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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Ahora o nunca

Beatriz Gimeno

Estoy de vacaciones y llevo unos días sin ver los informativos ni leer la prensa. Pero no me puedo desligar de la realidad del país, es imposible. Estoy viajando por diversas ciudades y allí donde me detengo y quedo con amigas el eterno tema de conversación no es otro que el descenso radical en la calidad de vida de las personas. En todas partes me cuentan que no hay guarderías infantiles, que la sanidad se ha deteriorado hasta límites insoportables, que los colegios públicos no disponen de nada, que los niños y niñas pasan frío o calor, que están hacinados; desaparecen los lugares comunitarios donde se reunían las asociaciones , apenas hay actividades culturales... Todo está así. Y no estoy refiriéndome a situaciones dramáticas de desempleo o incluso de hambre. La gente está harta y desesperada.

Leo de pasada que Grecia va a desmantelar su sanidad pública tras seis años de crisis, que más bien podríamos llamar castigo a su población. Y cuando parece posible que gane Syriza las próximas elecciones, los mercados hunden su bolsa como primer aviso. Los mercados no quieren cambios, los mercados quieren acabar del todo con la población de Grecia. Los quieren convertidos en esclavos, los quieren acabados, miserables, sumisos, atemorizados...y entonces puede que aflojen. Eso podría pasar aquí si de verdad un partido ajeno al bipartidismo afín al neoliberalismo se pone en situación de ganar. Antes al menos sabías quien era el patrón, conocías su nombre y su apellido. Antes sabías quién era el dictador o el tirano; a patrones y dictadores podías combatirlos. Pero ¿quiénes son los mercados, cómo se les combate? Es una lucha diferente y quizá más complicada que no podemos demorar mucho.

Luego, por la noche veo en la televisión un espectáculo que me produce náuseas. Porque puede que los mercados que no tengan nombre, pero los canallas sí que lo tienen.  Lo peor de la mafia que nos gobierna, el sector macarra, la mafia madrileña, esto es Esperanza Aguirre e Ignacio González, acuden a un acto que consiste en insultar a la gente con esa chulería que se gastan ambos y que resulta realmente insoportable. Aguirre y González al alimón, tal para cual; los máximos destructores de los servicios públicos, los máximos especuladores y mangantes, los que nos han robado desde la sanidad hasta el agua, desde la educación a el medio ambiente, se permiten ahora, además, insultarnos. Utilizando esa forma de hablar que ambos tienen, despreciativa y canalla, se permiten insultar a la gente luchadora de las mareas, a la gente que lleva años batallando por defender lo público frente al expolio al que nos está sometiendo esta mafia canallesca. Estos dos personajes siniestros son la representación no sólo de la derecha, no sólo de los mercados, sino de una clase social franquista que se cree con derecho a usar la política para robar libremente.

No tendremos otra oportunidad para echarlos. No tenemos tampoco mucho tiempo. Hay que echarles ahora o ya no quedará mucho por salvar, y revertir la situación será casi imposible. Por eso, luego, cuando me llegan ecos de los problemas que Podemos ha comenzado a poner ante Ganemos siento de nuevo esa náusea. Otra vez no, me digo. Si no hacemos todo lo posible por ganar ahora y echar a esta gentuza, quienes han puesto piedras en el camino tendrán que dar cuenta de ello. Hay que ganar como sea y es ahora o nunca.

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