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Los cascos inteligentes, una solución ideal para bicis, patinetes y otros VMP

Usuario de un patinete eléctrico

Paula Ulloa

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La reciente entrada en vigor de la nueva Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos y Seguridad Vial ha introducido relevantes cambios normativos que plantean una casuística muy específica para los conductores de vehículos de movilidad personal (VMP), como los patinetes, ya que desde ahora están obligados a utilizar siempre casco de protección.

La mayoría de los siniestros que afectan a los VMP son caídas a la vía y colisiones con otros vehículos, por lo que las lesiones más habituales y peligrosas se producen en la cabeza de sus usuarios. En concreto, en España se han registrado 1.300 accidentes de patinetes eléctricos con heridos en los últimos tres años, y en ellos han perdido la vida 16 personas. Este es sin duda el principal motivo para la nueva obligatoriedad del uso del casco en patinete.

La firma española Livall, fundada en 2014, lleva tiempo trabajando para adelantarse a esta modificación de la Ley de Tráfico. La tecnología incorporada en sus cascos inteligentes trata de dar respuesta a cada una de las novedades introducidas en la norma, comenzando por la genérica y primordial de incrementar el nivel de seguridad de los conductores.

A diferencia de los cascos tradicionales, que ofrecen protección pasiva que ayuda al usuario en caso de impacto, los cascos inteligentes se anticipan al accidente con el fin de salvar vidas. Esto se consigue gracias a un sistema SOS que se activa cuando el sensor de movimiento del casco detecta si el conductor se ha caído y está inmóvil. En ese momento, el dispositivo envía automáticamente una señal de socorro a los contactos de emergencia establecidos por el usuario, además de la ubicación GPS exacta del lugar del siniestro.

El casco obligatorio introduce un gran dilema para las empresas de sharing. Si el casco ahora es obligatorio para cualquier usuario de patinete, ¿qué pasa con los VMP de alquiler? ¿Deberían tener un casco incorporado que pueda ser utilizado por cualquier persona que quiera conducirlo? Y lo más complicado: ¿cómo integrar adecuadamente un casco en la estructura de un patinete con decenas de usos diarios sin que haya riesgo de robo o de desperfectos?

Pensando en la realidad de este sector, Livall ha desarrollado el Smart Case, una especie de estuche antirrobo para el casco que queda integrado en el frontal del patinete. El prototipo del Smart Case dispone de un sistema de anclaje al mástil con gancho posterior para colgar prendas y objetos como mochilas o bolsas. Además, es resistente al agua y funciona con apertura remota a través de aplicación móvil.

La idea es que, cuando alguien quiera utilizar el patinete, pueda abrir el compartimento mediante la app al alquilar el vehículo. Solo tendrá que sacar el casco, ponérselo mientras realizar su recorrido y, al llegar a destino, guardarlo de nuevo en el estuche para que el siguiente usuario del patinete pueda usarlo también.

Manu Marín, CEO de la firma con sede en San Sebastián de los Reyes (Madrid), destaca que sus soluciones tecnológicas están centradas en la seguridad y la prevención; de ahí que sus smart helmets incorporen sensores de aceleración y gravedad, sistema SOS, luces led, altavoces estéreo, micrófono a prueba de viento, conexión Bluetooth y mando a distancia en manillar, además de materiales de alto rendimiento.

A salvo de distracciones

Todas estas mejoras con respecto a los cascos tradicionales cobran sentido a la vista de los últimos cambios normativos. Desde principios de año, por ejemplo, los patinetes eléctricos son considerados un vehículo más y, por tanto, quedan sujetos a las mismas leyes que los conductores de coches o motocicletas. Y al ser considerados conductores a todos los efectos, las personas que los usen no pueden llevar auriculares. Esta misma prohibición se aplica a las bicicletas, de modo que tampoco los ciclistas podrán usar dispositivos de audio invasivos.

El casco de Livall lleva micrófono antiviento y altavoz no invasivo, que deja libre el oído y no aísla al usuario del entorno. El sonido sale proyectado por encima del oído, lo que permite además escuchar la posible aproximación de un vehículo. Sus altavoces estéreo Bluetooth y la conexión al teléfono móvil permiten utilizar la navegación por voz y escuchar la radio, música o podcasts, además de responder llamadas con solo presionar un botón en el manillar, sin necesidad de soltarlo.

La nueva ley establece también que, para adelantar a una bicicleta o a un ciclomotor, ahora los coches deben hacerlo ocupando completamente el carril contiguo en vías de dos o más carriles por sentido. En vías de un solo carril, tendrán que mantener la separación mínima lateral de 1,5 metros o perderán seis puntos.

El casco inteligente hace más visible al ciclista por medio de un sistema de iluminación led que incluye luces blancas de posición, luces de freno que se activan automáticamente gracias a un sensor de movimiento y luces intermitentes que indican la dirección que va a tomar el ciclista cuando selecciona los correspondientes mandos en el manillar.

Por último, para evitar el uso del móvil tanto en patinete como en bici -que comporta, como para cualquier conductor, multa de 200 euros y pérdida de seis puntos-, el usuario de un casco de estas características va conociendo mediante su altavoz Bluetooth todos los avisos de tráfico y meteorológicos, las indicaciones de navegación por voz y las notificaciones que haya preestablecido sin sacar en ningún momento el teléfono del bolsillo y sin soltar el manillar, lo que compromete considerablemente su estabilidad.

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