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La derrota de ETA

José María Calleja

Por muy repugnante que nos resulte ver a una etarra, asesina en serie, por la calle, tenemos que aceptar la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Por mucho que nos duela ver a gente que hizo del crimen una forma de vida con horario de oficina durante años, no queda otra que acatar la sentencia. Por mucho que nos soliviante constatar la injusta certeza de que los asesinados por ETA no volverán y los asesinos acaban saliendo a la calle, no seríamos demócratas consecuentes si no aceptáramos la sentencia del TEDH.

Este mismo tribunal, el que acaba de echar para atrás la mal llamada doctrina Parot, sentenció en su día, julio de 2009, que era ajustada a derecho la ilegalización del brazo político de los terroristas, Herri Batasuna, y que la Ley de Partidos aprobada en España era perfectamente legal, democrática y respetuosa con los derechos humanos. Dijo el Tribunal Europeo entonces que Batasuna era “un grave peligro para la democracia” y que había una “imperiosa necesidad social” de dejar fuera del juego político a HB y a Batasuna. Aquella resolución judicial fue de gran trascendencia en la derrota de la banda terrorista, fue celebrada en España y dejó hundidos definitivamente a unos etarras que para entonces estaban ya muy golpeados. El TEDH es, por tanto, igual de bueno o de malo que lo fue entonces.

Es comprensible la indignación de las víctimas del terrorismo, entendiendo por víctimas no solo a los familiares directos de los asesinados, sino a todos aquellos que pudieron morir o vieron cambiadas traumáticamente sus vidas por culpa de la banda terrorista, pero en democracia no es posible aplicar medidas con carácter retroactivo.

Los etarras que mataron a mansalva en los años ochenta –92 en el año 1980, el que registró el mayor número de asesinados por ETA– , fueron juzgados por el Código Penal de 1973 –aprobado por la dictadura de Franco–, que establecía la redención de penas por el trabajo y que fijaba los beneficios penitenciarios no sobre la suma de las penas de cárcel acumuladas por un terrorista, u otros delincuentes, sino sobre los 30 años, tiempo máximo de permanencia en la cárcel de forma continuada y que prácticamente nadie cumplía. No se puede, por tanto, aplicar una jurisprudencia establecida por el Tribunal Supremo en 2006 a delincuentes que para esa fecha ya cumplían condena y que habían sido juzgados con la ley vigente en el momento de su detención.

El cambio del Supremo para que las penas se cumplieran hasta los cuarenta años y la redención se aplicara condena a condena fue producto de una ebullición política y mediática, con un clima en la opinión pública que veía con impotencia y rabia cómo costaba la misma cárcel, casi, asesinar a uno que a cien. Un endurecimiento de las condenas hecho en caliente y destinado a dar satisfacción a los sectores de la ciudadanía que quieren la cadena perpetua y que creen que el sistema penal español es demasiado leve ante la monstruosidad de los crímenes (ésta es una percepción equivocada, tenemos la población reclusa más alta de Europa y uno de los menores índices de delincuencia de la UE).

La democracia española ha derrotado a la banda terrorista ETA. La ha derrotado política y policialmente. ETA ha sido derrotada por la policía española, por la política española, por las leyes españolas, por ciudadanos vascos y del resto de España, por algunos movimientos cívicos, por algunos jueces y por algunos periodistas. Después de cuarenta años asesinando, sembrando odio, muerte y miedo, ETA no ha logrado ni uno solo de sus objetivos. Conviene repetir esta idea cuando hay gentes que sostienen que esta sentencia es una derrota de la democracia. No lo es, en absoluto. Podría haberlo sido si el TEDH hubiera echado abajo la Ley de Partidos que ilegalizaba a HB, y ni aún así. La democracia española ha derrotado a ETA y debemos estar orgullosos de ello. No estaba escrita esta derrota y empezó a vislumbrarse después del golpe policial a la cúpula de la banda, el 29 de marzo de 1992, en Bidart.

ETA ha reconocido formalmente su derrota hace dos años, cuando anunció que no volvería a matar. Deberíamos tener más memoria de esa derrota cuyo certificado ha pasado con poca repercusión esta misma semana. No sería aceptable que lo que la banda terrorista ETA no logró a golpe de asesinar, secuestrar, extorsionar y llenar de miedo durante cuarenta años, pareciera que lo logra ahora por una sentencia. ETA esta derrotada como reconoce la propia banda, como certifican algunos de sus presos, que después de más de veinte años de cárcel reconocen que asesinar no ha servido para nada. No sería justo que esa evidente derrota se convirtiera en otra cosa. Sería falso e injusto. Sería injusto con la verdad, con la historia y con las propias víctimas. ETA ha sido derrotada por la democracia española y esta sentencia no modifica esa certeza, simplemente se atiene a la ley. ETA ha sido derrotada y esa es la mayor reparación posible a las víctimas.

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