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De Bruselas a Palestina, con parada en Los Ángeles

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
15 de febrero de 2024 22:30 h

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En el fascinante mundo de la astronomía, las estrellas experimentan cambios a lo largo de su vida, desde su formación hasta su eventual muerte y posible resurgimiento. Cuando agotan su combustible nuclear, colapsan bajo su propia gravedad y el proceso puede dar lugar a diferentes eventos dependiendo de la masa del lucero. En el de la política, pasa algo parecido. Entiéndase por estrella en el universo de lo público, alguien que emerge o hacen emerger, brilla con luz propia y despierta una fascinación desmedida. En democracia, ha habido muchas. En todos los partidos. Y el caso de Yolanda Díaz es uno de ellos. De diputada gallega de Unidas Podemos a esperanza blanca de la izquierda alternativa. La dama roja que no se conformaba con estar en “la pequeña y marginal esquina del PSOE”. La vicepresidenta del Gobierno más mediática de la democracia. ¿Qué le ocurre ahora a Díaz? “Ya no suscita interés”, dicen unos. “Se ha apagado su luz”, dicen otros. “Se le han visto las costuras”, añaden los más despiadados.

A Yolanda Díaz sí le empieza a pasar lo que en su día les pasaba a los ministros de Podemos, que estaban en el Gobierno y hacían oposición al Gobierno, que se sentaban en el Consejo de Ministros y cargaban contra sus políticas o que parecían empeñados en trasladar que más que un gabinete había dos. Y no precisamente en sincronía. Cuando los morados hacían eso, la vicepresidenta segunda era la primera que pedía mesura y altura de miras. Ahora son los socialistas quienes le piden contención, coordinación y menos afán de protagonismo. 

Apenas han pasado tres meses desde que arrancó la Legislatura y las quejas se multiplican. Las últimas se han escuchado con motivo de un viaje organizado por Díaz para sí misma a Palestina que dijo haber coordinado con el Ministerio de Exteriores, aunque Albares lo niega y Margarita Robles lo enfatiza.

Los socialistas no encuentran sentido al anuncio, que no ha sido en absoluto de su agrado. Como tampoco lo fueron las críticas de Sumar a la “falta de medios y recursos” para luchar contra el narcotráfico en Barbate. O las que hicieron desde la coalición al nombramiento de la directora del Instituto de las Mujeres. O las que vertieron contra el acuerdo entre Junts y el PSOE en política migratoria. O el viaje, también sin previo aviso, que Díaz hizo a Bruselas para entrevistarse con Puigdemont antes de ser investido Sánchez. 

La vicepresidenta, lamentan los socialistas, “no consulta, sólo informa”. Lo hizo así con su primer viaje a la Santa Sede en febrero de 2022 para una “audiencia privada” con el Papa pero para la que utilizó recursos del Estado. Y lo ha vuelto a hacer en su segunda entrevista con Francisco hace dos semanas y que también pilló por sorpresa en La Moncloa.

En medio de todo ello, Pedro Sánchez ha nombrado como directora general del Departamento de Asuntos Culturales, un organismo de nueva creación que depende directamente de Presidencia, a la ex diputada de la Asamblea de Madrid Manuela Vila. Una decisión que en Sumar no ha gustado al entender que el PSOE pretende, además de tener voz propia y capacidad de acción en un área que dirigen sus socios a través del ministro Ernest Urtasun, hacer de contrapeso a través de una persona del núcleo duro del presidente. 

La sobrerrepresentación de miembros del Gobierno en los recientes Premios Goya, donde estuvieron además del presidente y la vicepresidenta, los titulares de Cultura, Interior, Transportes e Igualdad, parece una batalla por ver quién se acerca más “a los de la ceja”, término por el que se conoce a actores, cantantes y escritores desde que en 2008 algunos de ellos participaran en una plataforma de apoyo a Zapatero, pidieran el voto para el PSOE y protagonizaran un vídeo en el que aparecían con un dedo doblado en la frente que simulaba la ceja del ex jefe de Gobierno.

Entre los ministros socialistas hay unanimidad en que la vicepresidenta no sólo va por libre, sino que “pretende ejercer de presidenta de sus ministros” y así explican no sólo su asistencia a los Goya, sino que esté preparada para asistir el próximo 10 de marzo a la 96 ceremonia de entrega de los Oscar, que tendrá lugar en el Dolby Theater de Los Ángeles para desfilar por la alfombra roja. Un viaje que desde La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas también se le sugirió a Pedro Sánchez con motivo de la nominación de La sociedad de la nieve, de J.A. Bayona, como mejor película internacional y que, de momento, el presidente ha descartado. 

De Bruselas a Palestina con parada en Los Ángeles, lo cierto es que tras el abrupto divorcio de Podemos y los pésimos augurios para Sumar en las elecciones gallegas del próximo domingo, Díaz no termina de encontrar su lugar en el mundo. De ahí que busque quizá un foco más allá de nuestras fronteras. 

P.D. Mucho se habla con razón de lo que el 18F se juega Feijóo en Galicia y poco de lo que se le viene encima a Yolanda Díaz, que no parece tampoco que vaya a ser profeta en su tierra. 

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