Las elecciones de la lechera
Hay tanta gente convencida de que su liderazgo prodigioso y su carisma irresistible cambiará dramáticamente los resultados de unas hipotéticas elecciones generales anticipadas que vamos a tener que empezar a dar números para la cola, como en la carnicería o en el súper. España muestra hoy por hoy tanto superávit de liderazgo que podríamos embotellarlo y exportarlo de manera masiva y, en esto sí, convertirnos en una potencia mundial.
La mayoría parece estar pergeñando sus estrategias igual que la lechera del cuento hacía sus cuentas. En el PP confían tanto en el liderazgo tranquilo de Mariano Rajoy que se pasan el día opinando sobre el liderazgo intranquilo de Sánchez, formando una curiosa pinza intelectual con los barones del PSOE que da para miles de telediarios y tertulias. Qué decir de la confianza que reina en Ciudadanos respecto a las acreditadas habilidades como vendedor del año de Albert Rivera. A fin de cuentas una mala semana no debiera estropear un año récord de ventas.
Entre los socialistas solo parece existir consenso en discutir la figura de Pedro Sánchez, inteligentemente callado mientras los demás desprecian aquella gran verdad que recuerda que el silencio es oro. Susana Díaz se muestra tan segura de los efectos milagrosos que su candidatura produciría en el renqueante socialismo que su siguiente paso podría consistir ya en dar el salto a Hollywood y protagonizar otra película de superhéroes de la factoría Marvel.
Pablo Iglesias lo sentenció desde la propia noche electoral. Una semana mas y otro debate y lo peta. Un par de nanas más susurradas a María Teresa Campos y un día en la casa de Bertín Osborne y cae la mayoría absoluta, tan seguro como que el cielo es azul.
En Catalunya los fieles de Ada Colau ya han encontrado la clave que explica su fracaso estrepitoso en las autonómicas de septiembre y su éxito arrollador en las generales de diciembre: el milagro es Ada Colau. Para qué complicarse la vida con explicaciones complejas habiendo tantas simplezas disponibles.
A lo mejor es que uno está aún en la vieja política y las cosas cambian demasiado rápido para seguirles el ritmo. Seguramente tienen razón y esta visión milagrosa del liderazgo marque el signo de los tiempos. Puede que todos arrastren votos como peces arrastran las redes de la flota gallega durante la costera del bonito. Pero yo aún creo que la gente no vota igual que las ovejas siguen a los pastores.