Unos cuantos compañeros del oficio nos planteamos la otra mañana, a iniciativa del que suscribe, un debate improvisado sobre hasta qué punto puede resultar relevante, a nivel informativo, dar cuenta de la nacionalidad del presunto autor de un delito. Ante lo animado del intercambio de opiniones, decidí trasladar ese debate a Twitter donde, en poco tiempo, hubo diferentes pronunciamientos por parte de colegas y de otros usuarios al respecto.
Estaba muy reciente el caso de tres muchachas, estudiantes extranjeras, que, según denunciaron ante la Policía, habían sido agredidas sexualmente durante la pasada nochevieja por tres individuos en dos pisos de la ciudad de Murcia. Las primeras informaciones especificaban claramente la nacionalidad de las chicas: estadounidenses. Horas después se procedió a la identificación de los supuestos agresores y a su posterior detención. Y en los medios se detalló también su origen con rotundidad: afganos.
Sin estar claro aún si actuaron o no en lo que se denomina 'manada', en el entorno de este tipo de agresiones radica, de nuevo, la polémica, no siempre solventada en los medios de comunicación, de la conveniencia o no de incluir su nacionalidad en los titulares y, por consiguiente, en el cuerpo de la noticia. Y esto es algo que, desde hace tiempo, no solo sucede en nuestro país.
En el código deontológico de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se especifica que se “debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas humanas degradantes”. Es por ello que la FAPE traslada como recomendación a los profesionales de la información abstenerse a la hora de “aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona” y solo publicar esos datos si guardan directa relación con la información en sí.
En el debate que provoqué en Twitter, uno de los participantes aportó un vídeo bastante elocuente sobre el tema. Pertenece a una iniciativa de sensibilización de la Red Acoge denominada 'Inmigracionalismo'. En él se efectúa un falso casting entre estudiantes de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid a los que se les propone leer ante la cámara, en el autocue, un par de noticias. En una de ellas se da cuenta de que la Policía Nacional ha arrestado en la calle a un ciudadano “cuarentón”. Los jóvenes leen el texto, no sin cierta sorpresa en su rostro, al tropezar con esta palabra. En otra supuesta información se habla de unos doscientos “fans de Justin Bieber” que causaron destrozos en un local regentado por ciudadanos “pelirrojos”. Cuando a los estudiantes se les revela que se trata de noticias reales, a las que se han cambiado algunas palabras, descubren que donde leen fans del cantante decía marroquíes, mientras los pelirrojos son sudamericanos. Y en la anterior, cuando se les muestra la noticia verdadera, donde ellos han leído cuarentón de lo que se trataba es de un ciudadano marfileño.
Los titulares son, en esencia, la venta de una noticia para el lector, oyente o telespectador. Parece existir un cierto consenso en no incluir, al menos en estos, el espinoso asunto de la nacionalidad del presunto delincuente, aunque sí se pueda detallar más adelante en el desarrollo de la información. Sería un dato más que aportar como, por ejemplo, la edad, sexo o vestimenta, evitando con la generalización estigmatizar a un colectivo con un prejuicio xenófobo.
Para el periodista burgalés Álex Grijelmo, especialista en lenguaje y comunicación, no es ético vincular delincuencia y nacionalidad. Y para el colombiano Javier Darío Restrepo, recientemente fallecido y consumado experto en ética periodística, “las noticias sobre delitos de miembros de un grupo social, racial, religioso o nacional, tienen el efecto dañino de extender sobre todo un grupo, en donde hay inocentes y culpables, un manto de sospecha y/o estigmatización”.
Las policías de muchos países europeos son reacias a aportar la nacionalidad de los supuestos delincuentes o los detenidos. En nuestro país, algún partido ya “ha exigido” que siempre se especifique este dato “para detectar el origen del delito y combatirlo de raíz”. Supongo que, en este caso, no hace falta especificar de qué partido se trata.
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