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Vuelta al curso político: Presupuestos con Vox y futura bronca entre PP y Cs

López Miras defiende los puntos más polémicos del acuerdo con Vox en Murcia

Julio López Guillén

Murcia —

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Comenzado el curso político llega la hora, sin excusas, de que los grupos parlamentarios de la Asamblea Regional tomen posiciones ante la primera gran cuestión que sacar adelante, los Presupuestos Generales de la Región de Murcia.

Hemos pasado una formación de gobierno más que accidentada y llena de polémicas que tendrán su momento de coste político ya que todavía nadie ha explicado qué pasó en los cafés de cinco horas que sirvieron para ubicar la estrategia de Luis Gestoso y su formación filofascista. Aun por terminar de armar la mitad del organigrama del gobierno autonómico, hay que comenzar a poner números concretos a las cuentas que regirán la acción de gobierno durante todo el año próximo.

Aquí tenemos los dos primeros precedentes. El primero y más reciente son todas las reclamaciones que Vox ya anunció antes del verano y que pasan por la reducción de altos cargos, entes regionales, políticas de diversidad, subvenciones públicas y todo lo que huela a Estado del Bienestar. El segundo es el nivel de exigencia que Ciudadanos imprima a las cuentas de la Región de Murcia que, en las cuatro veces anteriores fue ninguno, a pesar de las enmiendas introducidas por el entonces portavoz Miguel Sánchez, ahora senador, defenestrado de su posición por su propio partido. No son buenas bases para dar solidez y credibilidad a un presupuesto.

Toda la ciudadanía ya estaba avisada de que el primer objetivo de la formación de gobiernos de derechas en el mapa autonómico era hacer de oposición al Gobierno del Estado. Son  declaraciones de Arrimadas, García Escudero y toda la dirigencia nacional de ambos partidos. Así pues, la coalición de derechas ha cumplido su promesa de traicionar la lealtad institucional y, junto a otras autonomías del mismo signo, han reclamado a la Administración General del Estado el nuevo pacto de financiación territorial (que no hicieron en 2015 cuando entonces estaba el Gobierno del PP y su socio Cs) y las líneas generales de la financiación de la estructura del Estado, pensando en qué gastar el dinero que a cada una le toca para poder hacer sus propias previsiones.

Como mejor ejemplo de los naranjas, Isabel Franco, que en la investidura de Fernando López, denunció desde la tribuna que la deuda regional de más de nueve mil millones de euros era culpa del “derroche y la barra libre del Partido Popular” deberá poner cara al espacio que ha ocupado con su consejería, la de Política Social. Y ahí veremos la profundidad a través de las grandes cifras. En el campo de los populares, Sanidad y Educación seguirán siendo los dos núcleos de acción de gobierno, los que más dinero reciben y que tienen por resolver los mismos problemas que llevan arrastrando todos los años anteriores. A saber, la pérdida de calidad en los servicios médicos que un reciente estudio situaba al final de la cola junto a la Comunidad de Canarias, y de otra parte vencer todos los indicadores educativos que ponen a la administración educativa del PP a la vanguardia del fracaso escolar, el amianto y la concertación con empresas privadas.

A la espera de que el Ministerio de Hacienda realice los informes técnicos oportunos, cada una de las comunidades deberá poner encima de la mesa la cifra de techo de gasto, que en la Región de Murcia se verá supeditada (si tuviera el Gobierno la seriedad que se le debe presuponer) a la cifra de déficit, deuda pública y proyección de las mismas para 2021.

Una de las incógnitas que se nos presentan con las cuentas regionales para el próximo ejercicio es, además de la amplitud de cada una de las partidas que veremos en su momento, la capacidad que tenga cada una de las partes del Ejecutivo para llevarse a sus consejerías el máximo de margen de maniobra. Ciudadanos pugnará por vender que representan la parte más dinámica del Gobierno y que su gestión sirve a la vida diaria de ciudadanos y ciudadanas de la Región. El Partido Popular, mientras, hará lo propio con sus grandes carteras, pero desde un plano inicialmente secundario, esperando que la mayoría de las afrentas de la oposición vayan para su socio preferente.

Y esto tiene un por qué significado y mayúsculo. Tanto en el supuesto de la repetición electoral como si no se produce, PP aspira a arrebatar escaños a los de Rivera. Recientemente los populares filtraron a medios que disponen de encuestas que indican que Cs ha tocado techo electoral y ahora solo pueden bajar. Y lo harán, más aún cuando queden fuera de la plataforma que se arma desde la calle Génova de Madrid, esa “España Suma” que, al menos en materia presupuestaria, todavía no ha dicho esta boca es mía. Es la confirmación de que la cuestión identitaria sigue siendo el pilar de la planificación de Pablo Casado, la cuestión de ser útiles a esa España (y a la Región de Murcia) está todavía por ver.

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