Con la clarificación de las cosas en la derecha, paralela a confusión reinante en la izquierda, parece que incluso el PP da por descontado que Vox es su principal competidor en las próximas elecciones, haya o no haya también “superdomingo”. Pero mirando aquí, a lo nuestro, y desde fuera de ese entorno, obviamente, no acaba de entenderse el papel político del partido ultraderechista en la Región, habida cuenta de lo que proclaman y practican sus padres populares.
La trilogía “Dios, Patria y Rey”, reconvertida por la ultarderecha en “Toros, Caza y Escuela Católica” es santo y seña no solo de los radicales de derecha murcianos desde hace años, sino también de los gobernantes que tenemos en Murcia desde hace ya casi un cuarto de siglo.
Exacerbados, esos gobernantes, digo, por la aparición de una izquierda distinta trufada de animalistas, ecologistas y activistas sociales, hace ya tiempo que iniciaron su particular cruzada ampliándola desde el folclorismo localista más ramplón y chabacano hasta la defensa a ultranza y promoción de esa llamada “fiesta nacional”.
Han legislado y subvencionado generosamente la tortura en público de esos animales, al tiempo que, curiosamente, las plazas de toros de la Región son de ínfima categoría dentro de la clasificación estatal y la “afición” se dedica a merendar, emborracharse, mirar y ser visto ––“y de paso, a ver si salimos en foto del periódico”–– en esos actos entre la mascarada y la becerrada en que se han convertido las tardes de los cosos murcianos.
Lo de la caza es más de lo mismo. Permisividad con determinados atropellos y peligro en los montes causado por quienes matan por placer. No sirven las múltiples excusas que se inventan para justificar el descontrol de las escopetas, por mucho que las licencias no sean muy fáciles de conseguir y poder usarlas exija unos gastos que no todos pueden afrontar.
Lo más sangrante no son esas muertes violentas de animales por gusto y diversión. Lo más llamativo es la propaganda oficial que los gubernamentales murcianos hacen de la enseñanza católica cada vez que tienen ocasión. Olvidan, y niegan por la vía de los hechos, que el Estado español es oficialmente aconfesional. No tiene importancia que, por ejemplo, la actual encargada de Educación haga un falaz alegato público libertario en defensa de la religión, cuando todo el mundo sabe que se refiere a la católica. Viola así esa carta magna intocable que ella y su partido dicen defender a capa y espada frente a los extremismos separatistas, golpistas y populistas, según su lenguaje al uso.
Y cuando les viene bien ––como ha hecho en su perfecto derecho la responsable en cuestión–– se pasan por donde les apetece determinados principios de esa creencia mayoritaria, aunque también impuesta, como es aquel de “hasta que la muerte os separe”. Sería mejor que no defendiera determinadas cosas si luego las usa como chicle: se estira y se encoge a voluntad.
Así que la escalada hacia la extrema derecha del partido ahora nuevamente aznarista ––como se comprobó este fin de semana–– parece corresponderse más bien con el miedo individual y colectivo a ser desalojado del sueldo público, de la poltrona, de las prebendas, de la adulación y de las fotos. Pues tal es la similitud ideológica en Murcia de uno y otro –– PP y Vox, y viceversa––. Se trata de gritar más, vociferar si es preciso, para que los electores se den cuenta de quién es el auténtico, el genuino… extremoderechista envuelto en la bandera.
Aunque, en realidad, el PP murciano siempre fue así: derechista a más no poder, meapilas convencido, falso folclorista, muy de guardar las apariencias por aquello del qué dirán, y neoliberal en lo económico.
Por esto último también rivalizarán en aligerar como sea y aún más la baja presión fiscal que tiene el común de los ciudadanos regionales. Así se observa en los cartelones del presidente regional que inicia la precampaña de mayo prometiendo menos impuestos y más realidades. Tendrá que explicar cómo se hace eso, porque así solo se ha conseguido que la Sanidad pública sea desastrosa, como lo es la Enseñanza pública, servicios sociales, etcétera, con un deterioro imparable desde hace una década de esas infraestructuras estatales y sin que la supuesta recuperación económica de los últimos tres años se note. Ni se vaya a notar, a este paso.
Todo eso no les importa. Cada vez queda más claro que aquí, en la Región de Murcia, lo que cuenta es la caza, los toros y la celebración religiosa; católica, por supuesto. Lo demás es accesorio. Y el que venga detrás, que arree. Es decir, que se lo pague de su bolsillo. Si puede. Y si no... Vale.