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Poesía y química en el primer libro de María Cegarra, reeditado en su 90 aniversario

María Cegarra en el centro tras una conferencia ofrecida  en la Universidad Popular de Cartagena

José Ibarra Bastida

30 de abril de 2025 06:01 h

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Cristales míos, de María Cegarra, es la primera obra lírica que esta poeta unionense publicó hace 90 años, en 1935, y ahora ha sido reeditado por el Ayuntamiento de La Unión y gracias al mecenazgo de María José Vázquez y Francisco de la Iglesia. Parece que hay un saludable interés en nuestra comarca por recuperar a las poetas clásicas de los años treinta. Últimamente ha habido varias iniciativas en este sentido: recordemos que hace unos meses se produjo la reedición de otro poemario de Carmen Conde, Júbilos, también de los años anteriores a la guerra civil. Es bueno recuperar a esas autoras que no deberían caer nunca en el olvido.

María Cegarra Salcedo fue una de las ciudadanas más ilustres de la ciudad de La Unión. María, nacida en 1899, no salió nunca de su terruño y vivió en esa ciudad toda su larga y fecunda vida. Fue una mujer pionera en muchísimos ámbitos, porque además de dedicarse a la poesía, fue la primera mujer en España en obtener el título de perito químico, allá por los años 20, y también una de las primeras en obtener la licenciatura en Químicas en 1946, e incluso fue la primera mujer concejal en el Ayuntamiento de La Unión en 1960. Aunque tuvo amigos republicanos, se vinculó al franquismo en la dictadura. Dedicó su vida a tres pasiones: la literatura, la química y la docencia, pues fue profesora durante más de 40 años en distintos centros educativos tanto de La Unión como de Cartagena.

La pasión por la literatura la compartía con su hermano Andrés Cegarra, impulsor de la murciana editorial Levante. En los años 30 trabó amistad con un grupo literario muy enriquecedor compuesto por ella misma, Carmen Conde y Antonio Oliver Belmás, entre otros, con el añadido años más tarde de autores más jóvenes como el unionense Asensio Sáez y la cartagenera María Teresa Cervantes. Con Carmen Conde llegó a elaborar un texto teatral a cuatro manos, titulado Mineros y elaborado en 1933. María Cegarra adquirió fama también en esos años fértiles de la edad de plata republicana por una relación bastante estrecha con el poeta Miguel Hernández. Hay quien ha querido ver un enamoramiento de ambos poetas, pero la propia María Cegarra zanjó la cuestión declarando que se trató solo de una pura amistad. Una relación mayormente epistolar que evidenciaba nada más que un fraternal afecto entre ambos.

Minas y química

Cristales míos supone el bautismo en el universo lírico de María Cegarra. Se impregna del paisaje de las minas, del pueblo llano, de las gentes trabajadoras de La Unión, de la familia, de los amigos y también del ambiente del laboratorio de química en el que la autora trabajaba. Está formado por 82 poemas en prosa, agrupados en una primera serie de 48 composiciones breves, seguidos de una sección titulada Recuerdos de la nevada y otras dos en las que se unen la pasión por la química y por la literatura: Poemas de laboratorio y Ensayo espiritual de los perfumes.

En palabras del catedrático Javier Díez de Revenga, se trata de un libro heterogéneo, inicial e inseguro, pero que en la individualidad de sus poemas contiene aciertos que revelan la alta sensibilidad de la escritora, desde cuyo laboratorio surgen fórmulas químicas y líneas de inspiración que dotan al poemario de sorprendente originalidad. Para este profesor, en Cristales míos hay desnudez expresiva, pureza, ausencia de anécdota, vivencia soñadora de la realidad y búsqueda de esencias. Hay una reflexión constante sobre la muerte, pues fue concebido con la huella de la muerte de su querido e inspirador hermano Andrés Cegarra, fallecido en 1928, y a cuya memoria está consagrado el libro, que comienza con una dedicatoria también muy poética: Al hermano ausente, en su retiro de eternidad.

'Cristales míos' de María Cegarra

La edición de 1935 de Cristales míos llevaba un prólogo de Ernesto Giménez Caballero, considerado en aquellos momentos como un autor vanguardista, un prosista integrante de la célebre generación del 27, luego devenido en ferviente falangista. Esto supuso un enorme espaldarazo para María, quien también recibió el elogio de Juan Ramón Jiménez, el gran pope de la poesía española del momento, quien la felicitó por su hermoso libro de cristales y espíritu.  Por su parte, Miguel Hernández indicó que los poemas de María Cegarra estaban rociados de pólenes de las minas y el corazón, sumergidos en melancolía, mar y soledades.

Un matrimonio de mecenas

Le debemos la reedición de Cristales míos en 2025 al impulso de un matrimonio de auténticos mecenas, los cartageneros María José Vázquez y Francisco de la Iglesia, quienes sin ánimo de lucro y por puro amor al arte, literalmente, vienen impulsando reediciones de antiguos poetas de nuestro entorno para que no caigan en el olvido, con la colaboración de diversas instituciones. Han formado ya una auténtica colección que, de momento lleva cuatro volúmenes, y esperamos que publiquen aún muchos más. Ellos consideran que hay un nexo de unión entre los poetas unionenses y cartageneros de hace décadas, imbuidos todos del poderoso influjo de un territorio, la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, tan singularmente cargado de belleza, al tiempo que lleno de dramatismo, que prende en todos sus poemas.

Y, de esta manera, han contribuido a la reedición en los últimos años de viejos poemarios, como Mástil, el primero de Antonio Oliver Belmás, de 1925, o Brocal, el primero de Carmen Conde, de 1929, o el primer libro de María Teresa Cervantes de 1954, Ventanas de Amanecer, y ahora este Cristales míos de María Cegarra, de 1935, que se ha lanzado este año en una muy cuidada edición no venal de 500 ejemplares.

María José Vázquez y Francisco de la Iglesia recurren siempre a dos ilustradores de cabecera que enriquecen la edición de los cuatro libros que han publicado hasta el momento: Salvador Torres y Virginia Bernal. Y para ilustrar Cristales míos han decidido en esta ocasión decantarse por Virginia Bernal, que ha aportado ocho obras compuestas para la ocasión. Ha utilizado una técnica habitual en ella, la cianotipia, un procedimiento fotográfico monocromo, que consigue una copia negativa del original en un color azul de Prusia. Ella indica que la emulsión fotosensible tanto en los formatos como en los soportes le da mucho juego, y la verdad es que el resultado es verdaderamente llamativo. Las ilustraciones están intrínsecamente ligadas con los temas del poemario, y dialogan en la intimidad con los poemas, iluminando los sentimientos, las sensaciones y las imágenes que emanan de las composiciones de María Cegarra.

Exposición en el Museo Minero de La Unión

Como ilustración de cubierta los editores han elegido una obra pictórica de su propiedad y que además es coetánea de Cristales míos. Se trata de una acuarela de Juan José Gárate de 1932 titulada Soledad, el retrato de una mujer en el que se ve la influencia de Julio Romero de Torres y sus retratos de mujeres españolas muy raciales.

El Ayuntamiento de La Unión, que ya declaró hija predilecta a María Cegarra antes de su muerte, acaecida en 1993, ha querido ahora en 2025 aprovechar esta efeméride del 90 aniversario de la primera publicación de Cristales míos no solo para publicar la reedición de la obra, sino para desplegar una completa e interesante exposición de todos estos trabajos de reediciones del matrimonio Vázquez-de la Iglesia, con las ilustraciones de Salvador Torres y Virginia Bernal, una semblanza biográfica de María Cegarra, su relación con María Teresa Cervantes y fotografías de época. Todo esto se puede visitar hasta el 4 de mayo en el flamante Museo Minero de La Unión.

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