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Míster BCE

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, se dirige a una rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Gobierno del BCE en Fráncfort, Alemania, el 27 de octubre de 2022.

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A lo peor resulta demasiado pronto para empezar a hacer alegorías navideñas. Pero, dado que la pandemia ha alterado nuestra percepción de la línea temporal y Abel Caballero el calendario navideño, me van a permitir la licencia. Si Charles Dickens tuviera que escribir otra historia sobre la avaricia, la mezquindad y la falta de compasión, el BCE y Cristine Lagarde le ofrecerían una fuente de inspiración aún más poderosa que aquellos insaciables patrones de la era victoriana. La diferencia es que míster Scrooge aprovechó la oportunidad para la redención que le fue ofrecida; con míster BCE hay que perder toda esperanza de salvación.

En ese cuento de navidad moderno, a míster BCE le visitaría primero el fantasma de las recesiones pasadas, cuando, en nombre de la superioridad eficiente del modelo de crecimiento alemán y la superioridad moral de los que alegaban haberse endeudado con responsabilidad, animó y exigió políticas de sufrimiento masivo durante la Gran Recesión, especialmente contra quienes menos podían y debían sufrir. Entonces se nos hacía padecer porque nos lo habíamos merecido y había que dar una lección de riesgo moral para el futuro. La austeridad no tenía más lógica económica que el prejuicio de clase de una elite que solo ve vagos y maleantes más allá de sus portones.

Aprendimos con sangre entonces, después de un lustro de austerocracia, que de la recesión se sale expandiendo la demanda pública. Hoy sabemos que aquel modelo alemán de crecimiento basado en la energía barata se halla en la raíz de la inflación que padecemos hoy y se ha convertido en el mejor aliado de la guerra de Putin.

Luego tocaría el turno de visita al fantasma de la recesión presente, la que llega a lomos de la misma inflación que Lagarde y el BCE nos aseguraban a finales del año pasado que era un problema de oferta, no de demanda; que para primavera estaría solucionado, cuando el comercio mundial pospandemia hubiera vuelto a su orden. Ahora míster BCE vuelve a prescribir sufrimiento masivo, pero esta vez ni siquiera se molesta en apelar a un argumento moral para respaldar su conveniencia. Sostiene míster BCE que debemos sufrir no porque hayamos sido manirrotos o irresponsables; tenemos que sufrir porque sí y porque es así, porque el sufrimiento nos hará libres.

La lógica económica que respalda atacar la demanda cuando el problema de la inflación lo provoca mayoritariamente la oferta no es economía, es sadismo. El silencio de la mayoría de los gobiernos y la impunidad con que alguien con el mediocre y sórdido currículo de Lagarde pontifica sobre sufrimiento, subrayan la urgencia de implementar una auditoría de calidad democrática en la institución.

Finalmente acudiría ante míster BCE el fantasma de las recesiones futuras. A mostrarle las consecuencias económicas, sociales y políticas de haber extendido el sufrimiento sin más razón que la fe, en vez de concentrase en utilizar sus instrumentos para operar sobre las evidencias y los datos y no sobre las creencias y los mitos económicos. La subida de tipos de interés apenas está consiguiendo frenar la inflación en los países que no hacen lo que tienen que hacer: intervenir unos mercados alterados por la excepcionalidad de una guerra, controlar los precios y utilizar la fiscalidad para redistribuir los costes generados por la inflación.

El BCE se creó para tener un instrumento que respaldara una política económica y monetaria común con el peso y la autonomía suficiente para resistir las presiones de los gobiernos nacionales. Nadie pensó entonces que el problema sería su captura por parte de las corporaciones bancarias europeas. Míster BCE no trabaja para los ciudadanos donde nacen su legitimidad y su poder. La rapidez con la que ha salido a respaldar los argumentos de la banca española contra el impuesto sobre sus beneficios solo ofrece el último ejemplo. Da igual cuántos fantasmas le visiten, míster BCE se levantará a la mañana siguiente haciendo exactamente el mismo daño.

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