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¿Ir a clase o un plato de comida caliente?

Un anuncio sobre las políticas sociales del Gobierno de Navarra.

Ekaitz Cancela

porCausa.org* —

La Renta de Inserción Social es la ultima malla de sujeción para las familias en Navarra. Según Cáritas, sólo la reciben los miembros de 11.712 familias de las 95.000 personas en riesgo de pobreza que hay en la comunidad, cuatro veces más que en 2008. Los datos que arroja el último informe de Cáritas explican que, de las 20.000 familias en condiciones de extrema necesidad, asisten a 14.000.

El notable agravamiento de la situación de muchas personas, y en concreto de las familias con hijos, se refleja en el gasto ejecutado por el Gobierno para ayudas a familias navarras sin medios de subsistencia. Si en 2008 el era de casi 10 millones, cuatro años después alcanzó los 51 millones. No obstante, el presupuesto para el departamento de Políticas Sociales ha pasado de 305,04 millones de euros en 2012 a los 258,12 millones de euros en las previsiones para 2015. Es el único departamento, junto con Fomento, que baja su presupuesto con respecto a 2014 (aunque sólo sea un 0,01%). Desde el año 2010 hasta el presupuesto presentado para este año, la partida ha disminuido en 136,5 millones de euros, un 34,6 %.

Aproximadamente, 1 de cada 10 personas en Navarra tienen ingresos anuales inferiores a los que ofrece la renta. “Hay que trabajar en que nadie se quede fuera y en que todos tengan unos mínimos garantizado durante todo el año. A la gente no le soluciona nada cobrar la RIS dos meses y otros dos no”, afirma la catedrática Nerea Zugasti. Por diversos motivos, 3.500 familias en navarra se están quedando fuera de este último que soporte que ofrece la renta. El caso de Zaaida (nombre en clave) es un ejemplo. Ella y su familia se encuentran a la espera de que finalicen los seis meses que le quedan para volver a solicitar la prestación. Y según la reciba tendrá que devolverle a su casero los 2.000 euros del alquiler del piso en el que convive con siete miembros de su familia.

Las dificultades para llegar a fin de mes son “muy grandes”, dice esta mujer de origen árabe, que casi al unísono señala cómo el recorte se traduce siempre en una alimentación más precaria para sus hijos. “Con lo que tenemos no nos llega para alimentar bien a nuestros hijos. A veces mi niño sale de casa llorando porque no ha desayunado”. La madre relata en un perfecto castellano que su único deseo es que su marido encuentre un lugar que le pague a fin de mes. “No queremos caridad ni que nos regalen comida, queremos un trabajo para los papas”. Explica, no sin cierta esperanza y determinación en sus palabra, que si todos los meses su marida trajera a casa 1.000 euros vivirían “fenomenal”. Zaaida es una de esas cabezas de familia que no baja los brazos. “Siempre hay gente en peores condiciones que nosotros. Saldremos de una forma o de otra. No hay que tener vergüenza”.

La misma situación, aunque con menos ánimo, vive Zubilda. “Es muy difícil vivir sabiendo que no quedan salidas, que la situación no va a mejorar”. Ella es miembro de la APYMA de uno de los centros cuyos alumnos acudían a clase sin desayunar. El año pasado con el subsidio de desempleo y la renta básica no se veía en el apuro de acogerse a tal programa, pero este año, afirma, sí lo necesita.

Zubilda en estos momentos tampoco está percibiendo la RIS, sólo el subsidio de desempleo de su marido, quien trabajó durante 10 años “sin un día de descanso”, dice. “Vivimos con 420 euros al mes que cubren las garantías mínimas. Mi hija es alérgica y el médico nos ha dicho que le tenemos que comprar fundas para la cama y nuevas medicinas, pero no puedo”. Explica que pedir más ayudas extraordinarias no le es posible porque ya las recibió el mes anterior para pagar la luz. Su deseo es el mismo que el del resto de mujeres, un trabajo para su marido y “ojalá para todo el mundo lo mínimo posible”, cuenta con la esperanza puesta en este periodista de porCausa.

Para que el menor no tenga qué desayunar, ¿cómo tiene que ser la situación de su familia?”, se pregunta la socióloga Nerea Zugasti, quien segundos después se responde: “Han tenido que fallar muchos mecanismos”. Uno de los indicadores con el que los profesores que participaron en el proyecto Gosariak percibieron el problema de alimentación de los niños era que la caja de galletas que llevaban para repartir entre sus alumnos se terminaba “al instante”. También los propios niños afirmaban sin tapujos que iban a clase sin desayunar. “Había chavales que nos decían que en su casa se había estropeado la luz. Aunque sabíamos perfectamente que se la habían cortado”.

Los tutores que observaron el problema relatan algunas de los dilemas que les trasladaban desde las familias. “¿Dejamos de desayunar o de pagar la hipoteca?”. Uno de estos hogares que no recibía la ayuda de comedor porque tenía ingresos -pero no los suficientes como para correr con los gastos de electricidad o comprar alimentos básicos- le contaba a una de las profesoras la difícil tesitura en la que se encontraba. “Mi hijo desayuna la leche que nos dais en la escuela, y fría porque no podemos con los gastos de electricidad. Si al mediodía tiene que comer en casa, come frío, si le llevo a casa de una amiga para que coma caliente, tenemos que ir andando porque el autobús es caro y está lejos. Luego no nos da tiempo a volver andando a la escuela: ¿qué hago -narraba- le pongo un plato de comida fría o uno caliente y no viene al cole?”.

Una de las profesoras del centro, que más subvenciones de becas comedor recibe en Navarra, expresa cómo se siente cuando tiene una entrevista con una de las familias de la que es tutora. “Muchas veces me hierve la sangre y me voy a casa con el estomago encogido”. Por otro lado, en relación a la postura inicial que adoptó la Ejecutiva Foral de ignorar el problema y acusarles de “mentir”, señala: “Ellos están en su burbuja y se creen que nos lo estamos inventando. Para ver la situación hay que pisar el barro”, concluye.

Los profesores coinciden en que ya no se trata sólo de si hay alimentos o no, sino el tipo de comida que los niños traen. “Vemos que vienen con comida basura, poca fruta y bollería industrial (alimento que reparten desde el banco)”. Otros indicadores que les hicieron sospechar de las carencias fueron aquellas señales que veían día a día en clase. “Es muy simple, si un niño viene con la misma ropa toda la semana, o con las zapatillas rotas y sin abrigo cuando llueve, es que hay un problema grave”

Esto es lo que hay: ¿lo coges, o lo dejas?

Esto es lo que hay: ¿lo coges, o lo dejas?El gasto ejecutado por el Gobierno de Navarra en servicios sociales de base ante el aumento de las necesidades ha crecido apenas un 4% desde 2010. “No invertimos en evitar que los episodios se agraven y nos encontramos con que crece el numero de demandas y los recursos son iguales”, señala una trabajadora de los servicios sociales

A pesar de que Navarra es la única autonomía del Estado en alcanzar un nivel de desarrollo alto de sus servicios sociales, la Comunidad Foral es también la segunda comunidad que más ha reducido su gasto en esta materia atendiendo a términos absolutos. Un 23 por ciento menos, que equivale a 124 euros por habitante al año, según el Índice de derechos, economía y cobertura (por sus siglas DEC) que elabora la asociación estatal de directores y gerentes de servicios sociales.

“Desprotección más pobreza: los chavales están perdidos. La realidad es que la pobreza severa en Navarra ha crecido y por tanto es una realidad que también el numero de niños en pobreza severa es mayor”, afirma la trabajadora social, que también asegura que los equipos que tiene el Gobierno de Navarra para valorar los casos no llegan. “No es una sensación mía, sino de todo el mundo, y más de la gente que lo sufre”, sentencia. Y así lo confirma Zaaida: “Cuando hay, te dan, pero cuando no, sólo te puedes quedar mirando. La trabajadora social te dice esto es lo que hay, lo coges o lo dejas.

“Hay un grado de ineficacia que impacta en el fenómeno porque las administraciones no funcionan. Los servicios sociales no tienen un trato constante con los profesores, que son la antena con las familias. El gobierno va muy por detrás de las necesidades de las personas”, sentencia Rafa Aguilera, impulsor de Gosariak, un proyecto para dar desayunos a niños con problemas, que durante seis meses tuvo contacto directo con los profesores de los centros con necesidades.

¿Profesores o asistentes sociales?

¿Profesores o asistentes sociales?Una de las barreras que aparecieron al principio ante los docentes era la de pensar si les correspondía el papel de mediadores. “La respuesta del Gobierno de Navarra es que mandemos a las familias a los servicios sociales”, afirman profesores de los dos centros que se acogieron al programa de los desayunos. Desde el punto de vista de estos, la función que les corresponde no es la de definir quiénes está en situación de pobreza y quiénes no. “Yo no tengo datos económicos, ni tengo por qué tenerlos. Sólo tengo lo que veo”. Hay familias que no entran dentro de los parámetros para recibir ayudas porque tienen los ingresos “suficientes” y “por mucho que vaya a los servicios sociales no les van a poder ayudar”, sentencia una de las profesoras, no sin añadir: “lo que hacen los servicios sociales es poco más que administrar la miseria”.

De las conclusiones del Informe Foessa, que elabora la universidad de Navarra, se desprende implícitamente la existencia de un problema de coordinación y eficacia. “Pensamos muchas veces en aumentar el presupuesto. Pero con el mismo dinero se pude trabajar mejor y llegar a mas gente”, afirma su coautora Nerea Zugasti. “A parte de trabajar en que los niños tengan un desayuno hay que hacer que lo tengan en casa. Como el resto”. Por su parte, el Departamento de Políticas Sociales asegura en conversaciones con la Fundación porCausa tener pensado el establecimiento de una serie de controles telemáticos con el fin de ampliar la elasticidad de los servicios, que ya se han empezado a utilizar en uno de los territorios de Navarra.

“Para poder dar un desayuno a un crío hay hasta cuatro administraciones distintas trabajando. Interviene el Ayuntamiento de Pamplona, servicios sociales, el departamento de educación y el de bienestar social”. La percepción que desde Gosariak ofrecen al respecto, es de una falta de organización “tremenda”, que se suma, a su juicio, a los enormes problemas burocráticos. “Si yo necesito hoy 60 euros para pagar la beca del comedor de mi hijo y no me los dan hasta dentro de tres meses, tengo que sacar a mi chaval del comedor”. Y entonces, de nuevo al principio: “¿Ir a clase o un plato de comida caliente?”.

*Este reportaje está realizado por la Fundación porCausa.

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