El consultorio del aliado feminista
- El lunes publiqué un artículo sobre El aliado feminista y las quejas frecuentes que suscitaba, entre algunos hombres que se autodenominaban feministas, el no tener la misma voz que las mujeres en espacios feministas. Como los comentarios negativos de aquel artículo fueron los más valorados, vamos a contestar algunos de ellos
El lunes publiqué un artículo sobre El aliado feminista y las quejas frecuentes que suscitaba, entre algunos hombres que se autodenominaban feministas, el no tener la misma voz que las mujeres en espacios feministas. Recordaba el artículo que entre estas quejas era recurrente la de no poder participar en manifestaciones que se habían acordado previamente como no mixtas, es decir, solo para mujeres. También el típico pataleo porque su opinión no tuviera peso en estos espacios y debates, ya que en ellos prevalece siempre el de la mujer, que para algo es la que tiene la experiencia de opresión. Opresión que ejercen los hombres, por otro lado.
Como siempre que se publica un artículo feminista (aquí o en cualquier sitio), acudieron hombres enfurecidos a protestar, dando así la razón, primero: a la necesidad del mismo artículo, y segundo: al artículo en sí.
La Ley de Lewis siempre se cumple: “Los comentarios de cualquier artículo sobre feminismo justifican el feminismo”.
Como los comentarios negativos de aquel artículo fueron los más valorados, vamos a contestar algunos de ellos.
El mejor puntuado de todos fue éste.
“Aliado feminista” nº1: “Seguimos con la visión bipolar que hace imposible estar de acuerdo. Si el feminismo busca la igualdad me parece que no es el mejor método hacerlo por sobrecompensación. Si el feminismo relega al hombre a la posición de comparsa, palmero, convidado de piedra, si las ideas de los hombres, por ser hombres, no se tienen en cuenta en igualdad con las de las mujeres ¿Es igualdad el feminismo?”
El comentario más valorado es uno que se pregunta si el feminismo es igualdad. Bien, el feminismo no es igualdad, el feminismo BUSCA la igualdad, a día de hoy inexistente. La “sobrecompensación” de la que habla este “aliado” no es más que la visibilización de las invisibilizadas, que somos nosotras. Ellos ya tienen su propio altavoz en la sociedad por el simple hecho de ser hombres, pero en vez de usarlo para la búsqueda de la igualdad, lo hacen para cuestionar el feminismo, porque ahí no tienen el mismo altavoz. No se preocupa en absoluto este lector porque las mujeres estemos en desventaja, su preocupación es que ellos, dentro del movimiento, están en un segundo plano. Con este ejemplo se entiende bastante bien por qué la opinión de los hombres, en cuanto a feminismo, no tiene que prevalecer sobre la de ninguna compañera, ya que es obvio que no tienen la experiencia de ser oprimidos, solo de ser opresores, y en cuanto pisan un terreno donde no lo son, se revuelven y protestan, poniendo en duda incluso las intenciones de la lucha feminista.
Pero sigue el “aliado feminista” nº1:
“Nuevamente muestras una visión ”separatista“ del feminismo, un feminismo que separa a hombres y mujeres, con una explicación coyuntural ”estamos en un heteropatriarcado así que debemos dar voz a la mujer callando al hombre“. Lo razonable sería equilibrar las voces, hacer del feminismo un movimiento con voces equilibradas que practicaran la igualdad que predican. Pero en vez de eso tu predicas que el feminismo debe ser femenino para alcanzar la igualdad, y con ello creas un frente de guerra, y por tanto obligas a que haya un frente opuesto, es decir, armas al enemigo”.
Este lector sugiere que, para equilibrar la balanza donde pesan más los hombres, lo suyo es poner más de lo mismo en ambos lados de la balanza. De feminismo quizás no sepa, pero de la ley de la gravedad tampoco. Si no se pone más peso en el lado que menos pesa, la balanza nunca se equilibrará. Tratar igual a dos colectivos cuando uno está discriminado, es discriminatorio en sí. Este lector (como muchos que argumentan en este sentido) seguro que no tiene ningún problema con las subvenciones que el Estado da a empresas cuando contratan a personas con discapacidad física o psíquica. ¿Por qué? Porque ahí no ve peligrar sus privilegios. 42 personas le dieron a “me gusta” a este comentario.
“Aliado feminista” nº2:
“Entiendo lo de escuchar antes de hablar, el privilegio que la sociedad otorga a la opinión masculina, la necesidad de aprender, etc. Pero creo que si el feminismo busca la igualdad, la lucha feminista no puede prescindir de las opiniones de los hombres que quieran aportar a ella, incluso aunque estén equivocados”.
Aquí otro lector (hombre también, por supuesto) exige su derecho a ser escuchado en espacios feministas aun incluso estando equivocado. Es decir, espacios donde se lucha por superar la opresión que ejerce el hombre, las mujeres tenemos que buscar un hueco para el opresor, y escucharle esté o no equivocado. 37 votos positivos tuvo este comentario.
Como bien contestó un aliado feminista (sin comillas): “Supongo que, los que dicen esto, en las reuniones sindicales invitan al patrón, dejan que opine igual y le tienen la misma estima a lo que tenga que decir”.
“Aliado feminista” nº3:
Primero me parafrasea: “Cuando un hombre resta importancia al discurso de una feminista, cuando minusvalora o no empatiza con su experiencia, cuando la juzga o la pone en duda, no solo no aporta al feminismo, sino que lo boicotea”. Y luego comenta: “Esto es totalitarismo. Si no estás de acuerdo conmigo, cállate. Pues no, señora. Váyase a la mierda. Lo suyo no es feminismo, es totalitarismo”.
Así que, decir que “minusvalorar la experiencia de opresión de una mujer, juzgarla o ponerla en duda desde una posición de privilegio NO es aportar al feminismo”, ya es en sí totalitario. Lo demócrata, según este aliadísimo feminista, es permitir que se siga humillando a la mujer que se expresa en espacios feministas, porque no hacerlo es totalitario. 24 personas le dieron a “me gusta”.
“Aliado feminista” nº4:
“Bonito artículo. Como somos hombres blancos, heterosexuales y no hemos sido nunca discriminados no podemos hablar sobre discriminación. Claro, no sabemos qué es la discriminación... tampoco podremos hablar entonces sobre lo que les están haciendo a los refugiados ¿no? porque claro, al no ser refugiados ni haber vivido una guerra qué vamos a saber nosotros de nada de eso. Pues nada, sigue leyendo artículos como ese y humíllate un poco más que creo que todavía ellas creen que no es suficiente”.
Si los refugiados se organizan para expresarse y luchar contra su opresión, ¿qué sentido tiene que un español ocupe un lugar en esos espacios si no es para escucharles y servir de apoyo en lo que ellos les pidan? ¿Con qué objeto un español necesita ser protagonista o liderar su lucha? ¿Qué tiene que aportar un español a un refugiado si no es escucha y apoyo? ¿Se imaginan un español diciéndole a un refugiado cómo tiene que sentirse o si está o no exagerando con sus impresiones? Pues esto pasa cada día en debates y espacios feministas. Esto es, exactamente, lo que ha pasado en los comentarios a un artículo feminista donde se hacía hincapié en que, en la lucha feminista, la mujer es la que lidera y la que dice cuándo los hombres pueden o no participar en qué actividades.
23 personas consideraron que este comentario estaba genial.
“Aliado feminista” nº5:
“Y yo pensando que el feminismo buscaba la igualdad y no discriminación por género en ámbitos donde el género no marca diferencia alguna... Tal vez entonces no sea feminista y sea otra cosa (...)”.
Obviamente, sí. Este lector es otra cosa. Decir que el género no marca diferencia alguna en espacios feministas (o en cualquier espacio de la vida) es no haber entendido nada. Porque precisamente ése es el problema, que el género, desgraciadamente, marca una diferencia. Y sí, el feminismo busca la igualdad pero, mientras no la haya, nosotras lucharemos contra las desigualdades como creamos conveniente, no como los hombres crean que tenemos que hacerlo.