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Concéntrate, que sales (o entras)

El jugador del Retabet Bilbao Basket Alex Mumbrú (c) disputa un balón con el jugador del Iberostar Tenerife Davin White (d) en el partido correspondiente a la liga Endesa disputado en el BilbaoArena. EFE/Luis Tejido

Pedro Serrano Solana

Murcia —

El UCAM Murcia dio un paso más hacia la tranquilidad en esta Liga Endesa – ACB tras ganar en la pista del RetaBet Bilbao Basket. Lo hizo de nuevo poniendo bloques de piedra con paciencia y seguridad, uno sobre otro, dentro de un plan muy claro y sencillo: el de construir un equipo y recuperar sus señas de identidad.

Los jugadores de rojo lucen con orgullo el mono de trabajo, y la construcción parece ser cada día más sólida porque sus cimientos son la defensa. Una buena defensa. Se defiende en grupo, todos ayudan en el rebote, todos palmean balones y saltan, y luego todos atacan. Nadie se queda atrás ni en la pista ni en el banquillo.

Un rápido vistazo a la distribución de minutos y a la producción ofensiva de Murcia en Bilbao arroja un reparto evidente de responsabilidades, pero lo que no se ve en las estadísticas es que todos los cambios que decidió Katsikaris tuvieron un efecto positivo inmediato en el juego del equipo. Ya los primeros relevos, con apenas tres y cuatro minutos disputados del primer cuarto, le salieron bien al entrenador griego: Tumba por Delía, Benite por Baron y Llompart por Campazzo dieron un plus en defensa y mayor claridad en ataque de manera instantánea. Lo mismo sucedió con la entrada de Soko, que hizo un gran partido de regreso, y con Radovic y con Clark; ambos, junto a Campazzo, demostraron una meritoria clarividencia ofensiva en momentos especialmente delicados del último cuarto.

Las rotaciones de este CB Murcia son mucho más ágiles, en ocasiones muy cortas, buscando siempre mantener el ritmo de juego apropiado y anular las fortalezas del equipo contrario. El baloncesto actual ya no es aquel de los años ochenta y noventa, cuando cinco o seis jugadores llevaban todo el peso y uno o dos más daban tres minutos -como mucho, y no siempre- de respiro a los indiscutibles. Ahora hacen falta diez jugadores como mínimo para que no te pasen por encima.

Los hay amantes de las rotaciones largas y mecanizadas, justificadas en la necesidad de que el jugador tenga tiempo suficiente de situarse en la pista y aportar, pero otros pensamos que no debe haber un tiempo predeterminado para el cambio, que puede haber cambios largos y cortos, que no hay que temer a los cambios porque no hay un límite, como en el fútbol; porque son gratis. De ese modo, el jugador sobre el parquet no termina con los plomos mentales y físicos fundidos, y el jugador de banquillo no acaba frustrado y con el culo como una piedra de tanto esperar, desconectado del choque y de lo que ha de hacer.

Katsikaris mantiene a todos en el partido, estén o no estén dentro del rectángulo de juego, porque en cualquier momento puede llamarlos a la pista o devolverlos al banquillo. El efecto está siendo muy positivo, porque además de los motivos técnicos y tácticos en los que el entrenador basa sus cambios, esa tensión aumenta el carácter competitivo de cada jugador, eleva la concentración en lo que está pasando y cohesiona al grupo. Ahora no vemos lo que por desgracia veíamos hasta hace unos meses cuando se producía una sustitución: los gestos de frustración y de impotencia, las malas miradas, las toallas lanzadas contra el suelo en el banquillo... Nadie está en la pista si no tiene que estar, se llame como se llame. Nadie piensa que está llamado a calentar la silla por ser quien es y nadie siente que tiene todo (o que no tiene nada) que aportar porque para eso ya están otros.

El ejemplo de los bases es paradigmático: en Bilbao, Llompart dio al equipo lo que el equipo necesitaba en el momento en el que lo necesitaba; ni Campazzo se vino abajo por ser sustituido en el minuto cuatro, ni el propio Llompart se enfadó cuando volvió al banco. Después de eso ambos se relevaron varias veces, y más tarde Facu aportó lo que debía aportar de manera brillante, como sólo él sabe hacerlo. Tomó buenas decisiones y anotó. Ahora todo son vacas igual de sagradas, todos son peones igual de decisivos, todos encuentran su momento a lo largo del partido. Así es más fácil ganar.

Defender bien sienta mal

Ya tenemos muy comprobado que defender bien sienta mal; sienta mal a la afición rival, algo normal porque los aficionados solemos tener la piel muy fina, y si por nosotros fuera, señalaríamos como falta antideportiva el solo hecho de que miren raro a los nuestros. Pero sobre todo, y lo que es peor, sienta mal a algunos jugadores y entrenadores rivales.

El año pasado había entrenadores y jugadores rivales a los que claramente se les atragantaba el CB Murcia. No lo soportaban y se les notaba. Declaraciones antes de los partidos, ridículos aspavientos sobre la pista y lamentos postpartido. El CB Murcia defendía con intensidad, concentración y, sí, si queremos, también con dureza, pero siempre de forma noble y deportiva. Poco importa esto último a un aficionado rival, pero debería importar a quienes se ganan la vida con esto, a esos jugadores con mano de hierro y mandíbula de cristal.

El máximo exponente de ese carácter intenso y competitivo fue y sigue siendo Sadiel Rojas: por ese motivo ha sido objeto de faltas de respeto en la cancha, de amenazas propias del basket callejero y de golpes muy feos. Rojas apenas se queja porque tanto su mano como su mandíbula están hechas del mismo material, de puro pedernal. En los últimos instantes del partido en Bilbao y con el marcador ya resuelto, Sadiel Rojas recibió un codazo en el cuello que le provocó un doloroso traumatismo cervical; este mismo año ya le han roto el tabique nasal, y la temporada pasada leímos con asombro en la pseudo-prensa deportiva madrileña cómo se trataba de calentar a la afición del Real Madrid contra un buen tipo, contra un jugador que en la pista -y dentro de la coraza de pedernal- es todo corazón.

Lamento remitir tanto a la temporada pasada, pero lo hago en positivo y no como exigencia; lo hago como un buen espejo, como una obra magna del CB Murcia en la que quiero seguir reconociendo a este club. Así, si tanto Sadiel Rojas como el Club Baloncesto Murcia en su conjunto han de resultar de nuevo tan molestos para los rivales como el año pasado, si han de sentar tan mal porque defienden tan bien, no me queda otra que sonreír y decir: “disculpen las molestias”.

Lo que viene

Después de derribar otro muro y ganar por primera vez en Bilbao, el CB Murcia mantiene el pulso entre los equipos que quieren estar en zona templada y alejarse de los puestos de abajo, una carrera a la que Obradoiro metió una velocidad más derrotando al Real Madrid en Fontes do Sar. Lo de tener al Obra por detrás debe ser un acicate: como si en lugar de correr detrás de una liebre, se tuviera que correr delante de un toro. Jamás perdamos de vista el carácter combativo del equipo de Moncho Fernández. Nunca bajarán los brazos.

Ahora viene al Palacio uno de los platos fuertes, el Iberostar Tenerife, equipo al que junto al CB Murcia, muchos señalaron el verano pasado como la posible revelación del nuevo curso. De momento Tenerife ha mantenido una línea impresionante tanto en su competición europea como en la ACB, reponiéndose a lesiones tan traumáticas como la de su líder, Javier Beirán, y sin abandonar los puestos de cabeza en ningún momento. Su balance de 18-6 le mantiene líder a día de hoy, y es resultado de una suma idéntica entre los partidos como local y como visitante: 9-3. Sin embargo, y a esto hay que agarrarse, lejos de la isla bajan tanto su capacidad anotadora como su defensa -tienen la mejor defensa de la liga-: así, si en su cancha anotan 79,6 y reciben 67,5 puntos por partido, fuera reducen la anotación una media de 3 puntos -casi imperceptible- y empeoran la defensa en 7 puntos. Como visitante, Tenerife sólo ha perdido en las pistas de Real Madrid, Zaragoza y Valencia -equipo contra el que viene de caer también en la isla-, y en los tres casos lo hizo anotando menos de 60 puntos. Queda claro que el CB Murcia debe insistir en la defensa como principal argumento de la victoria.

En cuanto a jugadores, Iberostar Tenerife posee un equipo redondo; raro es el día que no entran en escena sus 12 jugadores, todos aportando cosas. Tienen una mina de oro especialmente con Davin White, Doornekamp y Fran Vázquez. La pintura la completan ‘cuatros’ ágiles como Hanley y Abromaitis, y un ‘cinco’ también rápido y fuerte como Bogris. Por fuera también son una amenaza con nuestro conocido San Miguel en el puesto de base, y con los exteriores Grigonis y el incombustible Richotti, sin olvidar a otro viejo rockero como Kirksay, con actuaciones notables últimamente. Vidorreta impone un ritmo alto y un baloncesto veloz.

A pesar de todo lo dicho en los últimos párrafos de este artículo, y gracias a todo lo dicho en los primeros, el Club Baloncesto Murcia -tal vez sin Rojas pero con la vuelta de Pocius- está en disposición de ahondar en la hipotética -aunque poco probable- grieta moral que haya podido causar la derrota contra Valencia en los jugadores de Tenerife, y con la ayuda del Palacio, dar un nuevo y muy sonoro golpe sobre la mesa de la ACB.

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