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El tiempo ahoga mientras el Gobierno sigue sin permitir zarpar al Aita Mari

Aita Mari

Iñigo Mijangos Churruca

Presidente de Salvamento Marítimo Humanitario —

La Dirección general de la Marina Mercante lleva una semana sin dar respuesta a la petición de nuestro buque de rescate, Aita Mari, para zarpar de Pasaia en misión humanitaria al Mediterráneo. Una falta de respuesta que solo pone en riesgo mortal a más personas inocentes.

Hace un año que nuestro barco está listo para poder desempañar las labores para las que fue concebido. Desde entonces, mal contadas por la agencia de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han fallecido 1.353 víctimas en el Mediterráneo.

En Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) entendemos que la ayuda humanitaria va mas allá de salvar vidas, es además evitar el sufrimiento humano. Las personas acostumbradas a trabajar como cooperantes en ayuda humanitaria saben de lo que estoy hablando: esto es el imperativo humanitario, que emana del derecho internacional y del principio moral fundamental de humanidad.

Asistir a las personas en el agua para hacerlas sufrir durante largas estancias en el barco debido a la inoperancia política no es una ayuda humanitaria aceptable. Por ello entre otras razones, para nosotros la desobediencia civil no es una alternativa. No podemos, ni debemos generar un escenario donde se pueda producir una exposición al sufrimiento de las personas asistidas más tiempo del estrictamente necesario. En nuestro horizonte no es aceptable retener a las personas en nuestro barco para hacer acción política. No somos una organización política.

SMH como su propio nombre revela es una asociación de carácter humanitario y se rige por una serie de principios y valores: humanidad, voluntariado, solidaridad, universalidad, igualdad, imparcialidad y dignidad. No entra en nuestra cabeza, por principios, por criterios operativos y por responsabilidad con nuestros donantes y beneficiarios actuar al margen de la ley.

La nuestra es una asociación de voluntarios, sin etiquetas, sin héroes, como los millones de cooperantes que cada día se levantan en miles de sitios recónditos en el mundo ayudando al prójimo y aliviando su sufrimiento. SMH está desde el año 2015 trabajando en la isla de Quíos (Grecia), asistiendo en el mar o en tierra, en coordinación con las autoridades y asociaciones locales, tratando de ser eficaces y estirando los donativos para dar la mejor asistencia posible.

Hoy, después de cuatro años, damos acceso a atención médica a más 3.000 personas que viven en condiciones infrahumanas en el Campo de Vial y lo denunciamos ante la Comisión Europea, junto con otras organizaciones por los conductos que permite la ley. Intentando que las cosas cambien, con perseverancia, con eficacia no con actos teatrales ni fuegos de artificio. Mientras tanto este año, hemos asistido en la arribada de 120 botes y reducimos significativamente el impacto en la sociedad de acogida.

Trabajamos para la transformación social, colaborando con todas las organizaciones e instituciones que nos lo piden en base a nuestras posibilidades, porque creemos que la educación en valores es fundamental para crear una sociedad más justa. ¿cómo vamos a pretender educar en valores si nosotros nos los saltamos a nuestra conveniencia?

Pero en la Dirección General de Marina Mercante y en el Gabinete del Presidente Sánchez no parecen entenderlo así. Para ellos la asistencia humanitaria es una actividad sospechosa. Tal vez porque la clase política no está acostumbrada a trabajar en base a valores.

El bochornoso esperpento que hemos tenido que ver ante nuestros ojos en los últimos meses es una clara muestra de irresponsabilidad, falta de valores y principios. Es un desprecio absoluto al interés general y a los principios que deben regir en una democracia parlamentaria ¿Quién va a creer en ellos ahora? Son incapaces de predicar con el ejemplo y cuando se encuentran con una organización que sí lo hace, sospechan. Lo dice el viejo refrán castellano: “Cree el ladrón que todos son de su condición”.

Y mientras la vicepresidenta entrecierra los ojos queriendo adivinar qué oscuras intenciones se esconden detrás de la ayuda humanitaria, las personas desaparecen en el mar, 1.353, 1.354, 1.355…. Los que no mueren en el intento y son interceptados y devueltos a Libia serán encerrados en campos de detención ilegales. A la ministra de Igualdad parece no preocuparle que las mujeres en esos campos se vean expuestas a vejaciones o a ser objeto de la violencia sexual más abyecta. No, tal vez porque para ella los compromisos con los derechos humanos que ampara la Constitución Española se acaban en las fronteras españolas, o en sus concertinas.

El tiempo ahoga, 1.356, 1.357… y también asfixia, hacía tiempo que no tenía esta sensación de opresión en el pecho y en el alma. Tenemos los medios, tenemos la voluntad de hacerlo y lo que es más importante tenemos el imperativo humanitario que forja nuestra determinación. ¿Qué tienen ustedes, Señora Calvo y Señor Sánchez, además de la fuerza coercitiva y la balanza donde pesan sus votos?

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