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David Moretti (Bosco): “Hay muchos Jimi Hendrix esperando a ser descubiertos, pero eso ya no va a pasar”

David Moretti, cantante de Bosco

Santini Rose

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Quedé con dos de Bosco —David Moretti (voz, guitarra y teclados) y José Perelló (sintetizador, guitarra, tzoura)— en el Garrampón. Pedimos tres cañas y un plato de cascaruja y hablamos de su trilogía inspirada en la Divina Comedia, de esa revisión a sus propias canciones (Emboscados, 2019), de hacer concesiones a la industria, de (qué-cojones-es-eso-de) la psicodelia renacentista, de lo que les pasó en México y de lo “alucinante” que es “hacer que otros lo pasen bien”. Ah: Bosco toca en la Sala Rem mañana, 14 de febrero.

Hace años decíais que el origen del eclecticismo de la banda se debía a los diferentes caminos que habíais llevado cada uno en la música. ¿Esto sigue siendo así o ya tenéis clara cuál es la parte de vosotros que compartís en Bosco?

José Perelló: Seguimos siendo muy diferentes, para bien o para mal, porque no siempre es fácil entenderse. Algo ha cambiado, lógicamente. Nos conocemos más y sabemos qué le puede interesar al otro. Por supuesto, hay un punto en común que es Bosco, pero intentamos dejarnos llevar.

David Moretti: Ahora nos conocemos y vemos venir a cada uno, pero lo dejamos venir. El sello sigue siendo el mismo.

Mucha de vuestra música está relacionada con la poesía y el cine. ¿Cómo funciona esta relación: veis algo que os inspira o cuando habéis escrito algo descubrís la relación?

DM: Más bien como lo segundo.

JP: Seguimos sin tener un Método Bosco. A veces a David se le enciende la bombilla y prueba unos versos sobre una grabación que hemos hecho y resulta que funciona. Otras veces son casualidades: está leyendo algo y le cuadra con algo que estamos haciendo. Él es muy enlazador, es capaz de encontrarle un hilo a todo lo que vamos proponiendo.

¿Esa falta de método puede llegar a ser un lastre o es la esencia de la banda?

DM: Puede ser que haya acabado siendo la esencia, porque lo hemos intentado, pero no hay manera. De todas formas, en la forma de funcionar creo que hemos mejorado. Pero siempre hay algún lugar en el que el hilo se suelta de la madeja.

JP: Podemos mejorar el método en la parte técnica. Quizá, forzarlo en la artística puede ser contraproducente. Sabemos que somos lentos. Lo asumimos y ya está. David siempre dice que las musas se aparecen cuando se aparecen.

En ese sentido vais bastante a contracorriente: publicasteis vuestro debut separado en dos partes (El elixir mágico y Una nueva hoguera) y ahora estáis inmersos en una trilogía inspirada en La Divina Comedia. ¿A qué responde este ritmo de publicación?El elixir mágicoUna nueva hogueraLa Divina Comedia

JP: A nuestros ritmos vitales. No somos chavales que estén empezando y le dediquen cinco horas al día a ensayar. Por otro lado, somos muy exigentes. Pasa mucho tiempo desde que tenemos una canción hasta que consideramos que está terminada y que forma parte de una entidad.

DM: Yo tengo la manía de empaquetarlo todo, y cuando aparecen canciones siempre intento ver si tienen relación con algo que tengamos previamente.

JP: El concepto es muy importante, el hacer por hacer no nos interesa. Con lo rápido que se consume hoy en día, si uno contribuye a eso es muy fácil que lo que hagas se quede en nada.

No da la impresión de que hayáis hecho muchas concesiones a la industria, ¿existe ese debate en vosotros?

DM: Sin duda. De hecho, el último disco [Emboscados, 2019] va de eso, pero hemos intentado que siga manteniendo una identidad. Sé que hay gente que considera esto último más ligero, pero no ha sido una concesión muy grande, de hecho hemos participado con gente a la que admiramos. Si la concesión es hacer trap o reggaetón…igual lo hubiéramos hecho solo por hacerlo, por probar.

JP: Si tienes la intención de hacer algo concreto triunfar, no vas a ningún lado. Igual nos da ahora por hacer dance de los 90, que no está de moda ahora…

DM: Que nos está dando por ello últimamente [risas].

Psicodelia renacentista. ¿Por fin hay una etiqueta para Bosco?

DM: Es la que se viene utilizando últimamente. No es que ayude a sintetizar, porque… ¿qué es exactamente la psicodelia renacentista? Y tienes que volver a rizar el rizo, pero parece que de algún modo encauza por dónde vamos. Además, la oficina nos insistió mucho en ese sentido.

¿Qué ha cambiado en Bosco en todos estos años?

JP: Se pierde un poco la inocencia. Al principio, ninguno queríamos tener una banda…

DM: Al final tampoco [risas].

JP: Empezamos sin hijos, ahora tenemos hijos casi todos. David no tenía un duro y ahora trabaja…

DM: A veces piensas que el enamoramiento se acaba, pero acaba surgiendo algo siempre, algo que está sobre nosotros y que sigue alimentando el hecho de que la banda exista.

También tendrá sus partes positivas, ¿no?

JP: Claro. Nos conocemos. Y luego somos mejores músicos y hemos aprendido cosas de producción, eso debería traducirse en mejores canciones. Yo creo que en la esencia no ha habido cambios. En según qué épocas nos agota el trabajo extra que supone tener un grupo, pero lo musical no nos cansa.

DM: Solemos rotar quién lleva la patata caliente. Cada vez va tirando uno del carro.

¿Os cuesta conseguir el equilibrio entre tener una vida “normal” y luego una faceta artística?

JP: Sí, cuesta mucho. Le dedicas a veces tanto tiempo como a un trabajo, pero la remuneración no es la de un trabajo. Compaginarlo con un trabajo “real”, con una familia, si además quieres tener algo de vida social…es difícil.

DM: Además, nosotros estamos en una línea en la que es un hobby pero no es un hobby. Estamos en activo, y eso se acaba convirtiendo en un pluriempleo y en un estrés.

David, te leí en una entrevista que Bosco sois, fundamentalmente, una banda de rock. Hace 50 o 60 años nadie habría pensado que fuerais otra cosa que una banda de rock, ¿por qué ahora esa frase puede sonar extraña?

DM: Se junta eso que dices con que siempre han estado apareciendo y desapareciendo personajes de nuestro universo, y que yo llevo el personaje siempre encima, recitando o declamando. Esa parte escénica igual es la que confunde. Ya no se le presta tanta atención a la puesta en escena. La película del rock and roll star ahora es una película completamente diferente a la que era hace décadas.

JP: Es verdad, en el rock no se habla a no ser que seas para dar las gracias.

DM: O las buenas noches.

JP: Declamar al público igual no es muy rock.

DM: No es muy rock igual de ahora, pero ha habido periodos en los que esa puesta en escena ha tenido un papel más importante. Es verdad que en los últimos años no se da tanto. Hablo de décadas.

JP: Hay muchos prejuicios dentro del rock. Por ejemplo, al reggae se le mira…

Con desprecio.

JP: Eso es, con desprecio. Nosotros, sin pertenecer a ese mundo, nos encanta jugarlo. A lo mejor el salirnos por nuestro aire quizá nos aleje un poco de esa imagen.

DM: Decíamos décadas, pero mira Marilyn Manson…bueno, coño, hace décadas también. [Risas]. El tiempo está pasando.

El rock and roll ya no ocupa la centralidad de la música popular.

JP: Es verdad que cada vez hay menos guitarras en la música popular. Ya pasó en los 80, por ejemplo.

DM: Y luego volvieron.

JP: Yo creo que siempre volverá. Siempre habrá heavys.

DM: Los últimos 20 años son el periodo más dilatado de la historia de la música en los que la guitarra no ha tenido protagonismo. Llevamos 20 años de reggaetón y de indie sin ninguna reacción. Del 65 al 70 se hizo la música más grande de la Historia, en los 70 tienes el progresivo y el punk, en los 80 la cosa cambió, en los 90 el grunge…y luego apareció esta historia. El otro día vi un vídeo que mostraba los mayores éxitos de ventas desde finales de los 60 hasta hoy. Había pesos pesados que se sostenían muchísimo tiempo, aparecían otros que los sustituían y se convertían en pesos pesados y llega el 2000 y desaparecen los pesos pesados de toda la vida y sube el hip-hop y pop comercial a saco. No creo que se trate solo de que falte creatividad, donde falta creatividad es donde se manejan los hilos de la industria. El foco ya no está ahí, porque yo creo que muchosJimi Hendrix esperando a ser descubiertos, pero eso ya no va a pasar.

¿Qué os pasó en México?

JP: Fue una aventura. Surgió de la relación con amigos mexicanos, y a través del Plan Escena y de que tuvimos la iniciativa de cruzar el charco después de la respuesta que tuvo el vídeo del poema de Alberti.

Conseguimos el dinero y los bolos y nos lanzamos a la aventura. Era una incógnita, y nos sorprendió ver a gente cantando nuestras canciones. Allí lo viven mucho. Después de los conciertos les encanta ir a hablar contigo sin ningún tipo de postureo. Igual, por ese lado, nuestra música caló rápido allí.

DM: Todo eso que se dice de que en América el público es diferente…es verdad.

JP: Tampoco es que tuviéramos conciertos de 2.000 personas, pero nos sorprendió la respuesta.

DM: Gente que había hecho ocho horas de coche para vernos…

¿Hay allí una conexión más fluida y explícita con lo espiritual?

DM: Totalmente. Tienen la tradición más arraigada. Se nota que el cristianismo llegó en 1500 y que no pasaron la época medieval oscura. Están más cerca de esa conexión ancestral: la ritualidad, la mitología…está muy viva. Y eso a nosotros nos encanta rescatar todo eso. Todo el rollo renacentista no es otra cosa que rescatar a los mayas europeos, que eran los griegos.

Antes hablabais de compatibilizar la banda con el resto de vuestras vidas. ¿Qué supone Bosco para vosotros?

JP: Yo a veces pienso que si lo dejáramos, por un lado sería una liberación al tener más tiempo y demás, pero, por otro, es alucinante ver la reacción positiva de la gente a lo que haces: ver a gente contenta y bailando por algo que tú haces. Ver esos frutos a mí me ayuda.

DM: Se ha acabado convirtiendo en una parte fundamental en nuestras vidas.

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