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La tradición como excusa para la uniformidad religiosa
Sergio Ramos
Murcia —
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El Real y Muy Ilustre Cabildo Superior de Cofradías de Murcia no tenía este martes otro tema del que hablar en su extraordinaria reunión que de una moción presentada por Cambiemos Murcia en el Ayuntamiento de la capital de la Región. Sus ilustres miembros han decidido manifestarse para lo que ellos consideran “defender lo nuestro”. Es muy sano que la ciudadanía se manifieste, ergo resulta llamativo que las cofradías no hayan considerado atacado “lo nuestro” durante estos años de brutal crisis económica, de recortes en los servicios públicos y de desamparo social.
Es ilustrativo comprobar que no les interesan otras manifestaciones, como la que este miércoles denunció la inhumana política de la Unión Europea para con los refugiados. Qué mejor representación del martirio y la inmisericordia que el periplo mortal que están realizando cientos de miles de personas que huyen de las guerras en Oriente Medio, no muy lejos de las ciudades bíblicas.
La reacción de las cúpulas cofrades ante la sola propuesta de avanzar hacia la laicidad de nuestro municipio refleja que la Iglesia Católica se escuda en tradiciones culturales como la Semana Santa, contra las que nada objetamos desde Cambiemos Murcia, para retener sus privilegios y para mantener a las instituciones, que nos representan a todos y todas cualquiera que sea nuestra fe, en una posición más propia de tiempos en los que la uniformidad religiosa se imponía a hierro y fuego.
Hoy en España la mayoría no practica regularmente ningún rito religioso y el número de agnósticos, ateos, musulmanes y protestantes es cada día mayor, por lo que las instituciones democráticas deben ser neutrales ante el hecho religioso para defender la libertad de creencias de todos.
Los no practicantes, los no creyentes, los cristianos protestantes, los musulmanes, los judíos y los seguidores de otros credos no deben estar representados por instituciones que encabezan actos exclusivamente católicos, condecoran y dan suelo público a vírgenes o destinan dinero público sin control a actividades litúrgicas o confesionales.
La laicidad del Estado y de sus instituciones es un principio de concordia de todos los seres humanos fundado sobre lo que los une, y no sobre lo que nos separa. Este principio requiere la separación del Estado y las distintas instituciones religiosas respecto de las diferentes opciones de conciencia particulares. La laicidad pretende un orden político al servicio de los ciudadanos en su condición de tales y no de sus identidades étnicas, nacionales o religiosas. No caben los privilegios públicos de una opción cualquiera en un Estado laico. Solo así se garantiza la igual consideración de todos los individuos como ciudadanos libres.
El trato de favor que reciben entidades privadas, como la UCAM, por su condición de católicas no es compatible con nuestra Constitución ni es recomendable para lograr una integración armoniosa de los distintos colectivos sociales. Otro ejemplo de desigualdad de trato es la cesión, sin contraprestación alguna, del colegio de El Carmen a una cofradía. Los recursos públicos no se pueden destinar en función de la naturaleza religiosa de las entidades beneficiarias sino en base a su interés cultural, y deben estar sometidos al control público y a la máxima transparencia, así como a la libre concurrencia.
La participación de las autoridades políticas, no a título individual sino como representantes de las instituciones públicas, en las manifestaciones religiosas es otro elemento incompatible con la laicidad que requiere una sociedad plural y multiconfesional. Turísticamente es más que dudosa la atracción que generan los alcaldes encabezando procesiones, y a los propios feligreses les puede ser muy útil comprobar cuántos políticos dejan de ir a los actos litúrgicos cuando no pueden hacerse la foto.
Si esta humilde moción ha conseguido generar al menos una mínima parte del debate que necesitamos para avanzar hacia un Estado laico e igualitario, bienvenidos sean esos tambores de protesta cofrade.
Sergio Ramos es concejal de Cambiemos en el Ayuntamiento de Murcia
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