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Cine Lido: seis décadas de sesión continua, una de abandono y nueva vida como supermercado

El edificio del antiguo cine Lido ya es un supermercado

Luis de la Cruz

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El cine Lido es un supermercado. Tras años cerrado, con una chapa metálica tapando las viejas taquillas y portando carteles de conciertos, fue adquirido por la cadena Aldi, que ha hecho la obra y abierto su supermercado a gran velocidad. Aunque el edificio llevaba cerrado desde 2012, había aún entre el vecindario quien albergaba una esperanza lejana de que volviera a abrir como cine –al fin y al cabo, cuando cerró estaba recién remozado, listo para proyectar en 3D– o se utilizara como equipamiento cultural. Pero su destino inevitable era, como el de tantos otros cines antiguos, convertirse en rastro arqueológico de lo que una vez fue una barriada llena de cines que hoy no cuenta ya con ninguna sala.

Hay mucha gente en el barrio que recuerda sus sesiones continuas de antaño y las asocia a las del resto de los cines de Bravo Murillo, como el cercano Carolina, que estaba muy cerquita del Lido (donde está hoy el C&A). En el siglo XX nada hilvana tanto las biografías como los cines de barrio y, en el caso del Lido, son muchas las generaciones que han pasado por su taquilla, en los últimos tiempos como multicines.

El Lido abrió por iniciativa del empresario del sector Julián Reyzabal Delgado, que encargó el edificio al arquitecto y pintor José Luis Sanz Magallón. Reyzábal Delgado había llegado a Madrid desde su Burgos natal para hacer dinero con la reventa de entradas. Posteriormente, comenzó a trabajar en una distribuidora y dio el salto a la exhibición de películas. Empresario conservador del desarrollismo, adicto a invertir en suelo e inmuebles, constituyó la productora Ízaro Films, regentó varias decenas de salas de cine, salas de fiesta (como Xenon) y construyó edificios importantes, como el Windsor (cuyo solar fue vendido por sus herederos a El Corte Inglés tras el espectacular incendio que acabó con la torre).

El Lido se comenzó a levantar en 1954 en un solar vacío, con hormigón y ladrillo. Su forma, compacta y simétrica, con los característicos vanos romboidales de la fachada, huyó de las formas dominantes en la época. Viendo las fotos antiguas que se conservan, se aprecia que el rótulo luminoso y los carteles pintados de la películas se encontraban perfectamente enmarcados en la fachada.

El grupo Agromán, encargado de la obra, levantó la estructura de hormigón a gran velocidad y el edificio estuvo listo para la apertura en un año. Se inauguró el 16 de octubre de 1955 con el pase de las películas La ventana indiscreta y Una vida por otra. Una de misterio y otra de vaqueros.

Los interiores del cine, desaparecidos definitivamente en la reforma interior de los años noventa, eran también interesantes: su altísimo vestíbulo, los mármoles del suelo (con rombos similares a los de la fachada) o los techos ondulados, pensados para absorber el sonido.

En los años setenta la imagen exenta del cine que vemos en las fotografías en blanco y negro cambió, siéndole adosados los dos bloques de viviendas que actualmente vemos junto al edificio.

El Lido cerró en 1992 para ser reabierto poco tiempo después, reforma radical incluida: transformación del interior y, en menor medida, de la fachada. En 2011, poco antes de morir por última vez, añadió a su característica tipografía en minúsculas el apellido 3D. Hoy, decíamos, es un supermercado.

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