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OBITUARIO

Fallece Mariano Gamo, el cura marxista que hizo de la parroquia de Moratalaz una casa vecinal y de las Comisiones Obreras

Mariano Gamo en un acto público en 2019

Luis de la Cruz

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Hace solo unos años, en las clases de historia se escuchaba el lamento acerca de cómo se estaba perdiendo la ocasión de recoger más historias de vida de las generaciones que habían vivido la guerra. Sin darnos cuenta, el turno ha corrido y se nos están marchando luchadores contra el Franquismo de épocas posteriores.

Hoy le ha tocado el turno a Mariano Gamo (1931-2023), uno de los históricos curas marxistas de la periferia madrileña que hicieron de las parroquias casas comunes del movimiento antifranquista y semillero de construcción colectiva en aquellos barrios infradotados.

Mariano vivió de pequeño el horror de la guerra en sus carnes: su padre fue asesinado por el bando republicano, lo que seguramente apuntaló un contexto ya de por sí favorable a entrar en el seminario. Comenzó su carrera eclesiástica en Navas del Rey en los años cincuenta y aterrizó en Madrid con 24 años como capellán del Frente de Juventudes de Madrid. Su orientación política cambia al contacto con la realidad. Pronto empieza a destacar por su personalidad incorruptible, que se confirma cuando rechaza en persona un cargo que le ofrece el ministro franquista Fraga Iribarne. En 1963 llega a la parroquia de Nuestra Señora de la Montaña, en el Polígono E del barrio de Moratalaz, uno de los barracones que poblaban las barriadas de extrarradio en pleno momento de eclosión miserable, y que en este caso daba servicio a un vecindario eminentemente obrero compuesto, sobre todo, por trabajadores de empresa de construcción Urbis.

En la parroquia, de la que hizo colgar un cartel en que se leía La Casa del Pueblo de Dios, empezaron a reunirse clandestinamente las primeras Comisiones Obreras y el incipiente movimiento vecinal. Entre las reivindicaciones vecinales que encontraron cobijo y altavoz en la parroquia se encuentran las derivadas del fraude Nueva Esperanza, una cooperativa inmobiliaria que quebró en 1967 dejando tirados a miles de cooperativistas.

En 1969 es detenido durante el Estado de Excepción decretado por el Régimen y acusado de delito de Propaganda ilegal. Estas son las palabras, dichas en una misa durante la promulgación de la situación de excepción, por las que se le procesó:

“Que en estos momentos excepcionales hay que poner más ardor por la liberación del pueblo considerando que dichas situaciones pasajeras eran como rugidos de tigre, pero sin que los hombres puedan vivir continuamente bajo la opresión y tiranía de unas minorías.”

El conocimiento de las palabras pronunciadas durante la eucaristía es muestra del clima de represión en el que se llevaban a cabo aquellas misas de aires asamblearios, en las que no faltaban policías entre la bancada.

Puesto en primera instancia a disposición de la justicia militar, finalmente fue juzgado por el Tribunal de Orden Público y pasó tres años recluido en la cárcel de Zamora, donde coincidió con otros curas represaliados por el Franquismo (entre 1973 y 1976 fueron encarcelados en esta prisión 120 sacerdotes). Su juicio provocó manifestaciones de apoyo, durante las que se produjeron agresiones del grupo fascista Guerrilleros de Cristo Rey en el entorno de las Salesas, donde estaba ubicado el TOP.

Mariano Gamo prosiguió su sacerdocio con desobediencia y conciencia social. En 1973 se negó a que en su parroquia se rezara un padrenuestro por Carrero Blanco, y también fue detenido por Billy El Niño por “hacer de la parroquia un foco de subversión contra el régimen”. En total, cruzaría tres veces las puertas de la prisión de Carabanchel. En Youtube se pueden ver imágenes de Gamo cantando una canción compuesta por él llamada A Carabanchel junto con decenas de niños durante una de sus catequesis.

A la muerte de Franco, Gamo deja la parroquia y se presenta en las listas de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), lo que le valió recibir varias amenazas de muerte firmadas por la Triple A. Trabajó también como sanitario en la clínica de la Concepción y el Severo Ochoa y, por supuesto, también participó de la vida política del sector. A finales de los años noventa, sería diputado regional por Izquierda Unida. Durante esta etapa fue llamado a declarar por autoinculparse junto con muchos otros miembros de la cultura y el mundo político institucional por la okupación de El Laboratorio (Embajadores 68).

Aunque se jubiló a los sesenta y ocho años, no paró quieto un momento, publicando poemas y acudiendo frecuentemente a la llamada de las comunidades religiosas más abiertas socialmente o de los movimientos sociales del barrio de Moratalaz como Distrito 14 o La Bankarrota. Gamo se ha marchado a los 92 años, dejando tras de sí una biografía extensa de compromiso y una honda huella en el barrio de Moratalaz.

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