Por qué millones de personas votan contra sus intereses
Han llegado 52 de ellos al Congreso, dos al Senado y pueblan, con marcada influencia, destacadas Comunidades Autónomas y Ayuntamientos como en Andalucía y Madrid. Son unos pintorescos ejemplares que han sabido unirse en la corriente ultraderechista que, en España, bebe del franquismo y de un nacionalismo carpetovetónico en su mejor definición. Una España profunda enfrentada a todo influjo foráneo, según la RAE.
Tres millones y medio de personas les han votado en las elecciones generales. A la ultraderecha nata. Y otros seis millones y medio a PP y Cs. El excelente estudio de datos cruzados de Raúl Sánchez en eldiario.es permite constatar reveladores hechos. Vox subió en los vecindarios situados en el 10% más pobre de España (y a costa de PP y Ciudadanos). Los ricos tienen mucho más claro quiénes defienden sus intereses. El 1% más rico de España vota masivamente (75%) a la derecha. “A más pobreza, mayor abstención. A menor nivel educativo, mayor abstención. A más desinformación, mayor abstención”. De ahí la estrategia de la derecha: la crispación. Así lo resumía, aquí, Ignacio Escolar.
¿Por qué hay tantas personas que votan en contra de sus intereses? Es algo que me pregunto desde hace muchos años. Y recientemente, todavía más, si no prevén siquiera qué futuro les espera por ese camino. Permítanme que empiece por aquí. Por este muchacho mexicano que ha cosechado enorme éxito en las redes. Basado en hechos exactos o no, felicita a un pobre anciano que reparte comida en Distrito Federal para UberEats. Es mayor, se pierde y tarda en llegar, pero es amable y muy meritorio… trabajando en tan precarias condiciones a su edad.
A tener en cuenta la actitud del chaval, porque la comparten gran número de jóvenes abducidos por derechas ultraliberales –otro contrasentido, por cierto-. Vox está prendiendo en los jóvenes españoles con fuerza. ¿Han pensado ocupar en el futuro el lugar del Sr. Francisco o de todos los Sres. Franciscos que surjan por esta vía?
El acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos ha encabritado a la ultraderecha (y asimilados) cuando pensaban seguir su paseo triunfal. Hablan de “fraude electoral” y hasta se permiten citar “nuestra democracia”, en la que ni creen, ni entienden. En “nuestra democracia”, en la nuestra, las mayorías mandan. En Madrid, con potentes dirigentes ultras, la presidenta de la Comunidad, Díaz Ayuso (PP intenso), discute con Monasterio (Vox). Y surge una voz de las cavernas franquistas, de la pata doblada y en casa, una castrada y castradora nata, fruto de aquella educación. “Yo pondría como asignatura obligatoria costura. Empodera mucho coser un botón”, dice Alicia Rubio, diputada de la Comunidad de Madrid. No quiere educar en igualdad, contempla el feminismo como “un cáncer” y le preocupa lo que llama “lesboterrorismo” y el “pornofeminismo”. Años de progreso pasaron por su cabeza como la luz por el cristal, sin romperlo ni mancharlo. Y sus correligionarios sienten algo parecido. Y le han votado, incluso mujeres.
¿Qué futuro esperan para las mujeres esa gente? ¿Creen posible coser botones para subsistir en el mundo actual y en el que están forjando? Quizás en las fábricas de la miseria en la que trabajaran sus votantes pobres para que se vistan sus votantes ricos. Hay que decirlo así de gráfico para que lo entiendan.
Porque es un ejemplo que se extiende a todo el programa –me cuesta llamarlo ideario-. Votan desigualdad, machismo, intolerancia, supremacía blanca y masculina, disminución del Estado del Bienestar, incultura, violencia, pero incluso dicen no saberlo. Solo se han subido a un carro, o ni siquiera, a lo mejor solo tiran de él.
Miremos otro poco afuera. En los Estados Unidos de Trump, Walmart, los famosos almacenes donde compran muchos de sus votantes, están registrando grandes beneficios tras superar un preocupante periodo a la baja.Trump los cita como ejemplo de la “strong economía” de la que presume. Aunque igual esa economía fuerte tiene sus lagunas. Compran con tarjeta. Un plástico que no necesita historial crediticio, ni de ingresos mínimos, ni siquiera de comprobantes de ingresos. Walmart, eso sí, cobra un 67% anual de intereses, uno de los más altos. El parecido con las hipotecas “sub prime” es tal, que igual debemos empezar a hablar de la burbuja “shop prime” en ciernes. Los Sres Francisco y las Sras Francisco se están formando hoy.
Insistamos en el profundo desencanto con la política neoliberal que no da respuestas, como causa de este delirio que invade a la sociedad desarrollada. La insatisfacción está dominando la sociedad. Se suceden las protestas. La salida más irreflexiva es optar por la ultraderecha. Es el camino que lleva a un futuro todavía peor. Reflexionen sus votantes, si son capaces, sobre adónde conducen las propuestas. Aunque no crean en la democracia –que ya les vale-, crean en la lógica.
La rebeldía bruta por insatisfacción es una de las causas de este votar contra los propios intereses, pero no la única, ni quizás la mayoritaria. Es la evidencia más citada como distintivo en la mayoría de los estudios sobre la ignorancia. Lo hacen, sin siquiera darse cuenta. En España influyen los largos períodos en los que se ha educado en la sumisión, el paternalismo y el miedo cuando los “salvapatrias” deciden por todos. Como pretende hacer ahora la ultraderecha. Esa educación, como nos muestra la empoderadora del botón, se prolonga en algunas familias durante generaciones.
Los medios influyen también para nublar el juicio al punto de obrar en contra de los propios intereses. Dejaron de informar, formar y entretener para pasar muchos a distraer con el fin de vender: objetos o ideología. Los apocalipsis económicos que anuncian están muy manipulados. Por ejemplo, cuando destacan la caída de las bolsas por el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos. Suele ocurrir, lo ha hecho en otras elecciones, “el dinero” huye de incertidumbres, y luego se recupera. Todo se olvida, sin embargo, si se calienta su fobia anticatalanista y se enciende en un “a por ellos”. Hay una gran masa humana que pasa del sálvame de los chismes a los sálvame políticos en toda su gradación y diversidad de matices. De ahí se salta a engullir bulos, a las fake que se propagan como el agua. A la maledicencia que vuelve a generarse en la ignorancia osada y torva.
Han convencido hasta el tuétano de que la izquierda que se preocupa y trabaja por sus intereses es un demonio que les empobrecerá. Quienes así les aconsejan y dirigen no piensan en absoluto en el bien de los ciudadanos sino en el suyo propio. Incluyan ahí a dirigentes que dicen sentirse “huérfanos” de partido, tras haber dejado ellos huérfano al socialismo. O a viejos conservadores añorantes de “gobiernos de salvación nacional”, como ese ministro de Exteriores del PP que parece andar pidiendo a gritos su ingreso en Vox. Basta un poco de información, de cultura y dos dedos de frente, para ver la realidad, pero son muchos los que todavía hacen dejación de sus facultades. Son un peligro para sí mismos y para los demás. Porque, a la postre, quien mete el voto en la urna no es tal o cual cadena de televisión o tal o cual político, lo hacemos cada uno de nosotros. Adultos todos.
La insatisfacción con el momento presente, real, se palia con respuestas reales. Y hay que buscarlas. Un gobierno progresista ayuda, y todavía más un gobierno honesto. Es más importante para el futuro lograr una ciudadanía responsable y madura que ninguna otra cosa. Porque ella será la que disponga y sepa elegir quién mejor se encargue de la gestión. Si el Sr. Francisco lo hubiera sabido, igual estaba descansando en su casa. Ya no tiene remedio, pero sí para quienes cerrando los ojos a la cordura se abocan, abocan a la sociedad, a un futuro muy similar.