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La lucha contra la exclusión social: “Ahora puedo comer, darme una ducha y no dormir en la calle; he levantado cabeza”

Comedor social de la Fundación Jesús Abandonado / Miguel Ángel Santiago

Miguel Ángel Santiago

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No hay descanso estos días en los comedores sociales de la Región. Las comidas y cenas familiares que marcan las fechas señaladas de la Navidad son sustituidas por los menús que se esfuerzan en preparar con esmero en organizaciones sin ánimo de lucro como la Fundación Jesús Abandonado; en las que también se trabaja por crear un ambiente cálido y afectivo.

Pero las colas de los que han pasado a engrosar el grupo de ciudadanos condenados a la exclusión social no solo se abarrotan en Navidades. Muchos comedores sociales de la Región cuelgan el cartel de lleno día tras día. En 2018 el comedor social y la casa de acogida de Jesús Abandonado sirvieron en total 298.910 servicios de alimentación, con una media de alrededor de 300 comidas y 300 cenas diarias.

J. M. es un hombre de 52 años de edad y es usuario del comedor social de la fundación. Sin ningún tabú cuenta a este medio que trabajaba como cuidador de personas mayores y por el impago de la pensión a su exmujer le pusieron una multa que no pudo pagar. Estuvo en busca y captura hasta que la policía lo detuvo. Como consecuencia legal pasó 75 días en un módulo de respeto pagando 6€ al día. Finalmente perdió el trabajo y tuvo que dormir en la calle durante dos años. “Gracias a Jesús Abandonado puedo comer, darme una ducha caliente, ponerme ropa limpia y no dormir en la calle. He levantado cabeza”, confiesa.

El 'Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Región de Murcia' revela que la exclusión social se ha enquistado en la estructura social de Murcia. La desigualdad se ha incrementado tanto en el periodo de crisis como en el de recuperación económica. Se ha registrado, además, una tendencia fuerte a la precarización del empleo y el acceso a la vivienda se ha consolidado como motor clave de las dinámicas de exclusión social.

Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación de Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada (Foessa), afirma que después de cinco años de recuperación económica o incluso después de que las tasas de paro se hayan reducido, todavía tenemos a una parte importante de la sociedad que conforman a lo que llamamos ‘la sociedad estancada’.

Flores asegura que las personas de esta parte de la sociedad no ven mejoras en las oportunidades ni en su situación económica y “tienen problemas para encontrar un empleo y cuando lo encuentran es tan precario que no llega a ser lo suficientemente integrador en términos económicos”. Eso, sin hablar “de los problemas que tienen para acceder a unas viviendas adecuadas”.

Raúl Flores matiza que un 11% de las personas que trabajan en la Región de Murcia sufren de exclusión social; un 13% de trabajadores se encuentran en la pobreza. Esto se debe, según los resultados del último informe de Foessa, a que el empleo ha perdido la capacidad de la integración económica y social que tenía el trabajo.

Muchas de las personas en exclusión social hacen cola a diario para sentarse delante de un plato caliente que echarse al estómago. Desde hace más de 30 años, la Fundación Jesús Abandonado desarrolla su labor en este campo en la Región de Murcia. El objetivo es que los usuarios logren una recuperación plena y puedan desarrollar una vida independiente para que vuelvan a sentirse ciudadanos de pleno derecho y útiles para la sociedad.

Según fuentes de la Fundación, esto es posible gracias a una atención integral los 365 días al año, que incluye desde la prevención y satisfacción de las necesidades básicas como cama y comida, al acceso a una vivienda o un empleo, imprescindibles para alcanzar una inclusión real.

El equipo de la Fundación Jesús Abandonado está formado por trabajadores sociales, psicólogos, enfermeros, auxiliares y educadores, con el refuerzo de voluntarios.

Según datos de la propia institución, cuentan con 248 plazas de alojamiento, 36 en viviendas con apoyo y el programa Housing First (la vivienda, lo primero) y 26 más en la pensión social que gestiona la institución.

Según fuentes de la Fundación, la ocupación de las plazas es muy alta prácticamente durante todos los meses del año (sobre todo en invierno) y la media anual está en torno al 90%-92% de ocupación. En 2018 el comedor social y el centro de acogida de la institución sirvieron en total 298.910 servicios de alimentación, con una media de alrededor de 300 comidas y 300 cenas diarias.

El comedor social tiene como fin satisfacer las necesidades de alimentación de las personas sin hogar y en riesgo de exclusión, y es una herramienta para la atención social integral a usuarios junto a la oficina de información. De esta intervención social emana un informe social de cada usuario, donde se recoge la evolución del proceso de cada persona. Durante la intervención, se establece un plan de trabajo en base a la resolución de la problemática de cada persona.

Amparo Martínez, trabajadora social de la Fundación Jesús Abandonado desde 2006, ha detectado que en estos últimos años después de la crisis económica las personas sin hogar ha aumentado. “Ya no se puede decir que sean personas nacionales o personas extranjeras, sino que ahí hay una gran diversidad”, asegura al tiempo que puntualiza que “la cifra de inmigrantes en exclusión social se mantiene, pero aumenta la población española por la inestabilidad económica y el empleo precario”.

También se incrementa el número de mujeres que demanda acogida. “Si en unos inicios la mujer que nos encontrábamos estaba en el círculo de adicción o problemas mentales, ahora nos encontramos con mujeres que simplemente se han quedado sin trabajo”, enfatiza la trabajadora social.

Martínez apunta que hay un perfil de usuario de comedor “muy llamativo”, pensionistas no contributivos que cobran 390 €: “Si tú cobras 390 € al mes, lo prioritario es no quedarte en la calle, pagarte la habitación. No te estoy hablando de una vivienda, sino de solo una habitación. Lo que te queda es para lo básico: luz, agua y alimentos. Al final no acabas de remontar porque no puedes guardarte un dinerico para otras urgencias que puedan aparecer”.

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