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Un hombre es asesinado por su culpa

Jose A. Pérez Ledo

Los hechos ocurrieron el pasado día 28 de diciembre, cuando J.P., natural de Madrid, apareció muerto en plena calle con signos de violencia. Aunque la investigación permanece abierta, diversas fuentes aseguran que J.P. probablemente merecía que le pasase algo así. Varios vecinos confirman que no eran raros los miércoles que salía a tomar “una caña” y volvía más allá de las once de la noche. “Lo hacía incluso con lluvia”, asegura un vecino que no duda en señalar esta conducta como la causante de su muerte.

Por si esto no fuese suficiente, J.P. salía con mujeres. A pesar de tener 35 años, no se le conoció pareja estable y muchos de sus conocidos aseguran que ni siquiera tenía un criterio estético definido. “Lo mismo le daban las rubias que las morenas”, confiesa a eldiario.es un compañero de trabajo. Y añade: “Era cuestión de tiempo que acabase así”.

Poco antes de su muerte, J.P. fue visto en un bar tomando un gin-tonic. “Los hombres que beben solos buscan subconscientemente ser víctimas de una agresión”, nos dice el catedrático de Psicología Enrique Delgado. “Un varón atractivo sabe a lo que se expone cuando cae en determinadas actitudes provocativas”.

El día de autos J.P. vestía una camiseta ceñida y un pantalón vaquero slim fit que, según testigos presenciales, “se le pegaba muchísimo al culo”. J.P. llevaba tiempo apuntado a un gimnasio donde practicaba una rutina de musculación a pesar de ser un simple administrativo. “Lo que debemos preguntarnos”, señala el profesor Delgado, “es por qué un hombre que trabaja en una oficina tiene esos bíceps. ¿Qué busca? ¿Qué mensaje pretende lanzar al mundo?”

También el entorno de J.P. era problemático. Hijo de padres divorciados, pasó buena parte de su infancia sin un hobby definido, actitud que lo mismo le llevó a bailes de salón que a clubs de rol. Este comportamiento errático acabó por rodearle de un ambiente excesivamente heterogéneo para una persona normal. Así lo recuerda un compañero del colegio: “Era mono y miraba muy fijamente a los ojos. Todos sabíamos que acabaría muerto en alguna esquina”. Un terrible presagio ahora hecho realidad.

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