es lo que hay.

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Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es ¡Silencio! (Debate, 2024). Además, ha publicado Cabo Norte (Menguantes, 2020), Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012). Habita en la linde occidental del barrio.

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