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La tesis de Pedro Sánchez y la vergüenza de los másteres para políticos revelan nuestra falta de cultura científica

Aula con estudiantes universitarios.

Adrián Escudero / Fernando Valladares

Aún estamos asolados por el tsunami del máster de Cristina Cifuentes y las torticeras y cortesanas actuaciones de Instituto de Derecho Público asociado a la Universidad Rey Juan Carlos que fue pilotado por el catedrático Alvárez Conde. Por ello resulta muy difícil hacer un análisis sosegado sobre lo que ha pasado con la tesis de Pedro Sánchez y lo que está pasando con los diversos políticos, desde Francisco Camps en su día con su elusiva tesis doctoral hasta las nuevas irregularidades en los másteres del presidente del Partido Popular Pablo Casado y la ministra de Sanidad Carmen Montón. La conexión entre másteres y tesis doctorales es estrecha, recordemos que el máster es un prerrequisito para obtener el doctorado y que en muchos de estos másteres se inician los estudios que acaban dando lugar a una tesis doctoral. Para intentar arrojar algo de luz en estos escabrosos asuntos podemos mover un poco el foco y situarlo en el doctorado llevado a cabo por nuestro presidente, el Dr. Pedro Sánchez, quien en 2011, “defendió” su tesis doctoral que lleva por título Innovaciones de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012). La tesis de Pedro Sánchez se encuentra en la Universidad Camilo José Cela, la cual no permite su consulta salvo condiciones especiales y autorización previa del autor de la misma. En la práctica, la tesis no es pública y el 18 de Agosto de este año se le dio al Dr. Sánchez un plazo de 30 días para hacerla pública o explicar los motivos por los que no hacerlo. Los miles de tesis que se defienden en nuestro país cada año no solo son públicas sino que sus autores y directores se esfuerzan porque puedan ser leídas y consultadas con facilidad.

Para poder profundizar en este asunto debemos de tener claro que la formación doctoral constituye un requisito necesario para seguir la carrera académica, es decir, para ingresar en el cuerpo de docentes e investigadores del sistema público de universidades y organismos de investigación. Sobre todo, la tesis doctoral se trata de un paso fundamental para desarrollar una carrera investigadora. Esto quiere decir que la tesis doctoral tal como la entendemos desde hace muchos años, sería una especie de MIR para el ámbito de la investigación y la ciencia. Resulta crítico para obtener este logro curricular demostrar que se es capaz de desarrollar de manera autónoma la actividad propia de un investigador científico. Los asiduos de nuestra columna de Ciencia Crítica saben bien a qué nos referimos, el nuevo profesional de la ciencia debe de ser capaz de abordar una investigación en todas sus fases; desde preparar un proyecto de investigación, diseñar unos experimentos, analizar los datos, y, sobre todo, dar visibilidad a lo hecho, es decir ser capaz de publicar en revistas de prestigio lo que se ha desarrollado. Si esos estadios no se han superado con éxito, no debería de estarse en disposición de obtener el título de doctor. Hoy en día la mayor parte de las Escuela de Doctorado, exigen la publicación en revistas competitivas de alguno de los resultados del trabajo llevado a cabo con la tesis.

No cabe duda de que lo que nos pone delante la prensa cada vez con mas frecuencia es algo completamente diferente a un proceso de formación de un científico. A lo largo de nuestra historia universitaria más reciente no ha sido raro lo que ahora vemos en grandes titulares de prensa. En estos casos de tesis y másteres irregulares se trata en realidad de obtener un mérito para poder desarrollar en algún momento una carrera académica con frecuencia en el ámbito universitario. Es decir, de lograr una especie de colchón por si todas las locuras a las que se enfrenta un político español durante su particular carrera profesional no le permitiría llegar a puerto seguro. Si las cosas en la política se tuercen, siempre se podía buscar un puesto en un cementerio de elefantes, tal como cualquier universidad pública, donde trasmitir la experiencia como gestor de lo público. No es nada excepcional. La irregular tesis doctoral del Dr. Sánchez como atajo para abrirse un posible destino profesional es algo que han hecho muchos otros políticos antes. En ese marco se sitúa la historia del presidente del Partido Popular, el Sr. Casado. El pobre, sólo pretendía tener los méritos necesarios para poder iniciar la tesis doctoral en un futuro si se torcían las cosas en su partido. No sé trataba de obtener un título que le habilitase profesionalmente para algo, si no, simplemente, de estar preparado para hacer la tesis doctoral si el futuro político se nublara. Ahí habría que insertar la tesis de Camps, el honesto expresidente de la Generalitat, y de tantos otros políticos que saltaron de los ruedos políticos a las universidades públicas. Nadie les debió de explicar lo que es una tesis doctoral y para qué sirve, y ellos tampoco indagaron mucho para entenderlo bien. Probablemente, sólo se fijaron en esa amplia lista de doctores que sólo utilizan ese reconocimiento en sus tarjetas de presentación o en el cartel que indica cuál es su despacho o su consulta profesional.

Lo del Dr. Sánchez es, si cabe, mucho más triste que lo del presidente del Partido Popular. Que alguien de izquierdas, o supuestamente de izquierdas, haga su tesis doctoral en una universidad tan dudosa como la Camilo José Cela produce en sí mismo una profunda tristeza. Y qué lo haga ahí, de la mano de Cortés Elvira, que llegó a ser Secretario de Estado en algún gobierno socialista, produce un hondo pesar. En realidad, y sin entrar en detalles, no hay mucha distancia con las prebendas de Alvarez Conde para Cifuentes y Casado. Cómo ellos, esto del máster o de la tesis no es nada especialmente relevante, es un simple trámite para un pequeño brillo curricular o para una pasarela al mundo académico si se complican las cosas en la política.

Sin embargo, es algo relevante y mucho. Y por ello resulta desolador. Es frustrante para la cantidad de jóvenes que se enfrentan a escenarios ultra-competitivos para conseguir ser buenos científicos y para poder desarrollar una carrera investigadora. La tesis doctoral tras un máster serio es para ellos el primer escalón de una larga y dura carrera hacia la excelencia científica. Si los que pilotan el barco tienen la idea de que la formación doctoral es una trivialidad o un mero trámite, resulta casi imposible esperar que la ciencia y la investigación se pongan como prioridades de su gestión. Dr. Sánchez: la tesis doctoral no es un mero escalón académico más, es un paso crítico y necesario para aprender a hacer ciencia. Es la máxima titulación académica posible en cada ámbito y se espera profesionalidad, ética y distinción de quien lo alcanza. Escribir un documento y limitarse a publicarlo, en el mejor de los casos, como un libro, no es lo que se espera de los que nos dedicamos seriamente a esto y, desde luego, no es suficiente. Por favor, mande su título de doctorado a la basura y empecemos de nuevo.

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